Ya imagino las súplicas de clemencia a su inventor y protector, porque de otra forma no se habría dado el vigor imparcial en el resolutivo de la Sala Electoral Administrativa. * Los 27 compromisos, pero sin Wilfridos ni Teresitas.
El resolutivo de la Sala Electoral Administrativa (SEA), en el caso de la elección de alcalde en Apizaco, muestra a un organismo vigoroso en su imparcialidad y, capaz de pasar por alto las órdenes dictadas por una obvia superioridad, para apagar el polémico éxito electoral del panista, Orlando Santacruz Carreño.
La actuación del Poder Judicial de Tlaxcala, quedó a salvo de sugerencias con origen en el inexplicable control omnímodo de otro Poder, el Ejecutivo, cuyo titular seguramente sopesó entre echarse la soga al cuello, con aquella inexplicable y estúpida entrevista radiofónica, fuera de toda lógica (y desde luego, de la legalidad).
Dejar que ese acto lo mostrase responsable, tanto como al Gobierno Federal en su quijotesca lucha por ganar plazas importantes, tenía un precio mucho más alto que poner quieto a Santa Cruz, quien para auto complacerse desconoció el pacto al que debe su incursión en el servicio público, tras la atenta súplica de su extinto progenitor, para que así ocurriese.
Sin medir consecuencias, echaría mano del personal de la Consultoría Jurídica del Ejecutivo, para incorporarlos a los trabajos de su casa de campaña.
Haría lo mismo con personal de confianza del Congreso del Estado (con el concurso de diputados y funcionarios en quienes recae una delicada responsabilidad).
Todo ello era parte de un desesperado plan para afianzar un triunfo (que resultó elaborado en exceso) mal visto por el gobernador electo, de quien podría decirse que envió mensajes a la SAE en búsqueda de la anulación de la jornada en Apizaco.
Pero la variedad de grises en este caso, favoreció al tono de Orlando.
No conservó el triunfo electoral por mérito, sino por desinterés de los personajes quienes pudieron influir para un resultado distinto.
Será, por tanto, un gobierno municipal cuestionado de origen y, acotado por un Congreso equilibrado en sus fuerzas y un Ejecutivo que hoy está del otro lado del mostrador (Mariano González fue alcalde de Apizaco durante la administración de Beatriz Paredes, con quien el desencuentro fue una constante).
Pero estos son otros tiempos.
Allá en la época de Beatriz, los conflictos se daban al interior del tricolor.
Hoy, son con su enemigo histórico.
Imagino a Santacruz, suplicando clemencia a su inventor y protector. Y a este, calculando los daños colaterales.
Pienso en el coraje Mariano al conocer dicho resolutivo.
Entonces hay que establecer los dos momentos en este asunto.
El primero, muy positivo. El Poder Judicial de Tlaxcala, rechazó cualquier tipo de presión para actuar en determinado rumbo.
El segundo, de pésima manufactura. Habrá ganado la elección quien recurrió a las marrullerías más reprobables. Ese triunfo habrá de deberse más a las circunstancias que a la legítima voluntad popular.
Ojalá no se llene de cinismo y atribuya su llegada a un cariño inexistente de los electores.
Los 27 compromisos
A cinco meses de concluir, hay planes para aprovechar cada hora en materia de obra pública.
Qué mal sería si en la desesperada maniobra para cerrar, se echa mano de Wilfridos y Teresitas, que tanto dañaron al patrimonio de los tlaxcaltecas.
Más que un compromiso cuantitativo, el cumplimiento de dicha oferta debe ser un acto de honestidad, para que las obras no se hundan por falta de estudios del subsuelo, o se fracturen por el uso de aceros inapropiados, o colapsen, por el abuso de catalizadores en el concreto que tarde o temprano cederá a técnicas deficientes.
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