No fueron 202 mil sino 189 mil votos los que obtuvo, ¿dónde quedaron esos 13 mil votos?, su competidora, la perredista quedó en los 175 mil votos, el PAN, 107 mil
Los números son fríos. Dieron a cada cual su lugar preciso, ni más ni menos. Al priísta Marco Mena le entregaron la constancia de gobernador electo, con 189 mil votos y a la perredista Lorena Cuéllar la colocaron en un interesante segundo lugar.
Pese a ser su proyecto una constante lucha en contra de los mercaderes amarillos, la ex priísta alcanzó la nada despreciable cifra de 175 mil votos. Con ello también demostró a la panista Adriana Dávila, cuál de las dos tenía el derecho ganado para encabezar la alianza que la calderonista jamás permitió.
De este desengaño, el mito aquél de la elección en tercios hoy es parte de las cifras duras: 107 mil votos alcanzó la panista.
Por cierto, a Mena le dieron la constancia de mayoría con 189 mil votos y no con los 202 mil que en un principio alegó José Luis Ramírez Conde, el líder estatal del PRI (de la venta fallida de candidaturas, motivo de la caída de Javier Michel como delegado del CEN).
¿Qué sería de esos 13 mil votos?
No me digan que los consejeros del ITE los van a cargar sobre sus respectivos hombros. No me digan que el desgaste sufrido por este puñado de árbitros-organizadores no es suficiente como para mandarlos a la banca en forma permanente.
Perdedores solidarios con Lorena Cuéllar Cisneros son el gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle y la ex gobernadora tlaxcalteca Beatriz Paredes Rangel.
Esta última nunca dejó de estar en la mira de la Secretaría de Gobernación (Segob) y del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del PRI. Le tienen verdadero rencor. Les ha hecho mucho daño. Es que sabe navegar con bandera de priísta. Así encontró la clave de su fortuna. Bueno, así la ven en el centro.
El necesario cambio de discurso
Con tantas cosas en contra y con la alta votación conseguida, Lorena Cuéllar Cisneros, debería cambiar la contrariedad por el auténtico liderazgo que así como van las cosas se le escapa de las manos.
Ahora mismo es la negación en persona, cuando podría levantarse de la batalla, curar sus heridas y planear mejores estrategias y sobre todo mejores asesores.
Conste que sobre sus riñones, el PRD se dio el lujo de ver a Tlaxcala como la única entidad donde, “solitos” mostraron un elevado nivel de competencia. Resultaron con 175 mil votos, ¿por qué?, ¿por el activismo deJesús Ortega, de Manuel Cambrón, de Eréndira Jiménez, de Sergio Juárez Fragoso, de Santiago Sesín?
¿Por las desagradables jetaturas de Víctor Cánovas, de Daniel Herrera?
Digamos que todos estos personajes fueron los: a pesar de, que al PRD y su escurridizo líder nacional (que hoy sí se va, que ya lo pensó mejor…) Agustín Basave Benítez, se les viera con un poco de dignidad aquí en Tlaxcala.
El gobierno de Mena
No crean que llega con los grandes apoyos. Su triunfo en las urnas fue apenas el necesario, sobre una competidora que mostró tamaños.
Por eso cuando Mena Rodríguez habla de un gobierno incluyente, mire si sus circunstancias son extraordinarias. En verdad lo necesita. Y tiene seis meses para labrar las maneras a través de las cuales dé unsignificado distinto a aquello de la continuidad.
Mariano González, igual que Peña Nieto, se topó con lo que llaman descontento social. La verdad es que aquí, tras el cochinero llamado elección no sería descontento, sino indignación social.
Al final las cifras les fueron benévolas.
Y en lo primero que debería pensar el virtual sucesor de Mariano, es un revisar a conciencia esa reforma electoral hecha a la medida de los cochineros como el del cinco de junio.
Tiene en sus manos la oportunidad de enmendarse con un Pueblo al que le interesan los cómos, porque de los ques ya está hasta el copete.
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