Hoy, sin embargo hemos levantado la bandera blanca en cobertura de salud; no hay medicamentos y los hospitales están que se caen, pero como no sucede en estados incluso de la Unión Americana, nosotros ya no debemos preocuparnos por ese capítulo. Sí señor.

La de ayer fue una sesión… no de elogios mutuos sino de poner sobre la mesa una serie de enunciados que dominan en la relación del presidente Felipe Calderón con ciertos gobernadores, los que suelen dar menos problemas, aunque en sus respectivas trincheras se dediquen a atizar el fuego de la confrontación.

A partir de dos afirmaciones sobrevino un flujo de muestras pseudo amistosas entre dos personajes con la libertad de ostentar la verdad… su verdad, dentro de los parámetros de una creciente parálisis que, retrata la decadencia del calderonismo luego de cinco años de vigencia y los bajos niveles de efectividad de un marianismo que insiste en desenterrar cadáveres para organizar cada que puede una fiesta muy particular de los recuerdos que aquéllos le traen.

1.- Atestiguamos la sumisión de un ejecutivo local ante un Presidente que para empezar dijo a Mariano, en su tierra: «no hay dinero que alcance en el Gobierno Federal», por eso, jerarquiza amigo gobernador de uno de los estados, cómo decirlo, a sí, menos grande entre los más grandes, pero eso sí con elevados índices de pobreza.

2.- Y para Calderón, por la pobreza te mueres, si no has resuelto el capítulo de la salud… si no cuentas con atención médica esmerada y los medicamentos a tu alcance, tal y como ya ocurre en Tlaxcala, uno de los diez estados –menos grandes entre los más grandes- donde se ha podido levantar la bandera de la cobertura universal en Salud gracias al Seguro Popular que da servicio a 780 mil personas y al IMSS y al ISSSTE, que se encargan del resto de la población.

3.- Para Mariano, la salud –bueno, la pérdida de la misma- genera los más sentidos gestos de solidaridad entre los tlaxcaltecas. Enunciados para la posteridad en el discurso del gobernador tlaxcalteca son estos: «Las familias tlaxcaltecas somos muy solidarias, nos ayudamos unos a otros en situaciones difíciles, y nadie puede imaginar la situación más difícil que una enfermedad. Por ello, cuando no se tiene la protección en salud y alguien cae en cama, existe un refrán que decimos cuando se vende lo poco con lo que se cuenta para atenderse y es: Que la salud es primero».

Sí señor. Lo dice el gobernador, y en plenos tiempos en que por ejemplo se perdió la mayoría de las cosechas. Entonces qué vamos a vender para recuperar la salud (claro, en los casos que la hayamos perdido verdad)… ¡pues nada!

Habremos de esperar la solidaridad entre familias que se ayudan unas a otras en situaciones difíciles.

Creo que a estas alturas apelar a la humanidad entre paisanos debiera respaldarse con demostraciones, ya no digas afectivas de quien se apropió del papel de papá… por lo menos de sensibilidad, exactamente como no ha pasado con las familias de los policías aplastados en su movimiento político laboral y afectados patrimonialmente con impagables fianzas.

Como tampoco ocurrió con las familias de los ancianos, ¿manipulados por Ortiz?, que demandaban el pago de las mesadas para paliar su pobreza, justamente a la que aludió Calderón ayer, cuando habló de las dimensiones no tan grandes de nuestro estado.

Supongo que hay elementos, en el comportamiento del ejecutivo local, muy al margen de aquellos gestos solidarios entre familias tlaxcaltecas, así como lo planteó en el discurso, larguito por cierto, donde pudimos ver a un gobernante que ha pasado del regaño al engaño, ante un pueblo condenado a soportar el dolor que causa el que te mientan frente a frente, sin que dispongas del mínimo recurso para inconformarte.

Es el ínfimo nivel de sumisión.

Lo antecede el nada grato silencio de González Zarur, cuando ayer el Presidente le soltó en la cara un, «no hay dinero que alcance», como sepultando cualquier intento de reproche por haber recortado más de 12 mil millones en el presupuesto enviado a la Cámara de Diputados, casualmente en perjuicio de los estados menos grandes entre los más grandes.

A penas un día antes de esta esgrima verbal con motivo de la bandera blanca en Salud, un desencajado mandatario tlaxcalteca acordaba con el diputado priísta Alfonso Navarrete Prida, los mecanismos para elevar enérgicas protestas a Calderón, por haber golpeado de semejante forma a los estados más débiles de la República con los recortes esos que le platico, uno de los cuales, el peor sencillamente nos dejará sin la posibilidad de financiar la asistencia a personas con discapacidad y a los tan maltratados adultos en plenitud.

Y cuando todos, no nada más los tlaxcaltecas, sino otros estados no tan grandes, esperaban el reclamo de Mariano al Presidente, sobrevino aquello de la ayuda entre familias.

Se nos vendió la idea de una cobertura universal en salud, cuando hospitales y clínicas carecen de lo elemental, cuando dependemos de las compras –consolidadas según Calderón- de medicamentos y equipos a firmas amigas, de donde se desprenden los más aberrantes desvíos de recursos para cuya cobertura llegaron hasta a usarse los dineros del Seguro Popular para curar a cientos de niños enfermos de cáncer en el Hospital Infantil de Tlaxcala.

Quedamos en las mismas, pero eso sí, levantando la bandera blanca en cobertura de Salud.

Pudimos ver a un inquieto Jesús Fragoso Bernal, vigilante de mantener a raya a alguno de los revoltosos esos papás de paciente con cáncer, no fuera a ser que hiciera un desfiguro durante los bellísimos discursos, tapaderas de las mediocridades en ambos niveles de gobierno, siendo que la expectativa, de veras era otra.

Una del PRI

Vista la voluntad de la cúpula priísta para elegir mediante proceso abierto a su candidato a la Presidencia, en Tlaxcala, como en otras plazas, cambió el comportamiento de los aspirantes a senadores.

Mientras la dupla Joaquín Cisneros Fernández-Anabel Ávalos Zempoalteca, se inclinan por una convención de delegados, su contraparte encabezada por la diputada Lorena Cuéllar Cisneros (y tal vez Noé Rodríguez Roldán) preferirían una consulta abierta.

Las causas que llevan a los protagonistas a optar por dichas medidas, les permiten sentir más cercana la candidatura, y elaborar mapas más elevados que invariablemente señalan a contender por la gubernatura, en 2016.

Sabiendo de la decisión infranqueable de la ex alcaldesa y actual legisladora local, Lorena Cuellar Cisneros para no dejarse ganar nuevamente la partida, el gobernador Mariano González Zarur, que no sabe de pactos ni reconoce acuerdos, así de rápido colocó al tío de aquella, como elemento neutralizante para los propósitos de quien ciertamente lo dejó pasar en 2010, cediéndole el lugar que por mérito propio había alcanzado.

La tensión en este ámbito nos lleva a terrenos alguna vez vividos: la derrota del PRI debido a la división, ahora protagonizada por una de las familias más identificadas con ese partido.

Nada más hay que recordar cómo en 1998, el PRI se fracturó de forma semejante. Entonces, Héctor Ortiz, perdió en elección abierta la candidatura ante Joaquín Cisneros y, a partir de ese momento se dedicó a sembrar las divisiones necesarias para hundir al tricolor que, por su lado había despreciado a otro elemento, Alfonso Sánchez Anaya, quien investido en traje de perredista pudo alzarse con el triunfo en las urnas.

No sé porqué, pero hay tales similitudes entre esos dos momentos que es posible un paso efímero e ineficaz del otrora partidazo, en el poder ejecutivo de Tlaxcala.