Parece una perversa planeación para golpear con más contundencia y claridad al régimen cuyo desgaste incluso lo hace consciente de la grave circunstancia a la que se enfrenta.

Dice Mariano que la única derrota sufrida por su partido ocurrió en 1998, cuando Joaquín Cisneros protagonizó el primer descalabro tricolor, ante un ex tricolor: Alfonso Sánchez Anaya (quien se hizo con la franquicia perredista). Y también afirma que en 2004, él no perdió ante otro ex tricolor:  Héctor Ortiz (quien compró a los panistas).

Entonces, ¿por qué no rindió protesta como mandatario?

Ya pasaron casi seis años de ese evento. Y el divo sigue sin aceptarlo. Mala táctica porque los duelos fratricidas que se instauraron en Tlaxcala a partir de 1998 se han caracterizado por los odios descarrilados entre ¿hermanos?, herederos de Emilio Sánchez Piedras.

Sin proponérselo, el presidente Felipe Calderón, vino a romper con la función de lucha libre entre los descendientes políticos del respetado ex gobernante apizaquense.

Aún así no pudo impedir el juego perverso encabezado por Beatriz Paredes Rangel, la mujer de los abrazos fríos que en lugar de afecto llevan piquetes de ojos como pudimos verlo en la protesta de Mariano González Zarur.

Así que, nuevamente vemos escenarios semejantes a los de 1998 y 2004, cuando los entonces candidatos a gobernador se convirtieron en el objetivo de “amigos” y enemigos, para golpearlos con saña en el caso de no ceder a dislocadas peticiones.

2010 no es la excepción.

Pero la irrupción de Mariano hablando del desencanto panista, local y nacionalmente, habla de análisis tras sus interlocuciones; alcances delicadamente advertidos, pero incapaces de competir contra el impetuoso desdén marianista que, nada más ayer se echó a la uña al trompo cisnerista, por afirmar que la de Joaquín sí fue derrota, no como la de él que, fue triunfo aunque a final de cuentas sí, sí perdió…

Parece un urdimiento perverso, pero así es. Quien con más inteligencia, valentía y autenticidad, no deje piedra sobre piedra del actual régimen, será capaz de sentar las bases para edificar la torre de su corriente política, como los cruentos asesinatos perpetrados por el león en contra de la descendencia que no es suya.

Y en esta primera etapa, de la destrucción, veremos cuál de los cuatro candidatos es capaz de imponer la serenidad en la inquietante labor del bombardeo. Ninguno de ellos tendría motivos para abrigar afectos con el actual.

Hasta es derecho afirmar que el mandatario en funciones se halla muy consciente del desgaste de su figura en el gobierno y, no le ha de quedar otra que, “aguantar vara” y, de ser posible buscar temas para salir por la tangente.

Y que los cuatro tienen con qué golpear, nadie lo duda.

Digamos que la más comprometida es Adriana Dávila. Pegar por pegar no le produjo sino el encono de su potencial antecesor. Pero ahora la circunstancia es distinta. Comanda a los propios operadores del orticismo en cuyo interior crece el rencor, por alguna causa de las muchas a las que un gobernador a punto de dejar de serlo, se ve precisado a recurrir para salvar el pellejo.

Pues esos “operadores” habrán de negar tres veces a quien los inventó y no dudarán un ápice en contribuir a su destrucción.

El caso de Minerva Hernández Ramos, digamos que es el más ventajoso por cuanto conocimiento y experiencia en el ámbito de la diplomacia, gracias a lo cual pudo acercarse a personajes que, sin duda le salpicaron excelente brisa.

No dudo que en materia de cuentas públicas y otros factores de corrupción la especialista en esos menesteres, Minerva, no perderá el tiempo en aceitar el equipo pesado para iniciar el bombardeo.

A Rosalía Peredo le sobran motivos y cuerda para cobrar facturas pendientes, y combinarlas con el rencor de la sanchezpiedrista Beatriz, para impedir el crecimiento del sanchezpiedrista Mariano. O sea, el fratricidio presente en esta lucha que debería presentar absolutas condiciones de nuevo cuño y dejar atrás este anquilosado método de asesinarse cada seis años.

Lo cierto es que atrás quedó ese estilo de disputarse el poder. Y para ello hubo de intervenir el yunque.

Qué paradoja. La ultraderecha que usa al PAN como caldo de cultivo para su saciamiento, contra la ultraderecha que hace lo mismo con el PRI, pero lo disfraza de democracia y justicia social.

Creo que ahí radica la enemistad de esos grupos herederos de Sanchez Piedras. El de Beatriz –que llegó al más alto nivel de su partido- haciendo una apuesta permanente por la izquierda dentro del  partido de centro al cual comanda. La derecha en el PRI, con los herederos de Salinas que se niegan a morir (Manlio, Jackson)

Claro, es otra clave para el triunfo. Quien logre superar este constante intento de destrucción puede aspirar a un triunfo auténtico.