Parece que los grupos más poderosos del orticismo practican una esgrima desquiciante y se muestran el tamaño de sus armas de cara a los comicios de julio.

La tarde del pasado miércoles cinco de enero se dio un intenso movimiento en la rectoría de la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UAT), cuando según fuentes de confiar, “el doctor Serafín Ortiz Ortiz, desocupó sus oficinas”.

De confirmarse la separación de Ortiz, tomaría fuerza la versión de que el prestigiado académico tlaxcalteca, hermano del gobernador Héctor Ortiz, está determinado a participar en la elección del cuatro de julio.

Mas al paso de las horas, nuevas actividades de este personaje, en tanto máxima autoridad de la UAT, evidencian un posible cabildeo en las más altas esferas, comparable con el comportamiento de la Bolsa Mexicana de Valores, donde un día, la especulación, de la mano de información privilegiada disfraza de crisis a ciertas acciones, las cuales obtienen un valor agregado para la próxima sesión.

Originalmente, Serafín Ortiz, mostró intenciones de convertirse en alcalde de Tlaxcala, con expresiones como: “hace falta poner orden en la Capital y dotarla de espacios  más bellos y atractivos”, dijo en una entrevista al inaugurar una obra como parte de la transformación que en sus manos tuvo la máxima casa de estudios de la entidad.

Otras versiones insisten en que el rector Ortiz, en realidad pretende sustituir a su hermano Héctor en la gubernatura de Tlaxcala, y para ello, “dispone de la imagen conveniente y necesaria para adelantar buenos resultados en la contienda próxima”.

La presunta licencia de Serafín Ortiz a la rectoría de la UAT sumaría un elemento más de peso a la lista de cuatro diputados federales, dos senadoras y una creciente cantidad de funcionarios locales con la intención de competir en los comicios que se tornan como los más intensos en la historia reciente de la entidad.

Al interior del palacio de gobierno, se sabe de la oposición de Héctor Ortiz, a que un familiar suyo tenga intenciones serias de participar en la disputa de la gubernatura.

Ni siquiera podría considerarse seguro un triunfo en la alcaldía, debido al rechazo que despierta la posible participación con semejante ventaja, como lo es el ser hermano del mandatario, sugeriría el gobernador a personal de su confianza, según pudimos enterarnos.

Sin embargo, el hoy ¿ex rector?, no ha dejado de aprovechar cuanta oportunidad ha tenido para aprovechar espacios en medios de comunicación y, para encabezar actos de carácter político, en los que de diferentes maneras se reafirma su liderazgo ante el poderoso grupo de universitarios, como parte del orticismo.

A esta corriente (orticismo) la conforman, como principal elemento, la UAT, el abundante colectivo de burócratas, el grupo encabezado por Guadalupe Lozano Tovar y, de manera creciente, los sectores campesino y de salud, en torno a dos personajes clave en la estructura encabezada por el gobernador de Tlaxcala: el diputado federal Julián Velázquez Llorente y el secretario de Fomento Agropecuario, Antonio Velázquez Nava.

Según lo podemos advertir, a través de la cobertura informativa, la fortaleza de los grupos del orticismo es de tal magnitud que, entre ellos se viven sentidas fracturas, a las que observadores del gobierno consideran factores graves de complicación en el proceso sucesorio.

Si la licencia de Serafín Ortiz se confirma, versiones recogidas en esa institución señalan a René Elizalde Salazar, secretario de Rectoría, como el indicado para ocupar temporalmente el despacho, mientras el consejo universitario deliberaría sobre quién será el próximo rector de la UAT.

La institución recién atravesó por situaciones de polémica al ser reformada la ley orgánica, con propuestas como hacer posible la reelección del rector.

Tras el rechazo del Pleno, en una segunda intentona por aprobarlo, Rodolfo Ortiz Ortiz, otro de los hermanos del gobernador de Tlaxcala, irrumpió junto con algunos personajes, protagonizando uno de los escándalos que más afectó la imagen del gobernador Héctor Ortiz.

En el sexenio anterior, lo que parecía el ambiente propicio para que el PRD conservara el poder, devino en una serie de desencuentros entre los grupos con los cuales Alfonso Sánchez Anaya, se alzó con el triunfo en noviembre de 1998.

La insistencia del entonces gobernador por imponer a su esposa como candidata a sucederlo originó que se partido cayese hasta una tercera posición en los comicios de 2004, cuando el ex priísta Héctor Ortiz Ortiz, se impuso por una apretada diferencia a su ex compañero de partido, Mariano González Zarur, mientras que la esposa de Sánchez Anaya, cayó a la tercera posición, a consecuencia de haber enfrentado un tremendo litigio que la reafirmó como candidata y tiró a Gelasio Montiel.