Una de las actividades ilícitas que al igual que el comercio ilegal de drogas deja ganancias millonarias, es la trata de personas y más cuando está encaminada a la explotación sexual, de ahí que exista una amplia red de complicidades y de corrupción que se traduce en protección para actividad.
Desde hace casi más de seis años las autoridades federales y estatales han emprendido acciones para fortalecer la prevención y castigar los delitos relacionados con la trata de personas, sin embargo no se ha visto ningún avance en la materia porque Tlaxcala sigue destacando a nivel nacional como una de las entidades donde ese fenómeno se registra de manera cotidiana.
Mientras en la Ciudad de México existen 3.86 personas víctimas del delito de trata por cada 100 mil habitantes, en Tlaxcala la cifra es de 12.65 personas por cada 100 mil habitantes, es decir, casi tres veces más, según un diagnóstico sobre trata de personas elaborado por la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Ese mismo documento refiere que en materia de explotación con fines sexuales la proporción en la Ciudad de México es de 4.89 casos por cada 100 mil habitantes, mientras que en Tlaxcala es de 24.49 casos por cada 100 mil habitantes.
Los datos confirman que esa actividad tiene una presencia importante en la entidad, pero no así las acciones para tratar de combatir ese flagelo.
Mientras la Iglesia católica a través del director de la Comisión Diocesana de Tlaxcala, Marco Antonio Padilla, pidió a los explotadores de mujeres y niñas dejar de cometer ese delito porque no se van a llevar nada y terminarán con las manos llenas de sangre, el gobierno estatal por voz de la secretaria de Gobierno, Anabel Alvarado Varela, presume que se aprobó la convocatoria para que organizaciones de la sociedad civil se integren al Consejo Estatal Contra la Trata de Personas.
Dudo que los tratantes le hagan caso a un miembro de la Iglesia que hace esos llamados tan ilusos y que esos delincuentes tengan miedo una vez que las autoridades estatales incorporen al mencionado consejo a representantes de la sociedad civil, pues mientras no exista voluntad para aplicar la ley y estrategias reales para combatir ese delito seguiremos hablando en Tlaxcala del fenómeno de la trata de personas.
De qué sirve que autoridades estatales y municipales iluminen edificios públicos de color azul como parte de la campaña “Corazón Azul” que promueve la ONU, si en los hechos no hay resultados tangibles que hagan pensar que el delito de trata es atendido con seriedad.
Mientras todos los días y en diferentes puntos de la geografía de Tlaxcala podemos ver ese fenómeno, Anabel Alvarado promueve para la conmemoración del “Día Mundial Contra la Trata de Personas” conferencias, conciertos, obras de teatro, cine móvil, lectura en voz alta y talleres, como si esas acciones ayuden a llevar a los tratantes a los jueces para que reciban las sanciones penales que merecen.
Ojalá las autoridades asumen el combate a la trata de personas con seriedad y dejen de usar el tema como un asunto mediático para simular que hacen su trabajo cuando en realidad evaden su responsabilidad.
Porque ya tenemos suficiente con las tontas declaraciones del sacerdote Marco Antonio Padilla. O no.
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