Sin precipitarse y establecer la agenda mediática de la sucesión en Tlaxcala, el PRI y el gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez han optado por un bajo perfil y seguir los tiempos que ha marcado Morena y el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, quien la semana pasada avaló y ordenó una serie de actos oficiales y movimientos para mostrar su carta y no dejar dudas de quién será su candidata a la gubernatura en las elecciones del 2021.

 

López Obrador no sólo permitió una merecida despedida de Lorena Cuéllar Cisneros como “super delegada”  de los programas de desarrollo de la Secretaría de Bienestar, sino que nombró como nuevo representante de esa dependencia y de su gobierno a Carlos Luna Vázquez, uno de los funcionarios más cercanos a la hoy aspirante a la candidatura de Morena al gobierno del estado, lo que confirmó la cercanía y la confianza que el mandatario del país tiene al grupo lorenista.

 

El PRI y su gobernador Marco Mena observaron los primeros movimientos en el ajedrez de la sucesión y de inmediato respondieron el pasado fin de semana con sus respectivas jugadas. Primero adelantaron que será el ex partidazo el que encabece la candidatura  al gobierno de estado del Bloque Opositor Amplio (BOA) en caso de confirmarse su integración y segundo el mandatario ratificó la terna de aspirantes priistas a sucederlo.

 

El Revolucionario Institucional sabe que no encabeza las preferencias electorales y que tampoco se ubica en una zona de competencia, pero tiene indicios de que el BOA y el trabajo político que se lleva a cabo los pondrá en otra posición y que tendrán elementos para disputar la gubernatura.

 

Aunque se habla de una terna en el PRI, en los hechos los que están disputándose la candidatura son la alcaldesa capitalina Anabell Ávalos Zempoalteca y el trinquetero secretario de Educación Pública de Tlaxcala, Florentino Domínguez Ordoñez.

 

Noé Rodríguez Roldán, el actual líder estatal del PRI, sólo está de relleno y en espera de que le avienten un hueso acompañado de una propuesta de un futuro cargo para declinar o sumarse a cualquiera de los dos priistas, como lo hizo en la sucesión pasada cuando terminó apoyando a Marco Mena y respaldando  su nominación para los comicios del 2016.

 

El reducido grupo menista que hoy controla el dinero público y el poder empuja con todo las aspiraciones del trácala de Domínguez Ordoñez que no sólo usa la Secretaría de Educación Pública para financiar su naca campaña plagada de ocurrencias y marcadas ilegalidades, sino que también se ha sumado la estructura de otras dependencias y funcionarios estatales a ese propósito, con la salvedad que lo hacen más por compromiso que por estar realmente convencidos de que ese gris priista es la mejor opción que tienen para enfrentar a Morena.

 

Hasta ahora nadie se explica por qué los menistas realizan una burda cargada a favor de Florentino Domínguez cuando todas las encuestas concluyen que la alcaldesa capitalina Anabell Ávalos es la aspirante mejor posicionada y con los niveles de mayor competitividad.

 

Ávalos Zempoalteca no sólo es la que está mejor ranqueada entre los priistas y varios de los aspirantes a la gubernatura del estado, sino que es la que desde hace varias semanas trabaja en su estructura territorial, logra acuerdos, suma simpatías y sobre todo hace política para ganar adeptos a su proyecto que ha crecido y sigue avanzando.

 

El PRI sabe que el exceso de confianza de sus adversarios y sus evidentes errores operativos son elementos que debe y aprovechará para disputar el gobierno de Tlaxcala. En los comicios del 2016 el actual mandatario Marco Mena inició la campaña sin encabezar las preferencias electorales, pero conforme avanzó el tiempo las circunstancias cambiaron al grado que terminó con el triunfo y derrotó en las urnas a Lorena Cuellar, quien en ese entonces parecía que era invencible por su popularidad y nivel de aceptación que tenía entre los tlaxcaltecas.

 

Los priistas están dando señales de que aún no están muertos y que darán la pelea en las futuras elecciones locales.