Sobre una tierra bendita por la naturaleza hemos de ver a las meseras vestidas entre tehuanas y papalotes, que te llevan las enchiladas suizas, tan famosas en Samborn’s.
A la pésima atención de Telmex en Tlaxcala, no le podía faltar que las hermanas, como Samborn’s, viniesen, con todo y sus empleados de tienda ataviados con el traje de Tío Gamboín (pantalón azul y chaqueta roja, con camisa amarilla) y del restaurante (con un estilo híbrido como entre tehuana y papalote) a sustraer nuestros centavos con sus enchiladas suizas y sus jugos que saben como a gladiola.
Es cierto, el magnate Carlos Slim Helú, puso los ojos en Tlaxcala, yo no sé si persuadido por Beatriz Paredes Rangel, al acudir alguna vez a la Noche que nadie duerme, en Huamantla, o por alguna de las cajeras vestidas de señor en la oficina de Telmex donde los tlaxcaltecas vaciamos mes a mes nuestros bolsillos.
Dos cosas. Si el gobierno quiere que la Aguanaja valga, debe apuntar en su agenda dos factores cuya solución debe ser de corto plazo:
1.- La tremenda contaminación del río Zahuapan. Oiga, cómo pasa usted a considerar que le traigan sus chilaquiles al estilo Slim, cuando esté usted sentado a la mesa mejor ubicada del Samborn’s Aguanaja, viendo la graciosa espuma de la cual, emana un olor como a demonio. Digo, es cosa de tener un poco de vergüenza para que el dueño del grupo Carso no se lleve una mala impresión y nos vaya a querer pagar con dinero del Banco de los Sueños.
Obviando a siniestros personajes, como el arquitecto Gilberto Reyes Zepeda, sí hombre un cuate igualito a maestro de Daniel San –Karate Kid – que llegó a proponer la limpieza del Zahuapan por dos días en el tramo que alimenta a la cascada del Hotel Misión, cuando tuvimos una de esas visitas de relumbrón, es menester un eficiente programa de recuperación de este caudal, pero no haciendo negocio con la construcción de las plantas de tratamiento, sino compartiendo el justo deseo de ver limpio al río donde de chamacos se mojaban las patas los entonces amiguitos Hetorcito Ortiz y Marititito Marín Torres (aunque el poblano mataba a las truchas cada que metía las patrullas al agua).
Creo justo que mister Slim invierta una lana seria en la limpieza de nuestro hermoso Zahuapan, que de lindo poco le queda cuando llega a la altura de Panotla –yo creo que por eso es tan diablo el presidente de allá, Xavier, el rey de los conflictos – aunque, desde Tlaxco ya viene arrastrando así de porquerías…
Esa es una buena forma de intercambiar valores. Nosotros le vendemos al dueño de Telmex nuestro hermoso rancho de la Aguanaja, pero él que se ponga la del Puebla para que la bola de alcaldes y empresarios fodongos deje de arrojar su suciedad al río, que para entonces ya estará como para echarse un buche.
2.- La tremenda inseguridad en San Pablo Apetatitlán. No sé si porque de la noche a la mañana tuvo la llegada de la oficina del gobernador, de la Secte y otras menudencias, pero el apacible pueblo de los veintiochos pasó de ser la comunidad de las pequeñas dimensiones en tanto infierno de amplios alcances, al caos citadino con ausencia de servicios que hoy es.
Haga usted de cuenta que el municipio de Antonio Carvajal (como también se conoce a San Pablo) se convirtió en la capital de Tlaxcala, viviendo en medio del más terrible contraste, sin la debida urbanización, con un presupuesto de risa, pero con chorros de oficinas burocráticas que encarecieron la vida, como le pasó a Tuxpan con la llegada de Pemex.
Así que una buena inversión para dar al pueblo donde se asienta la Aguanaja la calidad de vida que sus habitantes y visitantes merece será condición infranqueable para que vendamos con gusto nuestro bello rancho al tal Slim ese, al cual nada le ha de costar hacer un para de llamadas telefónicas para que fluyan los centavos, le añada una lana de su cuenta personal y equipare a San Pablo con la maravilla de proyecto que han de tener debajo del brazo.
Que se acuerde que sus changarros, por cierto edificados por Felipe alias el Bravo Morales –diputado local panista de siniestra mirada pero gran corazón – se van a asentar sobre galerías subterráneas donde abundan manantiales y que, en lugar de hacer esa bola de misceláneas, don Slim debería erigir un monumento a la ecología, un ejemplo mundial del respeto al medio ambiente.
Bueno, conformémonos con que meta su cuchara para que al pueblecito de Apetatitlán se le siga viendo como el asentamiento de los veintiochos, ahí todos pobres y desamparados, mientras en el lado bonito llegan camionetotas de rines cromados y seños con chicos taconzotes.
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