Sólo quedan tres días para ver, escuchar y leer las propuestas irrisorias de la mayoría de los candidatos a los diferentes cargos de elección popular que estarán en juego el próximo domingo, porque después de que se conozcan los resultados oficiales los ciudadanos se centrará en los ganadores, se burlarán de los perdedores y recordarán los pendientes que arrastran las autoridades estatales y municipales.
Un funcionario que tiene poco tiempo para encontrar buenas excusas que justifiquen su pésimo trabajo como titular de la Secretaría de Obras Públicas, Desarrollo Urbano y Vivienda (Secoduvi) es Francisco Romero Ahuactzi, quien como responsable de los grandes proyectos de la actual administración tiene un enorme desorden y un gran atraso que explicar.
Si bien los tlaxcaltecas no han centrado su atención en el abandono que registra la construcción del nuevo estadio Tlahuicole, los trabajos prometidos para la modernización de la Central de Autobuses de Tlaxcala y el arranque de las obras del Hospital General de Tlaxcala, lo cierto es que pronto se harán presentes los señalamientos y las presiones para que se concreten dichas inversiones.
A partir del próximo domingo, a la actual administración estatal que encabeza Marco Antonio Mena Rodríguez le quedarán 3 años y dos meses para concluir sus proyectos y dejar el poder, de ahí que no podrá darse el lujo de permitir más errores e ineficiencias de algunos funcionarios estatales que sólo posponen la ejecución de las obras prometidas sin que existan motivos aparentes.
Se dice que la empresa que inició la construcción del nuevo estadio Tlahuicole sostiene un pleito legal con la Secoduvi. En la ampliación y modernización de ese espacio deportivo se tenía previsto invertir más de 180 millones de pesos, sin embargo es evidente que los trabajos se encuentran suspendidos desde hace unas semanas, lo que sin dudas afectará el costo final de ese proyecto.
No se sabe si eso se debe a que la franquicia de Coyotes de Tlaxcala dejó de tener su sede en la entidad, es decir, el equipo de futbol que logró ubicarse en la liga de ascenso para estar en posibilidades de llegar a la primera división ya no existe, al igual que nadie sabe si se pudo recuperar una parte de la inversión de 5 millones que hizo el gobierno de Mariano González Zarur para conformar ese conjunto que administró por algunos años su amigo el empresario Rafa Torres.
De la modernización de la Central de Autobuses de Tlaxcala no se puede decir nada porque ese proyecto se encuentra olvidado en algún cajón del escritorio de Francisco Romero. A un año de que fuera anunciado, es la fecha que nadie sabe para cuándo se llevará a cabo esa obra.
Sobre la construcción del Hospital General de Tlaxcala sólo se tiene confirmado que el proyecto está terminado y la ubicación de los terrenos donde se realizará la obra. Aunque el proceso de licitación inició en febrero hasta ahora se desconoce si hay una empresa ganadora y la fecha en que podrían arrancar los trabajos.
El gobierno del estado espera invertir en el nuevo nosocomio más de 450 millones de pesos.
Y así como esos proyectos se encuentran frenados, también existen otros que involucran obras viales que corren la misma suerte.
Pero no crea que sólo el gobierno de estado tiene pendientes, también los ayuntamientos cuyos presidentes municipales prometieron obras y cambios radicales en sus administraciones sin que hasta ahora se vea una mejora.
En la ciudad de Tlaxcala las autoridades se comprometió a reforzar la seguridad pública y la realidad demuestra que han fracaso en ese rubro. El robo de automóviles está imparable y los asaltos a mano armada también, al grado que un comando armado puede pasear libremente por las vialidades y asaltar con lujo de violencia un negocio refresquero localizado por Acuitlapilco sin que nadie se interponga.
Y si en el ayuntamiento capitalino se presume que el área de seguridad pública es la que más trabaja y se esfuerza, imagínese cómo estarán las demás direcciones.
En fin, el proceso electoral pronto concluirá y las autoridades estatales y municipales empezarán a vivir sus infiernitos.
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