Seguramente el gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez se encuentra preocupado por los últimos acontecimientos registrados y que no sólo tienen que ver con la pérdida de cercanos e importantes colaboradores, sino con el aumento de contagios de Covid-19 que se están reportando y que podrían obligar a imponer nuevamente la suspensión de actividades no esenciales como ya se presentó en otros estados del país.
Marco Mena resentirá la ausencia de Alberto Amador Leal, el jefe de la oficina del Gobernador, quien este fin de semana falleció, pues ese funcionario se había convertido en una pieza clave en su administración.
El ex diputado federal atendía todos los casos importantes y participaba en reuniones claves de funcionarios donde se planteaba la problemática del estado. Llegó a tener más poder, influencia y cercanía con el mandatario que el estorboso secretario de Gobierno de Tlaxcala, José Aarón Pérez Carro.
El poblano Alberto Amador fue una pieza fundamental para mejorar la deteriorada imagen del gobernador tlaxcalteca. Nadie del primer círculo de Mena puede negar que la percepción hacia el mandatario mejoró sustancialmente en los últimos meses debido a los consejos y decisiones de ese funcionario, quien siempre intentó mostrar ante a la opinión pública a una administración estatal sensata y responsable que estaba alejada de actitudes protagónicas.
No lo cuente en voz alta pero la intervención del jefe de Oficina del Gobernador fue clave para detectar anomalías y negocios pocos claros en algunas dependencias estatales que tuvieron cambios de funcionarios como el realizado en la Coordinador General de Ecología que estaba en manos de Efraín Flores Hernández, así como en la oficina del Registro Público de la Propiedad y Notarías que controlaba el marianista Sergio Cuauhtémoc Lima López.
Otro funcionario al que también se le encontró haciendo negocios pero que logró salvarse de ser despedido fue Luis Miguel Álvarez Landa, Oficial Mayor de Gobierno.
Marco Mena deberá pensar no sólo en el reemplazo de Alberto Amador, sino del secretario de Educación Pública de Tlaxcala, Florentino Domínguez Ordoñez, quien también murió este fin de semana por las complicaciones que le provocó el Covid-19.
A esos relevos obligados deberá sumar los que también se generen por la salida de algunos funcionarios que en los próximos días se convertirán en candidatos a diputados.
El cierre de la actual administración estatal será complicado y los ocho meses que le restan serán más que difíciles por el tema de la pandemia, la escasez de recursos públicos, la crisis económica y el desarrollo de las elecciones federales y estatales.
Hoy la administración estatal podría empezar a vivir la cuenta regresiva que implicará dejar el poder cuando se someta a discusión la ratificación de la cuestionada magistrada del Tribunal Superior de Justicia del Estado, Rebeca Xicohténcatl Corona. Algunos diputados locales podrían evidenciar la abierta intervención de funcionarios estatales para lograr tal propósito y que recibieron la instrucción de “alterar” algunos informes para beneficiar a esa abogada.
Un ejemplo de lo anterior es la actitud de la Procuraduría General de Justicia en el Estado a cargo del nefasto José Antonio Aquiahuatl Sánchez, dependencia que al inicio de la evaluación de Rebeca Xicohténcatl se quejaba del trabajo y actuación de esa magistrada, pero que después cambió radicalmente y omitió todos los señalamientos negativos.
El gobernador Marco Mena quiere que su amiga y aliada se mantenga en el cargo de magistrada del TSJE, de ahí que hará todo lo posible por lograr esa hazaña y evidenciar una vez más que los diputados locales son unos mediocres sin capacidad que carecen de los tamaños para llevarle la contraria.
En unas horas veremos si el gobernador Mena sigue ejerciendo totalmente el poder o si los diputados se imponen y deciden negar la ratificación a la tal Rebeca Xicohténcatl que los tachó de mediocres e ignorantes.
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