Emulando a personajes de ficción del cine mexicano que retratan a la perfección el actuar de algunos políticos, el presidente de San Pablo Apetatitlán, Eloy Reyes Juárez, con dotes de padrote de quinta y aires de ser un avezado líder gubernamental, siente que tiene lo suficiente para convertirse en diputado local y seguir viviendo con lujos y excesos que da el dinero público, porque ya comprobó que lo suyo no es el pequeño comercio de tianguis en tianguis, sino la mentira, la traición y la deshonestidad.
Con una reducida capacidad política y limitada inteligencia, el hoy deshonesto alcalde perredista recurrió a ciertos amigos y familiares para emprender su campaña por la presidencia municipal de Apetatitlán, para lo cual decidió ponerse su disfraz de oveja para suplicar ayuda, financiamiento y mostrar, según él, una lealtad a prueba de balas a sus benefactores, situaciones que una vez que ganó las elecciones del 2016 pudo sostener por muy poco tiempo porque de inmediato Reyes Juárez sacó su verdadera personalidad ligada a un hombre sin palabra, voraz y hambriento de dinero y reconocimiento.
Ese remedo de político que piensa que los recursos públicos y el poder sólo sirven para enriquecerse, beneficiar a la familia y lograr conquistas femeninas, es un claro ejemplo de lo que hoy detestan los mexicanos y los tlaxcaltecas que observan a un edil torpe, soberbio y ambicioso que piensa que merece ganar más que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.
Hasta hace dos años el sueldo del nefasto Eloy Reyes era de 62 mil pesos al mes, pero ahora ese mediocre político en complicidad con su hambriento grupo de regidores decidió aumentarse su salario para cobrar más de 115 mil pesos, cuatro mil pesos más que López Obrador que percibe una remuneración de más de 111 mil pesos, según se puede constatar en la nómina oficial del Ayuntamiento de San Pablo Apetatitlán y en el sitio de transparencia de la Presidencia de México.
El gris y mezquino trabajo del presidente municipal no justifica ese abultado salario y menos cuando uno observa que un regidor cobra un poco más de 25 mil pesos al meses, es decir, menos de una cuarta parte de lo que se lleva el voraz alcalde perredista.
Pero para acallar voces en contra en el Cabildo, Reyes Juárez autorizó una compensación que va de los 5 a los 10 mil pesos mensuales a dos regidores, el perredista Carlos David Robles Figueroa y al priista Juan Gabriel Sánchez Hernández.
Y aunque usted no lo crea los regidores y la síndico no son los segundos funcionarios que más ingresos tienen en ese ayuntamiento, pues resulta que los directores de Obras y Seguridad Pública se embolsan cada uno de ellos y cada 30 días la cantidad de 29 mil pesos.
Pero así como hay funcionarios consentidos, también hay empleados que son severamente castigados en sus remuneraciones.
Un trabajador de intendencia del mencionado ayuntamiento recibe como pago mensual más de 3 mil pesos, es decir, poco menos del 3 por ciento del salario del gris Eloy Reyes.
Aunque también hay casos especiales como el de una auxiliar administrativa adscrita a la Dirección de Gobernación de nombre Ana Gabriela Nava Fernández, quien se lleva sin sudar ni hacer mucho esfuerzo la cantidad de más de 11 mil pesos sólo por tener el manto protector del coqueto edil, cuando un auxiliar general de Agua Potable cobra más de 7 mil pesos, pero con la diferencia de que anda movido y trabajando.
Lo que pasa en Apetatitlán pronto dará mucho de qué hablar. Ese ayuntamiento sigue sin comprobar los 11 millones de pesos que fueron observados en la cuenta pública del 2018 y que valieron para que los diputados locales la reprobaran.
Pero no crea que Reyes Juárez sólo tendría antecedentes de lucrar con los recursos públicos, sino que también ha aprovechado su cargo para tener arreglos y ampliar el número de basificados en ese ayuntamiento y para lograr que su hermano Israel Reyes Juárez haya sido incrustado en la nómina de otro municipio para cobrar, pero sin trabajar.
Eloy Reyes resultó una enorme decepción y su gobierno va derechito al patíbulo.
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