El poder de facto que existe al interior del Poder Judicial de Tlaxcala decidió recuperar el control del Tribunal Superior de Justicia en el Estado y por eso decidió remover como presidente al magistrado poblano Héctor Maldonado Bonilla, quien dejó el cargo junto con la burocracia dorada que representaba los intereses del ex gobernador Mariano González Zarur, la cual presumía el dominio absoluto en esa instancia.
Bajo el argumento de haber cometido algunas anomalías financieras y excesos, como las que han hecho y repetido todos los presidente del TSJE, seis magistrados encabezados por Fernando Bernal Salazar y Mario de Jesús Jiménez Martínez, decidieron la tarde del viernes arrebatar el Poder Judicial a los marianistas que no sólo controlaban el gasto público, sino los negocios, la impartición de justicia y la estructura administrativa que por 16 meses les dejó buenos dividendos.
Un error que quizá cometió el magistrado Héctor Maldonado fue encargar el control del Poder Judicial a Giorgette Alejandra Pointelin González, quien hizo y deshizo sin conocer a detalle el poder y alcance de los magistrados como la ex presidenta del TSJE Elsa Cordero Martínez, el interesado Felipe Nava Lemus y la frustrada y acomplejada Rebeca Xicohténcatl Corona, así como a la débil Mary Cruz Cortés Ornelas que le dio una terrible amnesia que borró en ella todo rastro del marianismo.
Para que Mario de Jesús Jiménez llegara a la presidencia del TSJE se tuvieron que conjugar ciertos factores y también darse ciertas traiciones.
El rompimiento de Pointelin González con su ex amiga Elsa Cordero tuvo sus consecuencias. La magistrada pactó con Jiménez Martínez para dejar a un incondicional suyo de nombre José Juan Gilberto de León Escamilla en la Secretaría Ejecutiva, quitándole esa posición a la ex delegada de la PGR, la cual se incrustó en la nómina del TSJE porque ella misma la contrató cuando fue presidenta del Poder Judicial.
El nuevo presidente del Poder Judicial se quedó con la Tesorería, la cual controlaba Lilian Rivera Nava, gente cercana al ex gobernador Mariano González y a su hijo el ex diputado local Marianito González Aguirre.
Lilian Rivera tiene demando al Congreso del Estado donde, por cierto, le están armando un expediente por cheques que se llevó y otras inconsistencias financieras que habría cometido cuando se encargó de la Dirección Administrativa de la pasada legislatura.
Pero no crea que la destitución de Maldonado Bonilla fue ajena para el gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez, pues es obvio que avaló que dos de sus incondicionales en el Consejo de la Judicatura aceptaran y aprobaran la llegada Mario de Jesús Jiménez como presidente, porque es imposible pensar que el libidinoso Álvaro García Moreno (representante del Poder Legislativo) y la panista Mildred Murbartían Aguilar (representante del Poder Ejecutivo) tomaran por sí solos una decisión sobre ese importante tema.
Hasta donde se sabe, Jiménez Martínez concluirá el periodo que le restaba a Héctor Maldonado como presidente del TSJE y que vence hasta enero del 2020, mes en que podría ser reelecto para mantenerse en el cargo hasta enero del 2021 (el 15 marzo de ese año dejará de ser magistrado) y en esa fecha podría heredar esa posición al magistrado morenista Fernando Bernal Salazar que fue la punta de lanza para remover a Héctor Maldonado.
El magistrado Héctor Maldonado y su equipo buscará la protección de la justicia federal y tratará de refrenar lo que parece un hecho consumado, sin embargo habrá que esperar si logra que acepten su amparo, porque si no es así tendrá que aceptar su derrota y regresar al pleno del TSJE como un miembro más al que todos verán como el apestado.
Después de este golpe, el marianismo perderá poder e influencia y seguramente rescatará al ex diputado federal Ricardo García Portilla, con el propósito de tener un jugador en la sucesión ahora que las aspiraciones de Maldonado Bonilla son casi nulas.
Mario de Jesús Jiménez estaba obsesionado con ser presidente del Poder Judicial de Tlaxcala. El tiempo se le iba y quizá por esa razón recurrió a lo que pudo para lograr ese objetivo. Ahora habrá que ver cuál será el costo que deberá pagar por el apoyo recibido, de ahí que no se descarta que el TSJE viva una época obscura y de corrupción de aquí y hasta enero del 2021.
Veremos y contaremos que pasa.
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