La dirigencia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación no está conforme con el trato que ha recibido en los primeros siete meses del año por parte del secretario de Educación, Manuel Camacho Higareda, por lo que no sería raro ver que en las próximas semanas se registren actos de protesta en su contra.

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En Tlaxcala hay una aparente buena relación entre las autoridades educativas comandadas por Manuel Camacho Higareda y el influyente Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).

 El Doctor en Sociolingüística no ha podido entrar en el círculo de confianza del poderoso SNTE y hoy lejos de que ese gremio lo vea como un aliado, lo percibe como un funcionario narcisista que busca su promoción sin mostrar un interés auténtico por el sector educativo.

 El lunes por la mañana cuando el gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez acudió al sepelio que se llevaba a cabo por el fallecimiento del papá del líder de la Sección 31 del SNTE, Demetrio Rivas Corona,  el mandatario pudo constatar en persona que la relación entre su administración y ese sindicato no vive su mejor momento.

 Cuando el mandatario llegó al lugar acompañado de la secretaria de Gobierno, Anabel Alvarado Varela, se percató que al lado de Demetrio Rivas se encontraba el dirigente nacional del SNTE, Juan Díaz de la Torre, quien estuvo acompañando a su amigo desde el pasado domingo.

Tras dar el pésame de rigor y saludar a los presentes, Mena Rodríguez platicó unos breves momentos con Juan Díaz de la Torre, quien aprovechó la ocasión para pedir que se cumplieran con los acuerdos establecidos entre el gobierno del estado y el SNTE.

No queremos más, pero tampoco aceptaremos menos, habría expresado el líder sindical.

 El interés por la educación debe respaldarse con hechos y acciones, comentaría Juan Díaz al gobernador.

 El líder nacional del SNTE conoce muy bien Tlaxcala y sabe a detalle los apoyos que debe recibir ese gremio por parte del gobierno del estado, pues Juan Díaz de la Torre fue hace algunos años delegado en la entidad de ese sindicato, tiempo en donde estableció un lazo de amistad con Demetrio Rivas.

 Dicen que la ausencia de Manuel Camacho en el duelo que vivió el líder de la Sección 31 del SNTE fue evidente. Lo raro es que ni siquiera había enviado un arreglo floral, el cual si llegó pero una vez que el gobernador se retiró del lugar para seguir con sus actividades allá por el rumbo de Nativitas.

 La idea que dejó ese encuentro casual fue que Manuel Camacho es un secretario de Educación que no goza de la simpatía ni del respaldo del SNTE.

 Nuevo modelo educativo con viejas prácticas

 Así como las exquisitas e intelectuales autoridades educativas promueven el nuevo modelo educativo aprendiendo a aprender, también deberían de llevar a cabo un cambio en la supuesta capacitación que ofrecen al personal directivo que labora en las dependencias de ese sector.

 Resulta que si podemos cambiar el modelo por el cual los niños y niñas son educados y educadas, pero no podemos poner fin a los excesos que implica la actualización de los empleados que laboran en la SEPE y en la USET.

Resulta que como se ha hecho en los últimos doce años, 300 directivos de esas dependencias se irán de vacaciones pagadas, perdón, acudirán a una capacitación que se ofrecerá en Valle de Bravo y en Acapulco.

 Al primero lugar ya viajaron los directivos afiliados a la Sección 31 del SNTE, donde permanecerán hasta el 3 de agosto. Mientras que los maestros de la Sección 55 del SNTE acudirán a Acapulco del 4 al 6 de agosto.

 Los traslados, hospedaje y alimentación son cubiertos con recursos de la Secretaría de Educación Pública. Hasta el momento se desconoce el monto que costará esa capacitación, porque el titular de la dependencia, Manuel Camacho, ya le dio por la opacidad.

 Será tan complicado y difícil capacitar a esos 300 trabajadores en Tlaxcala. En serio es necesario ir a un lugar turístico para asimilar nuevos conceptos educativos.

 El nuevo modelo educativo es una farsa al igual que la postura de Manuel Camacho de simular un cambio en su dependencia cuando todo sigue igual o peor.