No es casualidad que organismos de la talla del IMCO nos asignen calificaciones francamente penosas, cuando al inicio del gobierno se generó la expectativa de una caja de cristal para acabar con años de corrupción.

Cómo olvidar el primer discurso de Mariano González Zarur, en su toma de protesta, al abordar el ámbito administrativo de su gestión: “el manejo de los recursos será como si estuvieran en una caja de cristal… este es el único camino para que Tlaxcala deje de ser una de las entidades con mayor índice de corrupción”

Aquél 15 de enero de 2011 fue memorable, al menos en el terreno de las afirmaciones.

Otra, anunciaba una nueva era ante el evidente rezago en desarrollo social: “la sociedad presenta signos de división y está decepcionada por no haber obtenido respuesta a sus demandas y necesidades… la economía local está mal… la población no ha tenido las oportunidades de crecimiento que merece…

Al paso del tiempo, la caja de cristal devino en un anticuado y opaco alhajero. Quien pronunció aquellas estimulantes frases daba muestras de una limitada memoria, evasiva de los compromisos originales con los cuales el nuevo mandatario había encendido una flama esperanzadora de cambio ante el caótico cierre del gobierno panista de Héctor Ortiz.

Tan efusivas palabras en el arranque de su gobierno, también activaron la nariz de los sabuesos dedicados a evaluar el comportamiento de las autoridades en turno, digamos para medir la congruencia entre lo que ofrecieron y lo que pueden lograr.

Entre ellos, el Instituto Mexicano de Competitividad (IMCO) ha tenido particular interés en medir la eficacia de cada uno de los gobiernos estatales, aplicando para ello su carácter apartidista, independiente y sin fines de lucro, bajo la premisa de generar propuestas de políticas públicas que fortalezcan la competitividad de México.

Y el IMCO encontró elementos para otorgar a Tlaxcala el lugar 15 entre las 32 entidades federativas, con una calificación de 5.8 en transparencia. Es decir, entre la caja de cristal del discurso inaugural de este gobierno y lo que ha podido conseguir, hay un notorio contraste.

Esa evaluación, tan distinta a la de Colima por ejemplo –con 8.1- nos llena la cabeza de dudas tratando de encontrar justificación al ocultismo administrativo, por llamarlo de alguna manera, utilizados por el gobierno marianista para asignar obra pública y para palomear proveedores.

Entre enero y octubre está comprobado que seguimos siendo aquella entidad con un elevado índice de corrupción, como consecuencia de una caja con cristales opacos para manejar los dineros públicos.

El resultado de esa fórmula errática para manejar al gobierno, también la daba el propio ganadero-mandatario cuando describía los signos de división y decepción al no haber obtenido respuesta a sus demandas y necesidades.

Y en un ejercicio comparativo no encuentro diferencias de fondo entre el actual gobierno priísta, y su antecesor, dado a hacer fiesta con el presupuesto cuando se trataba de pagar las rentas más caras del mundo a dueños amigos de edificios para llevar instituciones como la Secretaría de Salud o para comprar medicamentos y otros insumos, con el necesario sobreprecio para hacer factible el diezmo y el doble diezmo (¿?), tristemente célebres en aquellos ayeres.

Las cosas no han cambiado

Y al contrario. Hay otra encuesta, del Gabinete de Comunicación Estratégica (GCE) que recién dimos a conocer, en la cual las conclusiones no son menos elocuentes: casi ocho de diez tlaxcaltecas no confiarían las llaves de su casa al gobernador y, 6.1 de cada diez piensan que Mariano prioriza asuntos personales antes de atender los graves pendientes sociales.

El IET… hacerse rico en tiempo record

Ser parte del Consejo General del Instituto Electoral de Tlaxcala (IET) sí conviene, desde el ámbito saqueador que a muchos asalta.

Y ganar un cuarenta por ciento más de lo que percibe el gobernador de Tlaxcala, añade al status de consejero la facultad de pasar por el acero el creciente deterioro social, con el desempleo más  acentuado y las esperanzas nulas de un cambio… porque este que se vive es el cambio ofrecido por el PRI.

Asignar salarios de más de setenta mil pesos mensuales y compensarlos con generosos bonos hasta percibir quincenas de más de 50 mil, es oprobioso, como lo son las complicidades al interior de la ex fábrica San Manuel, donde lo mismo se acuerdan préstamos personales, “porque el dinero hace falta” que, se levanta a diario un monumento a la impunidad.

Ganar así en tiempos no electorales debería ser motivo de juicio político y de obligada devolución de los dineros no devengados, gracias al cual los consejeros cuentan con un nivel de vida como de jefe de algún cártel… como el secuestrador apodado “el chico”, quien a sus 28 ya había saqueado a un grupo de empresarios, con más de 62 millones de pesos.

Señores consejeros dejen de comportarse como delincuentes, convoquen a una reunión urgente y hagan caso a su conciencia para devolver lo que se han robado… digo, si es que tienen conciencia.

Enhorabuena a Willebaldo Herrera Téllez

El talentoso escritor y analista de los temas de actualidad, Willebaldo Herrera Téllez, fue nombrado nuevo director del Instituto Tlaxcalteca de la Cultura.

Su gestión al frente del ITC garantiza acercarnos a los más altos niveles de la cultura a nivel nacional e internacional. Dentro del particular estilo marianista de gobernar, este es un acierto.

Tan positivo como el registrado en el municipio de Tlaxcala, donde Citlali Hernández Xochitiotzin Ortega, tiene una apasionada entrega para conseguir logros de la talla de los festejos por el 486 aniversario de la fundación de Tlaxcala.