Perviven en una especie de depresión, ocasionada por el dañino futurismo que los inhibe de ver el próximo paso, 2015, y en cambio se empeñan en sentirse protagonistas del 2016.
Creo que la expectativa con Marco Antonio Mena, rebasó con mucho la magra operación conseguida… devaluó su expediente en el manchi sistema, y con ello el derecho a seguir en el ánimo de su patrón el gobernador.
Si en su irrupción en la política local –luego de una promisoria carrera fuera de Tlaxcala- los resultados saltaron a la vista, con el tiempo lo enfermó de gravedad el exasperante mutismo de su temor a destacar más allá de lo permitido por la política castrante de la cual es parte.
Así que se procuró, soterrado y con el arma de los fajos de billetes, creyendo que priístas y comparsas disfrazados de opositores le serían eternamente leales.
Mucho contribuyó a hacer del Legislativo un tianguis donde votos, iniciativas y cuentas públicas, hundieron la legítima esencia del parlamentarismo.
Pésimo negocio
Y todos sus aliados se sobrevaluaron. Se convirtieron en el pozo sin fondo que, habría requerido al líder, indiscutible, persuasivo y sobre todo constante.
Pero Marco tenía que alternar sus pusilánimes acciones con la exhibición de sí mismo ante la clase política de su partido.
Ambas actividades demandaban demasiado tiempo. Y ajeno al poder que le habría dado una prudente distancia de sus compinches, optó por ese mutismo al cual nos referimos párrafos arriba.
No está solo. Su desventura lo unió con otro elemento más ruidoso que efectivo: Ricardo García Portilla, el líder impuesto del PRI que en un descuido reveló una profunda relación con el comunismo, y en otro hizo patente su deseo por relevar a su inventor, tal vez mostrando con adelanto innecesario algún proyecto que nunca dejó de ser una lejanísima posibilidad.
Se trata de los dos primeros grandes manchifracasos, candidatos a todos los puestos, con poderes insospechados en sus manos, pero a final de cuentas víctimas de su inexperiencia.
Desánimo
Sin darse cuenta la emprendieron por la ruta de: “el menos malo de la clase política”, cuando todo lo tuvieron para colocarse en los cuernos de la luna.
Es el resultado de la sumisión en tanto salvoconducto para integrarse al marianismo.
Incapaces de crecer por sí mismos vieron desvanecerse las grandes expectativas generadas en su inicio.
Ver más allá de su ámbito
Y esa mezcla del sueño guajiro de ser gobernador de Tlaxcala con el escaso terreno ganado en sus respectivos encargos, los ha llevado a fijar la mirada en el 2016, cuando se supone que todas sus baterías deberían enfocarse a la elección federal de 2015.
Obviaron que para llegar al segundo escalón tienen que pasar por el primero, creyendo que toda la vida contarían con el respaldo mariano.
No es privativo de los priístas
En general la clase política se halla inmersa en una depresión semejante.
En el caso del PAN, la ocasiona la eterna e insuperable rivalidad interna que en su particular modo de entender a la democracia es el centro que, pese a todo los atrae… odiándose.
A una parte de los perredistas les falta tiempo para concluir los negocios conseguidos gracias a su formidable actuación como personas de la oposición.
Los otros se pasan la vida frustrados, condenando el enriquecimiento de sus colegas comparsas de los empoderados.
Factor sorpresa
Buena ventaja llevará aquél que, sin anunciarse comience a llenar espacios y lo haga en plena conciencia… no con el futurismo destructivo de Mena y García Portilla.
Para muestra, el botón de Ernesto Ordóñez Carrera, casi un descastado que por azares del destino llega a la secretaría de Gobierno. Su circunstancia le es tan favorable que, asume la iniciativa para limar asperezas con el Gobierno Federal y para, manejar los asuntos del PRI, en vista que el líder nombrado nada más no da una.
En esa dinámica también se encuentra Serafín Ortiz, con resortes efectivos frente a una infinita crítica y una presencia tan incómoda en el Congreso que por esa causa no han de ser gratis los odios marianos.
A tempo
Así que sincronizarse es vital para los que se sienten con ganas de ir a las urnas.
Pero 2015 es el gran reto que, de superarse abrirá las posibilidades reales para 2016.
Quien únicamente tenga ojos para la elección de gobernador va derechito a integrarse al club Mena-García Portilla.
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