La falta de firmeza y liderazgo de las autoridades estatales y municipales para que los tlaxcaltecas acaten y mantengan por más tiempo las medidas sanitarias para evitar contagios de Covid-19 ha sido la constante a lo largo de la actual pandemia, situación que se puede comprobar con la enorme cantidad de ciudadanos que andan por las calles, la movilidad comercial que se registra y el retorno de múltiples actividades.
Nadie se explica cómo Tlaxcala paso del color rojo al naranja en el semáforo epidemiológico del gobierno federal cuando los datos de contagios y muertes reportados en la actual semana demuestran que la enfermedad no cede y sigue teniendo altos niveles que deberían ser motivo de preocupación.
El gobierno del estado que encabeza Marco Antonio Mena Rodríguez aceptó sin chistear ninguna inconformidad o queja la nueva fase, con lo cual seguramente será responsabilizado por el gobierno federal si es que en los siguientes días Tlaxcala regresa al color rojo.
Lo anterior es muy probable que se presente porque una parte importante de ciudadanos asume que la emergencia sanitaria ya pasó y que la pandemia se encuentra domesticada como hace algunas semanas lo aseguró equivocadamente el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.
Al finalizar la actual semana la entidad habrá superado las 4 mil personas infectadas y el número de defunciones provocadas por el mortal virus se estará acercando a las 600 muertes.
La irresponsabilidad de los tlaxcaltecas y la falta de firmeza de las autoridades estatales y municipales para hacer valer las medidas sanitarias se traducirán en más infectados y decesos.
Las timoratas declaraciones de funcionarios estatales como el secretario de Salud, René Lima Morales, de que el color naranja en el semáforo epidemiológico no es un permiso libre para reanudar actividades resulta ridícula cuando éstas nunca se han suspendido en su totalidad o que el titular de la Coeprist, Néstor Flores Hernández, presuma que se llevaron a cabo más de mil visitas a establecimientos comerciales en 5 municipios con mayor incidencia de Covid-19, cuando el virus tiene presencia en todo el estado.
En otras partes del país es evidente que las autoridades asumen con seriedad el caso de la actual pandemia y lejos de mostrar actitudes triunfalistas como en Tlaxcala, adelantan escenarios complicados y hasta rebrotes de contagios de coronavirus para octubre, mes en el que se pueden registrar nuevos enfermos de Covid-19 y de influenza, situación que incrementará sustancialmente la demanda de servicios médicos en los hospitales de la Ciudad de México.
En la entidad se presume capacidad hospitalaria, un tratamiento efectivo para enfermos de coronavirus, las brigadas cuídate y hasta una gran organización gubernamental para enfrentar la pandemia, sin embargo los trabajadores del gobierno del estado que se enferman no pueden recibir una atención decorosa o digna porque en los hechos son abandonados a su suerte.
Ejemplos sobran, pero ahí están los casos reportados en la Procuraduría General de Justicia en el Estado a cargo del insensible, pero siempre coqueto y galán, José Antonio Aquiahuatl Sánchez, quien manda a descansar a sus elementos enfermos de coronavirus no sin antes darles su oficio que tales días de reposo o convalecencia son a costa de sus vacaciones.
Hace unos días un agente ministerial de nombre Fermín M. perdió la vida por la enfermedad y no recibió ningún apoyo adicional de la PGJE. Hoy otro policía de esa corporación de nombre Manrique G. se encuentra enfermo y delicado por tener diabetes, pero aun así ni el director David Mejía o el comandante operativo Raúl Moreno hacen algo para ayudarlo.
Su táctica es simple. Si al procurador le vale el estado de salud de sus agentes, a los jefes de los ministeriales también.
El oscuro Mario Gallardo que se desempeña como director Administrativo de la PGJE se niega a dar apoyo a las familias de los agentes infectados de Covid-19, bajo el argumento de que no hay dinero para esos onerosos gastos, lo cual no es creíble porque no puede ser que el ayuntamiento de Tlaxcala bajo el mando de Anabell Ávalos Zempoalteca se muestre más sensible y pague el tratamiento médico de los policías infectados de coronavirus, sino hasta el hospital donde estuvo uno de ellos y que por desgracia perdió la vida.
Y ya que hablamos de insensibles y galanes, le cuento que si bien el director de Obras Públicas del ayuntamiento de Tzompantepec, Armando López Sánchez, resultó positivo por Covid-19, éste con ayuda de sus “amigos” trato de culpar de su enfermedad al diputado local de morena, Víctor Castro López, quien habría llevado a cabo hace unos 15 días una supervisión de obras en ese municipio sin respetar, según ellos, las medidas sanitarias.
Lo anterior no sólo resulta una burda y chafa mentira que seguramente se le ocurrió a alguien cuyas neuronas ya no le funcionan, porque si Armando López se enfermó fue porque ese adonis región cinco no dejaba de visitar a su conquista de nombre Silvia R. que labora en la Tesorería del ayuntamiento, misma que estuvo enferma de coronavirus al igual que su mamá Hilaria P., situación que es del todo conocida por los vecinos de la comunidad de San Juan Quetzalcoapan que no se pierden ningún capítulo del tórrido romance entre ambos trabajadores municipales.
De lo que se viene uno a enterar por culpa de esta pandemia.
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