Tiene por lo menos tres expresiones que pretende amalgamar: el visto bueno de AMLO, el liderazgo de Cuauhtémoc y la institucionalidad de Jesús Ortega.

El llamado hecho por el senador Alfonso Sánchez Anaya para lograr cambios de fondo en el PRD en esta campaña por la refundación de ese instituto, implica un esfuerzo sobrehumano para dejar de lado las luchas estériles y permanentes de las tribus que, al día de hoy tienen bajo la penumbra al emblema que solía ser el arma de guerra de la izquierda mexicana, es decir al Sol Azteca.

Sánchez Anaya, obsesivamente detallista no realiza esta lucha, sin contar con al menos tres objetivos mezclados en una amalgama de lo que podría ser el canto del cisne de esta oposición que decrece vertiginosamente.

En Oaxaca, el nueve de este mes, ASA dijo contar con la venia de Andrés Manuel López Obrador, en esta labor refundatoria del partido.

«Yo hablé personalmente con él, le pregunté qué opinaba, me dijo que a él, le parecía muy bien, lo estoy diciendo, lo estoy declarando públicamente, le dije que si tenía alguna sugerencia y dijo que confiaba en nosotros y que tomáramos las mejores decisiones».

Esta es una de las declaraciones hechas a la prensa oaxaqueña en torno a la intensa campaña que, como decíamos tiene por lo menos tres ejes en la agenda del ex gobernador.

El segundo no es menos trascendental. Se trata de otro de los pilares del perredismo, el líder moral, como mejor se le conoce al ingeniero Cárdenas.

Y sobre ese antecedente, el senador Sánchez Anaya sostuvo: «hablé con Cuautémoc Cárdenas también, tuve una entrevista con él, yo lo que percibo es que tiene el interés que se mejore el partido».

El tercer factor y, por mucho el más interesado en este propósito, es el presidente del partido, Jesús Ortega Martínez, de cuya intención por afirmar el liderazgo con el que debe contar este instituto, es que se realiza lucha titánica desde el ámbito ideológico.

Yo creo que lo expuesto este jueves en Tlaxcala por la otra senadora perredista, Minerva Hernández Ramos, exaltando el nuevo rostro de su partido, toma la esencia de estos tres capítulos de la izquierda, los moldea y concluye en que la izquierda mexicana tiene una responsabilidad mucho más allá de asumirse como oposición  por sistema y, al contrario, entra en los terrenos de reasumir el poder, tras la recuperación de importantes parcelas a lo largo y ancho de la República.

Así que hoy son los liderazgos regionales y la estructura hacia la expresión más básica de este partido en tanto colectivo ideológico con la capacidad para reconocer fallas, e iniciar acciones inmediatas para establecerse en el correspondiente plato de la balanza que, robustezca el contrapeso de este sistema que debería contar con él, pero que, tras diez años de fuego intenso aniquiló las ilusiones de miles y hoy nos tiene con un crecimiento negativo de nuestra economía como jamás lo imaginamos.

Esa convocatoria de Sánchez Anaya no debe ser ignorada porque, no habrá otra oportunidad.

Y en el terreno local, estimula la receptividad del presidente del partido, Luis Roberto Macías, cuyo avance en el liderazgo urgente, es palpable y exhibe un panorama halagador a esta, la izquierda que por el momento se encuentra maltrecha tras la elección donde le fueron asestados golpes a diestra y siniestra, para hacerlo tocar fondo.

Los perredistas tienen que aceptarlo y reaccionar en consecuencia.