Para todos hay metralla cuando tratan de desafiar a la poderosa dupla que gobierna Tlaxcala y, se ensancha por toda la República.

Una evidencia de la alianza Beatriz Paredes-Héctor Ortiz, es la sustitución en automático, de presidente de la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados. Dicen que la lideresa tricolor no influyó para que el diputado Julián Velázquez asumiera como presidente pero, al dejar el cargo, la de Tizatlán colocó al líder de los trabajadores del Sector Salud, Marco Antonio García Ayala, y con ello todo quedó entre cuates.

Este PRIAN, producto de las actuales circunstancias tiene mensaje para quienes están interesados en contender en la elección del cuatro de julio. También muestra el desempeño de la política en Tlaxcala, referenciada con los movimientos de carácter nacional.

¿Duda usted que es Julián la apuesta del PRIAN?

El primero en reaccionar es seguramente Mariano González Zarur, quien empeñado en su discurso de “sumarse, sumarse y sumirse”, ha de depender de algún astrólogo o, de algún autor de esos que escriben mierda de superación personal para sentirse con los arrestos de enfrentar a la maquinaria prianista, enfundado en el traje naranja que ya le prometió su amigo de años Dante Delgado.

La segunda es Lorena Cuéllar Cisneros, quien promovida por Beatriz es, por tanto, personaje con un gran tema de vinculación al gobernador y su poderoso orticismo. Ni siquiera el PRI de antaño sería suficiente para doblegar a la formidable alianza Paredes-Ortiz que llega con fuerza brutal.

Para Minerva Hernández Ramos, la prueba de la citada alianza no es cosa nueva. La conoce a conciencia y actúa en función de un perredismo progresista, al cual personajes como el panista Javier Corral, considera como el mayor riesgo para que el PRI retorne al poder. Incluso, llamó a los estados a impedir tal retorno de otros setenta años de gobiernos revolucionarios.

Los otros personajes, muy atentos a lo que pasa son Perla López y Oralia López, “las juanitas de Tlaxcala”, a quienes nadie defendió a la hora de aplicarles semejante mote, tan desgarrador como el papel tardío y simulador de Sergio González y, tan superficial e ingenuo, de Adolfo Escobar Jardínez.

Derivado de lo anterior, recurramos al discurso que cada uno de los realmente posibles sucesores de Ortiz, tiene para convencer a los ciento sesenta y tantos mil votantes necesarios para colocar su trasero en la principal silla de palacio.

Caray, pues ninguno tiene un mensaje que realmente me convenza. Digamos que están comenzando el trabajo en serio, aunque aquello de “sumarse, sumarse y sumirse” se me hace lo más predecible por incongruente.

Ya veremos como sigue el engaño con el maridaje Paredes-Ortiz, mientras nosotros seguimos pensando que de repente se desconocen y que tal o cual día de veras se consideran competidores.

Yo creo que es puro cuento.