En la elección de ayer fue derrotado el empeño de Calderón por hacer gobernadora a alguien que ganó puntos explotando su baja autoestima… El virtual gobernador Mariano, tiene ahora la responsabilidad de liberarse de los viejos perfiles inservibles.
Llevar a cuestas la derrota a pesar de los recursos sin fin con los cuales el Presidente sustentó su capricho de hacer gobernadora a una inexperta, ha de ser angustiante, porque el otro factor de peso en la campaña, el orticismo, no respondió como lo esperaba su líder. Y el barco se hundió.
1.- Ante la ausencia de una candidata alejada de la improvisación, los hacedores de su campaña crearon dos momentos, perfectamente identificables; el primero se refería a Adriana como la persona con limitadísimos alcances, pero con derecho de picaporte en la oficina de Calderón… “si no me cumples, te acuso”. La otra, el gran personaje, imbatible porque a la fuerza había conseguido el apoyo de cientos de grupos, muchos de cuyos integrantes sabían que aun ganando Adriana, ellos perderían, pues la soberbia de la candidata jamás conoció la palabra suma.
2.- El voto de castigo contra un sistema que ha tratado de pasar por alto al nepotismo y a delicados actos de corrupción que, se fueron acumulando a lo largo de los cinco años y medio del presente régimen. Así que los votantes formularon esta ecuación: la mala imagen del gobernador más, la mala imagen de quien lo ha de suceder, nos da como resultado un eventual gobierno doblemente malo, y votar por él sería ilógico, suicida, pernicioso…
Para que Adriana vuelva a ver las condiciones de hoy en el futuro va a estar muy difícil. No contará más con Calderón para imponerla, ni con Ortiz, para apoyarla a regañadientes; ni con Minerva Hernández, volviendo a dimitir. O sea, su vida política habrá de limitarse a algún encargo en lo que resta al sexenio de Calderón. En ese lapso, habrá de mostrar virtudes para seguir. Si no, su perspectiva laboral es pobre.
Ahora bien, ¿qué sucederá con Ortiz?
Creo que el ofrecimiento de incorporarse al gabinete de Felipe, en eso quedará. Y el sueño de hacer inmortal al orticismo no pudo ser. Son momentos que viven su esplendor una vez en la vida y, nadie duda que lleguen a consolidarse, pero no en esta oportunidad. De que lleguen mejores momentos lo dudo. Mejor será ver a burócratas y colaboradores orticistas haciendo fila en la nueva oficina marianista, donde el nuevo gobernador los habrá de someter a otras condiciones, muy distintas. Quién sabe si a los orticistas les convenga formarse en esa fila. Quién sabe que planes tendría para ellos el nuevo mandamás.
Tan grave fue el resultado del vendaval tricolor que, Adriana ni siquiera ha tenido la iniciativa para explicar qué fue lo que ocurrió. Dejó de cumplir con entrevistas en la televisión nacional y optó por encerrarse, tal vez a buscar explicación a lo inexplicable.
La otra cara de la moneda
En cambio, el de sangre libanesa anda tan risueño que no lo puede creer. El tiempo superó los desencuentros con Beatriz y le permitió, por sus propios fueros, hacer efectivo su derecho a gobernar porque, entre otras cosas, era el único de la foto con Sánchez Piedras a quien le tocaba. Este fue el detalle que restañó el odio entre los hermanos herederos de ese sanchezpiedrismo al que Mariano quiso convertir en doctrina. Sin embargo, habrá de convertirlo en marianismo, en tanto una corriente que habrá de comulgar con muchos para robustecer su base, menos con el orticismo, que tanto daño le hizo en aquella elección de 2004, cuando no hubo mariachis, sino caras largas –como el inolvidable rostro descompuesto de Enrique Jackson – quien por cierto nunca le perdió la fe a su amigo, el temperamental Mariano.
Falta un buen trecho para que inicie funciones la administración de González Zarur. Adelanta que su gobierno será de puertas abiertas. Ojalá no sea premonitorio del regreso de los dinosaurios al poder. Mariano tiene la obligación de dirigir la mirada hacia las nuevas generaciones, de guardar en la gaveta las osamentas que aun al paso del tiempo se empeñan en volver a estar tras el escritorio para activar el cajoncito del dinero. Que no sea ese el estilo de quien ha encontrado la nueva oportunidad por medio de una persistencia incuestionable.
Es tiempo de replantear su carácter explosivo. La vida le ha dado la oportunidad de ser gobernador de su estado, pero lo obligó a actualizarse, a ser (al menos a fingir) tolerante con las mujeres, con aquellos que disienten de su forma de pensar. Lo acercó a los jóvenes, con quienes tiene la gran oportunidad de pactar el desarrollo del estado al que señala de atravesar por la peor de sus etapas debido al estilo impreso por el orticismo y el panismo.
La frase de ataque de Mariano, “con firmeza…” no debe aplicar como una tiranía que sucede al orticismo-panismo, en una etapa de Tlaxcala que requiere inteligencia más que sed de venganza y, una real hambre de progreso, en lugar de romper lo hasta ahora logrado.
La demostración espontánea del respetable hacia Mariano, es inobjetable. Falta que la consolide con un equipo de trabajo más interesado en lograr el consenso con el gobierno federal que, en iniciar una confrontación, improductiva en todos los ámbitos.
Ortiz no esperaba semejante fracaso
Dicen quienes conviven con Héctor Ortiz que, su habitual frialdad se fue transformando en profunda angustia, en un rostro desencajado que reaccionaba así a los prospectos que le vendieron con la garantía de triunfo en los comicios… y ¿el congreso?, ¿y las presidencias municipales?… no era lo que se esperaba… lo mismo hacían agua la sexagenaria apuesta en Huamantla que, el invencible Winnie the Poo (Victor Hugo Cahuantzi) en Tlaxcala.
Y Reyes Ruiz, el zar del WC estaba a punto de arrancar el triunfo a Orlando Santacruz Carreño, el soberbio líder de la bancada albiazul que antes de las campañas procuró meter a la cárcel por lo menos a uno de sus adversarios. Y ni así pudo con ellos. Por la mañana, la diferencia entre ambos era de a penas cuarenta votos.
¡¿Qué ocurrió?!, se preguntaban orticistas y panistas. Y parece que la respuesta es la siguiente: ante la falta de candidata y el voto de castigo, los arrastró un verdadero tifón.
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