De prevalecer y prolongarse los conflictos internos y el desorden en Morena, el partido del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, muy probablemente entregará malos resultados en las elecciones del próximo 6 de junio en que los tlaxcaltecas acudirán a las urnas para elegir gobernador, diputados federales y locales, alcaldes y presidentes de comunidad.

 

A menos de 8 meses de esos comicios, la división en el partido de Morena sigue creciendo al igual que la atomización de su estructura en Tlaxcala, pues cada día aparece un nuevo aspirante no sólo a una diputación local, sino a las presidencias municipales, de ahí que será muy complicado lograr un acuerdo para que un solo militante del Movimiento Regeneración Nacional reúna el consenso en cada uno de los 15 distritos locales y se alce como candidato oficial en cada uno de los 60 municipios de la entidad.

 

Para la candidatura al gobierno del estado sólo existen cuatro precandidatos que son los senadores Ana Lilia Rivera Rivera y Joel Molina Ramírez, así como la joven empresaria Dulce Silva Hernández y la aún superdelegada del gobierno federal Lorena Cuéllar Cisneros.

 

Entre esos morenistas prevalece una frágil civilidad política y al parecer todos han aceptado el método que aplicará el partido para elegir a su candidato oficial y que no es otro más que recurrir a una encuesta, cuyos resultados en caso de ser claros y contundentes alejará la posibilidad de alguna impugnación o conflicto interno, sin que eso implique que la unidad en Morena se dará por añadidura.

 

Los militantes duros de Morena que representan los intereses del ala radical del partido como la poderosa Bertha Elena Luján Uranga empujan las aspiraciones de Ana Lilia Rivera y Joel Molina, mientras que los neomorenistas y el lopezobradorismo ven con buenos ojos la participación de Lorena Cuéllar que en el 2012 dejó el PRI para sumarse al PRD, instituto político que también abandonó en el 2017 tras perder la elección para gobernador de Tlaxcala para finalmente incorporarse como una fiel y devota seguidora de Andrés Manuel López Obrador, al grado que eso le permitió convertirse en candidata a diputada federal en los comicios del 2018.

 

El riesgo de que se acentúe la división en Morena una vez que se designe al candidato o candidata a gobernador para los comicios del 6 de junio del próximo año existe y ésta podría agravarse si las candidaturas a diputados y alcaldes empiezan a darse a lorenistas y se hace a un lado a los morenistas radicales o duros, que aunque no lo parezca y se vea, son los que mantienen un intenso activismo y un trabajo a ras del suelo por todo el territorio para promover a Ana Lilia Rivera o a Joel Molina, así como al resto de sus aspirantes a otros cargos de elección popular.

 

Lorena Cuéllar se muestra muy confiada en su posicionamiento y su equipo se encuentra aletargado cómo si la todavía superdelegada ya tuviera en la bolsa la candidatura de Morena, lo cual representa un grave error porque ella sabe mejor que nadie que minimizar a los rivales y contendientes puede resultar muy caro, como cuando lo hizo en los comicios del 2016 en que perdió ante el actual gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez que era considerado en ese entonces como el priista más débil y con escasa popularidad.

 

Dulce Silva existe pero ni su dinero ni su alocada campaña inquietan. Su aparición resultó positiva porque metió ruido al proceso interno de Morena y sin lugar a dudas ayudó a mantener presente al partido del presidente López Obrador, sin embargo hay que decirlo que esa despilfarradora empresaria es la que menos consenso genera entre los militantes tlaxcaltecas del Movimiento Regeneración Nacional que no la perciben como una política seria y menos cercana al pueblo.

 

El desorden en Morena no pasa desapercibido para el resto de los partidos políticos que operan en Tlaxcala, pues están a la caza de los precandidatos inconformes para ofrecerles un nuevo instituto donde puedan emprender su proyecto para convertirse en diputados locales o presidentes municipales.

 

El PT es el más avanzado en ese proceso al que siempre suele recurrir para tener uno que otro candidato competitivo, sin embargo Nueva Alianza y Movimiento Ciudadano también andan en abierto coqueteo con morenistas que no descartan la posibilidad de abandonar su partido ante el exagerado número de aspirantes que existen y lo difícil que será obtener la nominación oficial.

 

Por cierto, dos diputadas locales, una de Morena y otra del PT, Ana Bertha Mastranzo Corona y Michaelle Brito Vázquez, aseguran que serán candidatas a presidentas municipales de San Pablo del Monte y Tlaxco, respectivamente, porque según ellas Lorena Cuéllar ya las palomeó y les dio su visto bueno, lo cual no es creíble porque la primera se ubica en los últimos lugares en las encuestas para disputar ese cargo y la segunda más bien tendría que buscar el aval de Silvano Garay Ulloa que al final controla al Partido del Trabajo.

 

No cabe duda que las gandallas siempre se evidencian.