Alguien debería sugerir al bisoño secretario de Gobierno en Tlaxcala, José Aarón Pérez Carro, que recurrir constantemente a la demagogia para abordar el tema de la inseguridad no le ayudará a calmar el creciente malestar ciudadano y mucho menos asustar a los delincuentes, a quienes suele lanzar tontas amenazas de que no tendrán cabida en el estado cuando se observa que el crimen cada vez desplaza más a las autoridades.
Resulta ridículo leer y escuchar las declaraciones del encargado de la política interna en el estado cuando ante los medios de comunicación y con los gestos de “Harry El Sucio Callahan” se quiere mostrar como un funcionario implacable contra los criminales, pues aparte de minimizar los hechos violentos de los últimos días lanza advertencias que más que temor provocan risa a los maleantes que se han de pitorrear de la supuesta coordinación que según el titular de la Segob existe entre los tres niveles de gobierno para combatir la inseguridad.
El recomendado de la ex gobernador de Tlaxcala Beatriz Paredes Rangel no sólo le quedó muy grande el puesto de procurador de Justicia, sino el de secretario de Gobierno, toda vez que su “experiencia” como un longevo burócrata más de la PGR no se ve por ningún lado, ni sus dotes de político porque simplemente el problema de la inseguridad no sólo se ha acrecentado, sino que empieza a salirse de control.
Pérez Carro declaró que la actual administración estatal no permitirá el fácil arribo de los delincuentes a Tlaxcala y que trabajan para impedir que operen en la entidad porque según el blandengue funcionario los criminales no tienen lugar en el estado.
Sin embargo, alguien debería avisarle que las bandas de maleantes llegaron desde hace tiempo y que su operación por el territorio tlaxcalteca es permanente porque lo mismos se dan asaltos por comandos que desarman a policías municipales y roban cajeros, que hay secuestradores que se enfrentan a balazos con agentes de investigación para darse a la fuga o que hay hampones que sin ningún temor entran a un banco en la capital de estado para robar a clientes o hay ejecuciones y ataques a ciudadanos con armas de fuego a plena luz del día.
La coordinación de la que supuestamente habla el titular de la Secretaría de Gobierno debería ser real y no una mera cuestión imaginaria de su titular, porque si realmente existiera se vería más el trabajo de la policía estatal en municipios como Apizaco, donde por alguna extraña razón ha sido marginado y olvidado por la actual administración estatal que encabeza Marco Antonio Mena Rodríguez.
El alcalde de la ciudad rielera, el panista Julio César Hernández Mejía, ha invertido recursos públicos para mejorar la seguridad no sólo en equipamiento y vehículos, así como en una Aplicación Policial Inteligente, pero sus esfuerzos no han sido respaldados por el gobierno de Mena y por la administración del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, que decidió cancelar los fondos que recibía ese municipio para ese rubro.
Sigue pendiente la promesa del gobernador Marco Mena de aumentar en 50 por el ciento el número de policías estatales y de realizar una inversión histórica en seguridad, porque pasan los días y semanas y no se ve para cuando se vaya a hacer realidad esos ofrecimientos cuando a su administración le quedan poco más de 27 meses de vida.
Y créame que el asunto de la inseguridad es un tema que le ha pegado muy fuerte a la imagen del mandatario tlaxcalteca, pues éste ha permeado más que las obras y acciones emprendidas por la administración estatal como la ampliación y modernización de la carretera Tlaxcala-Apizaco y la construcción del nuevo Hospital General.
Hay funcionarios estatales que le han fallado al gobernador y a los tlaxcaltecas, pues sencillamente su trabajo es nulo por más declaraciones estrambóticas que hagan ante los medios de comunicación, como es el caso del intrascendente Pérez Carro que debería renunciar ante su manifiesta incapacidad.
La verdad no peca pero incomoda.
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