El líder nacional del PRD necesita con urgencia tratamiento neurológico. ** Moreno Valle, vino, despotricó y se fue. *** Mariano, placeándose en el Portal con Carlos Rojas.
Creo que en el PRD necesitan atender la salud mental de su líder nacional. En Puebla, Carlos Navarrete Ruiz, fue puras castañuelas con el gobernador Moreno Valle, y en ningún momento descartó a su partido para sumarse a la alianza con la que el mandatario vecino piensa contender por Los Pinos.
Al pasar por acá, en un mitin con el candidato del tercer distrito, Tomás Orea, le advirtió que no debe olvidarse quién lo va a hacer diputado (como anticipando que de llegar Tomy a San Lázaro, un día va a darles la espalda).
Pero en la Ciudad de México, Navarrete fue tan catastrofista que ya habla de una probable paliza electoral a su partido en la Ciudad de la Esperanza.
Tres momentos tres que exhiben a un presidente del Comité Nacional perredista, cargando sentimientos de culpa tan grandes, o más, que el desmoronamiento ideológico de los amarillos a partir del tristemente célebre –para la oposición- Pacto por México, donde izquierda y derecha (así, con minúscula) levantaron sus naguas argumentando causas que hoy nos tienen naufragando.
En consecuencia, los discursos de Navarrete –parece más priísta que los priístas- no ayudan lo que deberían a los abanderados, al contrario, a veces me hace pensar que de veras opera como esquirol de Peña Nieto, haciendo el trabajo sucio… el desmantelamiento de los adversarios del sistema.
Moreno Valle, un fresco
Ahí lo tienen, levantando la mano a su mayordomo el joven Polvo, bueno o malo para la grilla pero con un padrino cuyos más de cuarenta ahijados a San Lázaro, tienen de dónde surtirse para dar la batalla este siete de junio.
Y aparte, despotricando contra el partido de Mariano… ¡Fuera el PRI!, gritó hasta que se cansó en pleno zócalo de Tlaxcala.
Con razón Marquitos Mena andaba en la víspera hecho un energúmeno, lanzando pedradas al pinacate vecino, osado y fresco pues esta elección es para él la razón de sus viajes por cuanta plaza puede, haciéndose cuate de quien tenga y llevando, muy a discreción, los recursos necesarios, como los ofrecidos por su secretario de Salud, en la avanzada de lo ocurrido este fin de semana… “nosotros no somos bocones, a ver su nombre, y ahí está Rafa (Moreno) como garante de esto que les digo”; Ni les platico, ¡la gente pululaba!
Muy cerca del gober chalupero, la delegada del CEN albiazul en Puebla, la diputada Aurora Aguilar Rodríguez, y también el alcalde, Adofo Escobar Jardínez, quien tiene su corazoncito y hartas ganas de aliarse con quien tenga que hacerlo, a ver si el arcángel Rafael le hace el milagro de ser el mero macizo (al fin que de Manchis ya tiene la palabra empeñada).
En cambio
Fueron notorias las ausencias de la senadora Adriana Dávila Fernández y su asistente, Carlos Carreón –que chambea de líder estatal- en el cierre de campaña de Polvo, abanderado por el distrito dos.
Recordemos que la seño Adri prefiere ir sola en la búsqueda de la candidatura a gobernadora, y si acaso lo decidiera se aliaría con jóvenes pero no con personajes por ejemplo: Héctor Ortiz, Alfonso Sánchez Anaya o el mismo Mariano.
Hoy vemos que su decisión también incluye a Rafael Moreno Valle y, desde luego a la diputada presidenta de la Comisión de Hacienda, Aurora Aguilar Rodríguez.
Son formas de ver la política.
Tal vez se trata de una estrategia para no mostrarse receptiva en este momento a las alianzas que considera inconvenientes. Bueno, es su manera de ver las cosas.
En los portales
Por ahí de las cuatro y media del pasado viernes se detuvieron chicas camionetotas con montón de guaruras (ya saben, de ojo azul y pelo rubio jeje).
Eran el gobernador Mariano González Zarur y el envejecido Carlos Rojas Gutiérrez, quienes se sentaron a una de las mesas del restaurante Jardín Plaza.
Estuvieron horas. No se iban. La gente pasaba y, claro, saludaban a su gobernador (no todos).
Tal vez si en lugar de Mariano hubiera ocupado el lugar Tulio Hernández o Beatriz Paredes, se habrían registrado tumultos, de chicos a moderados.
Nosotros, viendo al gobernador tan despreocupado nos acercamos y también lo saludamos:
– Buenas tardes gobernador (ya saben, abrazo al estilo mariano y toda la cosa, pero fuimos al grano)
– ¿Me concede una entrevista?
– Sí (y cuando sacábamos nuestra grabadora la pensó mejor), digo no… yo no concedo entrevistas (cómo no persuadirlo a dárnosla si estamos en la víspera de la elección; en eso interviene Carlos Rojas)
– ¡Ya déjenlo en paz!, es sábado por la tarde… déjenlo descansar.
– Don Carlos –respondimos- no es sábado, es viernes, y disculpe, ya vendrá el turno de usted, pero ahora, buscamos la respuesta del gobernador.
No, pues no nos la dio. Nos quedamos con las ganas.
Peor porque no se iban, y no se iban…
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