Bajo la batuta del zar del agua potable, la Feria de Tlaxcala no pagará su histórico adeudo por ese servicio pues, primero debe procurar las chequeras de quienes manejraron a su antojo al patronato.
La tradicional feria de Tlaxcala llegó a su fin, tras casi un mes de permitir a particulares hacer negocios con ganancias exponenciales, de corta duración y ningún compromiso con la transparencia.
Debe ser un premio a la eficiencia electoral y a la capacidad mágica de desaparecer ingresos, contener la inconformidad de quienes no pierden la fe para participar en el gran evento, por su gusto pero bajo su cuenta y riesgo… mientras otros son los beneficiados con la derrama de todos los santos; todos unos calaveras que fueron puestos donde hay, para no volver a trabajar hasta la siguiente temporada.
Una constante de apagar fuegos, de no permitir que las aguas se desborden.
Es la feria que se surte de agua sin pagar recibo alguno. Bajo la batuta del master de ese servicio en Tlaxcala, así, con el bajo perfil que le ha permitido perpetuarse y ver cómo caen de la gracia personajes del tamaño de Joaquín Cisneros.
Por su carácter de interés público la ley y reglamento de la Feria de Tlaxcala, deben actualizarse. Nunca es tarde. Aunque hoy estemos hablando de un saqueo más, nos encontramos a la mitad del sexenio que debe aplicar la política de caja de cristal a lo que ha resultado un costal, pardo por fuera pero brillante por dentro, en manos del prototipo de los negocios al amparo del gobierno, como no lo podría hacer en la iniciativa privada (porque los empresarios sí lo meten a la cárcel).
El pastel presupuestal
Con casi 235 millones de pesos más en sus arcas, el poder ejecutivo de Tlaxcala cortó para sí una rebanada de pastel 19 por ciento mayor que la del ejercicio pasado. Y de los 12 mil millones del presupuesto descontó los cañonazos al Legislativo, con un incremento cero en sus participaciones, no obstante el déficit que viene arrastrando.
Si al Congreso no irá ni un centavo más de los 218 mdp del año anterior, no crean que al Judicial le fue de maravilla. Tendrán en sus arcas cinco millones de pesos más, bajo la estrategia de contener a jueces y magistrados, manteniéndoles en un esquema de trato personalizado para obtener de cualquiera de ellos los favores necesarios. Como suelen decir los priístas: «de manera casuística».
A la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UAT) correspondió un incremento ofensivo: 900 mil pesos, ni la décima parte del presupuesto solicitado de 115 y medio mdp. La cifra para 2013 será de 92.3 mdp.
A los municipios no les irá mejor. Despojados a priori de ingresos como el del Registro Civil, en su mayoría carecerán de incremento presupuestal alguno. Es más, les aguarda prescindir de otros ingresos, como el generado por el Catastro, y acaso el agua potable y alcantarillado.
Pensamos que 20 por ciento más de recursos en las arcas del ejecutivo servirán para concluir obras a medias y para iniciar la edificación de un cierre sin sobresaltos.
Esperamos que a dicha cantidad no la vayan a mermar, ni la destrucción del puente de Chiautempan o la demolición de la Plaza Bicentenario, como un cierto jilguero de peseta lo ha llegado a proponer, pues para eso es el micrófono, verdad…
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