Sería ingenuo pensar que la salida definitiva de Noé Rodríguez Roldán de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes del Estado (Secte) para convertirse en próximo dirigente del PRI en Tlaxcala y la llegada de Florentino Domínguez Ordoñez a la Secretaría de Educación Pública en lugar del degradado Manuel Camacho Higareda que es reciclado para ocupar la dirección del Sistema Estatal de Promoción del Empleo y Desarrollo Comunitario (Sepuede) no son movimientos que tienen implícito el arranque de la sucesión.
De esos tres movimientos dos están relacionados directamente con el futuro proceso electoral previsto para el primer domingo de junio del 2021, es decir, involucra a Noé Rodríguez y Florentino Domínguez. El primero más allá de que trate de revivir al moribundo PRI, ya tiene la venia del gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez para moverse y lograr consensos en torno a su persona para tratar de crecer en las preferencias y ubicarse como un serio aspirante a la candidatura al gobierno de Tlaxcala.
El segundo antes de dedicarle tiempo a la grilla y esfuerzos para apuntalar sus desbocadas aspiraciones por la gubernatura tendrá la difícil y complicada tarea de corregir el enorme desorden administrativo y financiero que le heredó el soberbio aspirante de poeta Manuel Camacho, quien defraudó la confianza de su jefe y amigo que, quizá por lástima, decidió mantenerlo en la nómina oficial pero en un cargo menor donde no pueda realizar daño como es el Sepuede.
Camacho Higareda políticamente está muerto. Ya no podrá decir a sus subordinados que él es Secretario ni utilizar su tonta frase de que es experto en “negociaciones machas”. Su incapacidad siempre fue manifiesta durante su gestión como titular de la Secretaría de Educación, así como su enorme necesidad de reflectores. Jamás pudo ocultar su proclividad al dinero público que se documentó en las auditorías que el Órgano de Fiscalización Superior realizó a la dependencia.
Hace unos días le comenté que Manuel Camacho estaba descartado para la sucesión. Su amigo el gobernador tardó muchos meses en entender que su secretario consentido era un fiasco.
Ayer una vez que se anunciaron los cambios en el gabinete menista, Manuel Camacho recurrió a su estúpida sonrisa para, según él, demostrar que no le había dolido su degradación de Secretario a Director, cuando en realidad su actitud lo pintaba muy bien de pies a cabeza al evidenciar a un hombre castrado capaz de doblarse para seguir en la burocracia dorada.
Cualquier otro político con un peso de dignidad no hubiera aceptado ese cambio y éste se habría retirado ante tal humillación, pero ya vimos que Camacho Higareda se mantendrá “estoico” y hará el favor a los ciudadanos del estado de seguir laborando en el gobierno para apuntalar el desarrollo de Tlaxcala.
Marco Mena empezó a mover las fichas de su ajedrez rumbo a la sucesión del 2021. El mandatario ha dado muestras de impulso y apoyo a la presidenta municipal de Tlaxcala, Anabell Ávalos Zempoalteca, quien desde su espacio teje fino y sin calenturas su aspiración para disputar la candidatura del PRI al gobierno del estado.
El PRI en Tlaxcala está obligado a buscar al mejor candidato para competir por la gubernatura de la entidad, pues para su mala suerte todos los estudios de opinión realizados para medir cómo va la carrera por la sucesión coinciden en que Morena tiene amplias posibilidades de ganar los comicios locales.
El periodista Gustavo Rentería publicó en el periódico 24 Horas una columna titulada “Los gobernadores de AMLO”, en cuyo texto pone que Tlaxcala se encuentra entre las gubernaturas que el partido (Morena) del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, podría lograr en las elecciones del 2021.
Según el texto de esa columna, la casa encuestadora Massive Caller encontró que Morena ganaría la gubernatura de Tlaxcala con el 47.1 por ciento de las preferencias que obtendría ese partido si su candidata fuera Lorena Cuéllar Cisneros, actual “super delegada” de la administración de López Obrador en el estado.
El escenario para el PRI está más que complicado.
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