El grupo en el poder se mutiló un brazo, ¿pensará que, sepultado ese miembro, el resto de su organismo dejará de supurar, en el espantoso ambiente de terror que estamos viviendo?
La aprehensión del ex director de Agricultura de la Secretaría de Fomento Agropecuario (Sefoa), Misael Palafox Pimentel, es un acto que siembra el terror, con dedicatoria a los detractores del marianismo, con signos de automutilación y en un contexto pletórico de dudas.
Al perro más flaco le han cargado todas las pulgas. Lo señalan como probable responsable de la desaparición de 11 mil 436 toneladas de fertilizante, con un valor cercano a los 23 millones de pesos.
Nos dicen que su detención incluyó romperle en la cara el amparo que las autoridades federales le habían concedido, que se dio –raro- en un marco intimidatorio y sin la menor oportunidad de defensa.
¿Dónde fue la detención? El escueto comunicado de la procuraduría no lo señala, y acaso lo encuadra en su primera frase: “en cumplimiento a las instrucciones del gobernador Mariano González Zarur para abatir la impunidad en el estado y no tolerar la corrupción”.
No es la primera acción que busca sembrar el terror, pero sí podría marcar la más espantosa reacción de un influyente grupo dentro del poder, actuando con escalofriante impunidad, a propósito del combate alegado a tal situación.
¿Fueron esos miles de toneladas de fertilizante repartidos con fines electorales y con resultados desastrosos?
¿Poner a resguardo a Palafox Pimentel busca acallar la información contenida en la famosa computadora, que repartiría responsabilidad en quienes hoy disfrutan, con las manos sudorosas y la conciencia intranquila, el sacrificio de la parte más delgada del hilo de la más asquerosa corrupción?
¿Buscarán adjuntar a la delicada acusación la horrible decapitación de la agente policíaca que descubrió e intentó impedir el robo de, la famosa computadora?
¿Conocen de este espantoso caso las autoridades federales?
Creo que hay la suficiente opacidad para que la PGR atraiga este caso y lo investigue hasta sus últimas consecuencias porque podríamos estar ante un intento de carpetazo de uno de los agravios más dolorosos a ese tejido social, cuya reacción ante las urnas ha sido inversamente proporcional a los intereses originalmente planteados.
La Auditoría Superior de la Federación (ASF) debe intervenir en este desfalco de 23 millones, y toda la impunidad pensable.
Nos parece que fue extraviada la dimensión de los propios actos. Que mediante la automutilación trata de contenerse el inevitable desbordamiento de datos, responsabilidades y seguramente cárcel no nada más para uno, débil e indefenso, sino para otros cuya temporalidad se acerca peligrosamente al final.
Debería verse como la punta del iceberg.
Y ahora que, por ejemplo el CEN del PRI ha separado del cargo a su dirigente en el DF para investigar el reclutamiento de jóvenes mujeres para envilecerlas a cambio de meterlas en una nómina de ese partido, bien nos caería una mano del Gobierno de la República, porque aquí estamos pasando de las rabietas de un ridículo esperpento a viles actos de encubrimiento con el concurso de la parte violenta del monopolio en manos de lo que ya ha sido calificado como Estado fallido.
Según Wikipedia el Estado fallido, “se caracteriza por un fracaso social, político, y económico, caracterizándose por tener un gobierno tan débil o ineficaz, que tiene poco control sobre vastas regiones de su territorio, no provee ni puede proveer servicios básicos, presenta altos niveles de corrupción y de criminalidad, refugiados y desplazados, así como una marcada degradación económica”.
Por si no nos habíamos dado cuenta, bajo un esquema muy parecido a lo anterior, aun trata de preservarse, “la buena imagen” de personajes que, por ejemplo buscan contar con fuero tras acabar su encargo. ¿Y cuál sería su demarcación? El oriente, claro.
Esto no puede estar pasado en Tlaxcala. Es una vergüenza. Nuestro envilecimiento, nuestra degradación a los niveles más ruines.
Hoy han usado un escueto comunicado, ¿mañana, una especie de narcomanta?
Es necesaria una explicación a detalle. No vivimos en la selva. Aquí rige el Estado de Derecho, mas el Estado fallido no sobresalta a uno, sino a la colectividad, ante un factor más de lo que pudiera desembocar en la sucesión adelantada.
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