En una comitiva que resultó balín para contratar a Plácido Domingo y a José Carreras iban, un rector, un líder del magisterio y el inigualable Víctor Cánovas.

Una raya más al tigre que resultó Víctor Cánovas (pero no para los negocios a favor del gobierno) en la contratación (que nunca hizo) de los tenores,  Plácido Domingo y José Carreras, para que ofreciesen un histórico concierto en el Centro Arqueológico de Cacaxtla.

El anuncio lo hizo en su momento el propio mandatario estatal. Informaciones de revistas especializadas en el ámbito turístico dieron cuenta de lo siguiente la segunda semana de febrero de 2009:

“El gobernador Héctor Ortiz Ortiz adelantó que cuenta con un proyecto para atraer turismo a la entidad, el cual consiste en realizar un concierto con los tenores Plácido Domingo y José Carreras, justo en la zona arqueológica de Cacaxtla para noviembre próximo”.

Esta información también consigna que el gobernador de tlaxcala prefirió no dar más detalles y omitir la cifra que su administración erogará, aunque estimó que habrá unos 15 mil turistas nacionales y extranjeros.

Claro, esta fue una sugerencia del asesor número uno del gobierno, Víctor Cánovas que, según fuentes enteradas llevaría  en la cartera alrededor de 13 millones de pesos (mdp), los cuales se diluirían en lo que se convirtió en un viaje fuera de serie para el autor intelectual del portentoso concierto y una comitiva tan importante como voluminosa que acabó esfumándose.

Los amantes de la ópera y la estética se maravillaron cuando el gobernador Ortiz reveló, respecto al concierto en Cacaxtla: “hemos pensado reproducir de manera gigantesca, en sus colores originales, el mural en la parte posterior al foro, en donde se presenten los artistas, la inversión será importante, no tengo la cifra sino hasta que se firmen los contratos, ya mandamos la carta propuesta y nos contestaron favorablemente”.

Es decir, los maravillosos tenores estaban enterados del interés de Tlaxcala por atraerlos para delicia de los de aquí y regocijo de cientos de visitantes que aprovecharían la ocasión como oportunidad sin igual para generar una importante derrama en hoteles, restaurantes y tiendas locales.

El proyecto quedó trunco, los tenores con la creencia que actuarían en las impresionantes ruinas y los seres de carne, hueso y emociones, frustrados porque el proyecto de miras tan elevadas se vio reducido al viaje de un asesor con todo y su familia, de un rector y de un líder, entre los principales convocados a realizar tal jornada por la Madre Patria.

Ni modo, entre febrero y diciembre mediaron diez meses de gastar cínicamente el presupuesto con el que habríamos recibido a tan distinguidas visitas. Pues tendremos que conformarnos a espectáculos mediocres, que son a los que nos permiten tener acceso las acciones de un señor que parece tener una creatividad fuera de serie, que a su vez convierte en emocionadas propuestas. Y lo peor de todo es que lo escuchan y lo respaldan.

Nada más falta que con dinero del gobierno se adquiera (por invitación emocionada de Cánovas) el acta de defunción del mar muerto o la escritura notarial de la torre Eiffel, claro, sin dejar de aportar inmensas cantidades en la compra de boletos para viajar en el Concord.

Por cierto, me llamaron del Tec de Monterrey.

Una jovencita de apellido Cánovas ocupa, por insistente exigencia de su señor papá, el apartamento número uno en el internado, donde habrá de tomar la carrera de moda.

Al mismo tiempo, a esa jovencita y a su familia, se les ve –como que muy a la fuerza- conviviendo con la crema y nata de dicha capital norteña.

Parece que el singular individuo le dejaron de gustar los gusanos de maguey y ahora come cabrito. Nada más falta que la flotilla de ATAH cambie los colores de sus autobuses por los que suelen portar los de la línea más popular del norte del país.

Salud.