He ahí la coyuntura en la cual cabe una acción perversa como para que los priístas se hagan los remolones ante Convergencia, que siempre estuvo de lado del libanés.
Mariano González Zarur consiguió elevar la expectativa respecto a ser candidato a gobernador apoyado por varios partidos. Vemos que en ese intento no han sido suficientes las reuniones con las dirigencias de los otros partidos o, éstas se dan en calidad de diálogo de sordos, sin tejer un tema vinculatorio, salvo la pura expresión de conseguir el poder.
Y surge para el ex diputado priísta el dilema: siendo candidato de Convergencia, cómo hacer para convencer al dividido PRI (una parte importante sigue con Lorena Cuéllar) de que al tricolor le asiste la iniciativa, como dice Ubaldo Velasco, “el PRI lleva mano debido a su extraordinario posicionamiento nacional”.
Abundemos: como están las cosas, pareciera que Mariano tiene a Convergencia de su amigo Dante Delgado, como punto de partida para reconquistar los feudos del Revolucionario Institucional y no, que siendo un priísta encastado porte el estandarte de este para ganar terreno.
Recordemos que el propio Dante no detuvo en Veracruz la idea de que Fidel metió manotas al partido naranja (y claro le inyectó recursos), lo que en la militancia tricolor que todavía araña la posibilidad de ungir a Lorena, bajo el argumento de una actualizada afrenta en contra del anti orticismo, tan de moda en Tlaxcala para llamar la atención.
No perdamos de vista el servilismo de Juan José Piedras Romero, el líder petista que puso a su partido de tapete a Mariano.
O sea, ya son varias las expresiones de apoyo al ganadero libanés, pero en el desborde de su pasión se halla una especie de babelismo, que a estas alturas es lo menos esperado por el divo.
Ahora, de que hoy viernes se espera la deliberación de la Comisión Permanente del Consejo Político, impulsando a la Convención de Delegados como mecanismo de elección, de eso no hay duda.
Y que la convención es más de la mitad de la candidatura de Mariano, tampoco genera dudas.
Lo que hay que ver es la reacción de los priístas cuando los motiven a sumarse a Convergencia, el partido definido con Mariano mediante la incansable acción de su fan número uno, Rubén Flores Leal.
Y he ahí la nueva coyuntura que podría ser aprovechada por la perversidad de Beatriz Paredes Rangel, como para reiterar que en los estados los militantes son quienes deciden las candidaturas.
Será sencillo plantear estas premisas:
1.- Los priístas son libres de decidir por su candidato o candidata a gobernador. 2.- Los priístas han logrado posicionar tanto a su partido que no dejarían a otros tomar decisiones. Luego entonces, “a los priístas no les pidan sumarse a un proyecto que pasa por alto su soberbia”.
En otras palabras, la división entre grupos y partidos opositores obedece a que sus líderes saborean el triunfo con meses de anticipación. Digamos que lamen sus bigotes aun antes de dar el bocado.
Hay que ver el golpe asestado por el orticismo a este anaranjado asunto cuando metió en el carrito del super al activista que pudo haber jugado un papel decisivo en este asunto. El haber adquirido a José Juan Temoltzin y además, someterlo a un lavado de coco como para desconocer los principios de Convergencia respecto al aborto, es como ya lo anticipábamos el primer golpe del que pega dos veces.
De todas formas, José Juan tiene así de pendientes con Mariano, cuando aquél presidía la Sala electoral y operó gacho contra el entonces candidato tricolor al gobierno.
Y que raro, verdad, en aquellos ayeres, Rubén Flores Leal, jugaba en la cancha del orticismo. Lo que son las cosas.
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