Partido en el poder y opositores parecen haber generado un desacuerdo que acabará por dejar en las mismas, tiempos y plazos para la próxima elección.
Nos encontramos a escasos trece meses de la elección de gobernador, alcaldes y diputados locales, y la reforma electoral sigue en stand by , lo cual nos permite vislumbrar la más desordenada sucesión, acaso deliberada porque en términos reales la menguada fuerza mariana ha perdido el control hasta de sus propios batallones.
No muy lejos de aquí, en Puebla, el puntual control morenovallista –no menos autoritario que Mariano, pero eso sí, efectivo a sus intereses- aprovechó el primer tercio del sexenio y logró que su Congreso aprobase unánimemente su propuesta de reforma, una de cuyas novedades es el plazo de 22 meses para el próximo gobernador que elegirán en 2016, de tal forma que a partir de 2018 la elección local empate con la federal.
Aquí las cosas se guisan de una manera tan distinta que cada vez suena con más insistencia la probable salida de dos integrantes de la bancada tricolor.
¿Y hacia dónde se dirigen?
Parece que dan su brazo a torcer al adrianismo… ¡extra, extra, priístas con un pie en el proyecto de la panista!
Pero en el deformado bunker tricolor insisten en escenarios celestiales, al grado que los nombres de Marco Antonio Mena y Ricardo García Portilla se han colocado a la delantera para suceder a un Mariano poco exitoso con su propuesta de reforma electoral.
Así que los tricolores, y aliados de ocasión enfrentan uno de sus más sonados fracasos con la reforma enviada por Mariano, insistente en aminorar el número de diputados, pero poco claro en cuanto a fechas y plazos.
En otras palabras, el propio marianismo se encargó de opacar su presente y su futuro.
¿Para qué?
Todo parece llevarnos a escenarios sucios y desorganizados, donde la falta de claridad, el concurso de autoridades electorales entregadas y la marcada división de los opositores, permitirán al PRI volver a ensuciar un proceso que a final de cuentas quede como le conviene al hacendado: sin pies ni cabeza, para poderle meter mano mientras sus adversarios se encargan de pulverizar el voto.
Pero tal obnubilación también conviene a ciertos opositores. Saben que al no haber reforma, en Tlaxcala, plazos y fechas seguirán sin modificarse… gobernador de seis años y diputados y alcaldes de tres.
Por eso enfriaron la propuesta de Mariano González.
No conviene una administración de 22 meses; tampoco tener menos diputados, y si esto tiene como fin salirnos de la proyecto para evitar el desgaste ocasionado por múltiples elecciones, a quién le importa la crítica hacia nosotros, si ante lo que estamos es la defensa estoica de los seis años en el poder.
Nos parece que a priístas y panistas, es a quienes más interesa mantener soterrada esa reforma… total, si somos los más pobres, y así vamos a seguir por gastar tanto en elegir a nuestros gobernantes, bueno pues qué les importa a los demás si nosotros somos felices.
El escándalo de las paellas
Mire nada más los detalles del simpático alcalde de Ixtacuixtla, Tomás Vázquez: costeó la feria con dinero de los trabajadores de su ayuntamiento, y a la hora de dar el servicio, le fallaron los cálculos y todo se hizo un caos.
Lo más escandaloso fue el coro de mentadas que tuvieron lugar en el festival de las paellas, caras como ellas solas, preparadas por una cofradía que se embolsó algo así como 150 mil pesos, pero insuficientes para cientos de comensales que, boleto en mano pues exigían la porción que les tocaba.
Pues verán, la paella se acabó, la bebida fue insuficiente y el espectáculo bastante malo. ¿Quién tuvo la culpa? Claro, el alcalde Tomás Vázquez.
¿Dónde irán a parar las talegas de dinero obtenido de tan dramática forma?
Dicen que al partido, específicamente a reforzar el proselitismo de cierto candidato del un tercer distrito donde a la raza no le cae nada bien.
Eso es un fraude.
¿Qué papel juega la Profeco, el propio Ayuntamiento y el gobierno estatal?
El responsable tiene que devolver lo que cobró por una comida que no dio.
Esto es una vergüenza.
Post Views: 40