Pero en el interior de Palacio el ambiente no era mejor… funcionarios, colaboradores y sus familias intercambiaron mil veces miradas, como reprobando la prolongada espera de quien seguramente estaba mejor en la tremenda fiesta de Eruviel, en el Edomex.

El tejido social, al que Mariano González Zarur prometió resarcir llegando al gobierno, comenzó a devolver los detalles, buenos o malos, mostrados en estos primeros ocho meses de administración.

La escasa concurrencia anoche, a la Plaza de la Constitución, dibuja a un gobernante en los terrenos de la impopularidad y con clara proclividad al aislamiento, él mismo lo describió como la conducta de un lobo estepario.

Pero dentro del Palacio, las cosas no fueron mejores. Un molesto ambiente cargado de tensión hizo intercambiar mil veces miradas a empleados, colaboradores y sus familias, en una larguísima espera al amo. ¿Dónde estaba?, tal vez en la pachanga de Eruviel, el recién desempacado gobernador del Estado de México.

Qué molesto para él tener que cumplir con el protocolo de gobernador de Tlaxcala, si en Toluca estaba el puro ambiente, con quique Peña, Manlio Fabio y hasta una desdibujada diputada Beatriz Paredes Rangel, hoy en la segunda fila y con escaso reflector (a no ser para confundirla con Angélica Rivera, la guapa esposa del muy probable abanderado de Televisa, digo, del PRI a la Presidencia).

El humor del patrón no estaba para grandes ceremonias.

–          ¿Todo bajo control con…. Pedro? (el alcalde)

–          Sí señor…

Pues nada más faltaba que no. La cabeza de quien cometiera un error rodaría como colofón del temperamental mandamás, quien estaba a todo dar con sus cuates en el Edomex, pero debió desafiar la terrible lluvia de anoche para mostrarse, tantito a una escasa multitud… ¡claro!, qué esperabas, ¿una plaza llena, por el gusto de contar con tan fino gobernante?

Lo más gracioso es ver a los funcionarios, trajeaditos y peinados, perfumados y altivos, sabedores de pertenecer a una especie de casta divina, una de cuyas prohibiciones es mezclarse con los corrientes esos de paraguas y chamarra, aguardando allá afuera, en la fría noche del Grito de Independencia en Tlaxcala.

Pues si este es el sexenio del desplante, ¿qué esperabas?… ni modo que quieras pedir a los Ubaldos, a los zapes, a los xolos, un poco de solidaridad con el pueblo, del que por cierto, en su momento han de requerir el voto, zapes (Ricardo García Portilla) para hacerse diputado federal por el tercer distrito, y el Oficial Mayor, para hacer realidad el sueño de su vida: ser senador de la República (¿?).

Y la verdadera pachanga, con champaña, whisky (del caro) y caviar, se trasladó al auditorio Adolfo López Mateos.

¿Tú crees que los actuales tocados por la mano de dios manchis, se van a exponer a la convivencia con la perrada (así la llaman)? Para nada. Esos eran actos populistas y ridículos de la horda orticista, y como hoy lo corriente quedó en la historia, nada más ve la forma de vivir y convivir con altura… mientras, el pueblo, el escaso pueblo de la nueva convocatoria marianista, se quedó en el zócalo padeciendo las inclemencias del tiempo, pero eso sí en una rica y armoniosa convivencia… que las autoridades nos hicieron el desplante de dejarnos… ¿y a quién le hacen falta?