Bastó una llamada el pasado viernes para que los integrantes de la Legislatura lograsen un consenso que, en otras circunstancias, como buscar la transparencia, sencillamente no se da…

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Así como la Legislatura es buena para hacer pomada a dos magistrados que buscaban su inamovilidad en el Poder Judicial, debiera serlo para encontrar unanimidad a la hora de castigar a los servidores públicos cuyas responsabilidades han sido incumplidas, comenzando por presentar deficientes cuentas públicas.

Una llamada bastó el viernes para tirar línea a tricolores y aliados. La decisión estaba tomada. El sistema retiraba su apoyo a la dupla esa de juristas que todo lo apostaron con tal de hacer méritos y ganar la perpetuidad, sin perder de vista el objetivo non: eventualmente ocupar la presidencia del Tribunal Superior de Justicia del Estado de Tlaxcala (TSJET).

Cierto, llegaron a ser importantes en los planes superiores.

Entonces vino la sobreactuación, principalmente del colocado en la sala de los monólogos electorales.

Sobran versiones en torno a una multitud de negocios, en ese contexto efímero pero efectivo de poder. Alzando la bandera del marianismo anotaron varios goles ocultándose en dicha corriente. Mas cada acción fue registrada con precisión vengadora. Y en su momento se activó la línea.

Helos sin rumbo y sin dueño. ¿Qué hacer entonces?, Creo que la lógica llevó a ambos jueces a cuidar mutuamente la espalda a través de una alianza, ¿maligna?, pero capaz de ocasionar cefaleas a quien los usó y los desechó.

En demérito de ellos les queda la imagen de lo que pudieron llegar a acariciar si su lealtad hubiese sido real. Mas el mercenarismo por el cual se alquilaron temporalmente los alejó de su origen orticista, se hicieron marianistas por conveniencia, mas no perdieron la brújula del aquí y ahora… no dejes para mañana lo que puedas ganar hoy. Y se ahogaron  en la unanimidad de su expulsión.

Es cierto, ahora pueden ser un frente, pero quién es el grupo valiente que adquiere los activos de la mancuerna cuya lealtad a medias quedó para regocijo de quienes querían verlos hundirse.

La unanimidad sí hace falta

Porque mire estos casos de sobresalto nacional: los alcaldes tricolores de Tlaxcala y Huamantla. Incapaces de contener sus protagónicos estilos como se los exige la transparencia.

Millones y millones de pesos en presuestos tergiversados, verdaderas tripas de formas caprichosas para habilitar préstamos personales, o dar bonos o, así de un plumazo usar lo que se llama recurso etiquetado  para tapar los huecos a modo de los gatos que cavan para ocultar sus despojos.

Hoy, puede ser una creencia con cierta lógica que este par prepara su enésima presentación en sociedad como los emulitos de Adrés Granier, para que un gobierno con ganas de recuperar su autoestima tenga causas para buscar la transparencia.

De que Pedro Pérez y Carlos Ixtlapale, vivieron su sueño en un universo inconveniente ni quien lo dude. Les aguardan tiempos complicados. Se lo buscaron.

Uno, al perder los valores básicos de cualquier autoridad.

Y el otro… también.