El PAN y su dirigentes nacional, Marko Cortés Mendoza, tendrán que trabajar muy duro si en verdad pretenden lograr la unidad y convertirse en una opción real de gobierno en Tlaxcala para las elecciones del 2021, porque los meses pasan y ese partido luce desbalagado, sin rumbo y lo que es peor sin cuadros internos o externos que puedan meter a ese partido en la competencia por la gubernatura.

Apostar porque el impopular gobierno del priista Marco Antonio Mena Rodríguez mantenga su estilo y su insultante pasividad es ridículo, así como desear que a la administración que encabeza el morenista Andrés Manuel López Obrador le vaya mal para que el PAN pueda recuperar cierto respaldo de los electores es lamentable, porque sencillamente los panistas demuestran que no tienen proyecto, que no saben cómo ser una oposición de peso tanto al gobierno local como federal y que su suerte y futuro depende de lo que hagan otros actores políticos.

Al encabezar el pasado viernes un acto político en la sede del PAN en Tlaxcala, Marko Cortés se mostró como un líder alejado de la realidad que vive su partido en la entidad, porque ni los panistas están unidos, ni tampoco son una oposición real que establezca agenda estatal o ejerza algún liderazgo en el Congreso del Estado o en los ayuntamientos donde tiene regidores.

Sin ningún recato, el dirigente de los panistas pretendió engañar no sólo a los militantes con propósitos que resultan insultantes, sino que también planteó la posibilidad de ganar el gobierno del estado para los comicios del 2021 cuando no hay ni un dato duro que ubique a esa fuerza política en ese camino.

De acuerdo con los resultados que han arrojado las últimas encuestas para medir el posicionamiento de los aspirantes al gobierno de Tlaxcala y la intención de voto que tienen los partidos políticos, el PAN se ubica en niveles muy bajos al igual que sus probables candidatos como la ex perredista Minerva Hernández Ramos que se encuentra estancada en las preferencias por más intentos que ha hecho por despejar.

A casi seis meses de que José Gilberto Temoltzin Martínez asumiera las riendas del Comité Directivo Estatal del PAN, ese partido sigue sin rumbo y lo que es peor mantiene el estilo del anterior dirigente Carlos Carreón Mejía, es decir, sólo trabajan con los panistas de su grupo y prefiere el bajo perfil para evitarse problemas o conflictos, como si para él resultara más redituable ser palero del gobernador priista Marco Mena, de los diputados locales de Morena, el PT y el PES y de los alcaldes que son señalados de corruptos.

Ante la ola de inseguridad que azota a Tlaxcala el PAN y sus dirigentes han guardado silencio, al igual que en temas de corrupción de algunos presidentes municipales y de dependencias estatales. Han sido incapaces de lanzar una crítica al pésimo trabajo que realizan funcionarios como Manuel Camacho Higareda, secretario de Educación, quien no puede solucionar un conflicto que sostiene con trabajadores que desde hace cuatro semanas mantienen tomadas las oficinas centrales de la SEPE.

El PAN está lejos de tener la presencia y fuerza que en su momento obtuvo cuando Héctor Ortiz Ortiz lo llevó al gobierno del estado o cuando ese partido estuvo bajo el mando de Adriana Dávila Fernández, que si bien no puedo retener y conquistar la gubernatura de Tlaxcala, al menos ganaron y administraron los municipios más importantes del estado y lograron una fuerza representativa en el Poder Legislativo.

A 23 meses de las elecciones locales, el PAN carece de un proyecto en materia electoral que lo haga revivir en Tlaxcala y al mismo tiempo ubicarse como una opción real de poder.

Marko Cortés es un dirigente nacional de PAN que no trae el pulso de su debilitado partido, por lo que alguien debería recomendarle no hablar por hablar porque no sólo él se pone en evidencia, sino a los líderes locales que saben que en las actuales circunstancias no ganarían nada porque no tienen candidatos ni una estructura electoral con las que puedan competir.

El PAN está desperdiciando tiempo y la oportunidad de convertirse en una oposición con fuerza, lo cual lo lamentará con el tiempo y cuando descubra que los tlaxcaltecas no respaldarán a ese partido que le gusta nadar de a muertito.