A casi 10 meses de haber asumido el control del Colegio de Bachilleres del Estado de Tlaxcala (Cobat), Silvia Josefina Millán López ha demostrado que el cargo le quedó muy grande y que su amplio currículum académico no le fue suficiente para administrar y dirigir eficientemente un subsistema educativo que está a punto de entrar en caos.

josefina Cobat
Algo pasa en la actual administración estatal que muchos funcionarios nomás no pueden con la tarea asignada. Llegaron presumiendo enormes trayectorias y una amplia experiencia que tras varios meses no se ve reflejada en acciones concretas o en el control de las áreas que tienen bajo su responsabilidad.

Si para nombrar a un funcionario es necesario que pasen semanas o meses, para despedir o cambiar a algún miembro de la estructura de mando del gabinete legal o ampliado será necesario que ocurra algo extraordinario, de ahí que es muy probable que se siga tolerando y hasta solapando los errores e ineficiencias que algunos servidores públicos como Millán López han mostrado.

La directora general Cobat, Silvia Josefina Millán, tomó el control del subsistema educativo desde el pasado 8 de mayo del 2017, por lo que tuvo tiempo suficiente para conocer la situación legal y administrativa que tenía la Institución, así como enterarse de los excesos en que incurrió el ex director general David Flores Leal y que al final no merecieron ninguna investigación.

Es obvio que la académica lejos de conocer las extrañas del Cobat se dedicó en los últimos meses a tirar rostro en los 24 planteles y ante los 15 mil estudiantes inscritos en la Institución, con un afán protagónico que la hizo olvidar o marginar las relaciones que la parte institucional tenía con los docentes y los trabajadores administrativos.

Replicando las actitudes de cualquier cacique de pueblo, Millán López decidió imponer su ley y sus normas para empezar a dañar los derechos de los trabajadores y presumir que con ella se habían acabado los despilfarros.

Hasta antes de su llegada, era evidente que en el Cobat existían los recursos suficientes para cumplir con las prestaciones laborales que la Institución tenía con los trabajadores. Vaya hasta sobraban.

Para nadie es desconocido que en diciembre del 2016 el entonces director general David Flores después de cumplir con el pago de prestaciones a los trabajadores del subsistema entregaba abultados bonos a sus principales subordinados, demostrando la abundancia que tenían las finanzas del Cobat.

Sin embargo, algo pasó que en el 2017 que los directivos del Cobat no pueden esconder el desorden financiero que enfrentan y optaron por realizar descuentos indebidos en los aguinaldos y suspender el pago (debió cubrirse antes del 15 de diciembre del 2017) de los 16 días de salario convencional a los docentes que no hayan incurrido en faltas de asistencia, ni retardos injustificados durante ese año.

La nueva política administrativa tiene muy molestos a los trabajadores que exigen se respete las fechas de pago salarial en cada una de las quincenas y se actualice la retribución de la prestación de despensa a los docentes laboratoristas de inglés e informática, la cual por contrato a nivel nacional se debió homologar desde el 2008-2009.

Los docentes tendrían que ganar 900 y no 168 pesos que reciben actualmente por parte del Cobat.

Otra inconsistencia administrativa es la falta de pago de finiquitos de los jubilados, proceso que se adeuda desde el 2015 al 2017.

A lo anterior hay que sumar los adeudos millonarios que el Cobat enfrenta por el pago de laudos que la Institución se niega a cubrir a ex trabajadores que fueron despedidos injustificadamente y que cada mes crecen en su monto.

Al final de nada sirvió la llegada de una académica a la dirección general del Cobat porque es evidente que ese subsistema empeoró y está metido en un hoyo y en una crisis financiera que pronto podría convertirse en un dolor de cabeza para el gobierno del estado.