Representantes populares decantaron en los peores enemigos de un pueblo, limitado a presenciar las cínicas señales de la impunidad.
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Ciento noventa y siete millones de pesos son la contraparte de la caja de cristal, prometida al inicio del régmen y en el mismo paquete que la negativa de negocios con familiares, y nepotismo y recomponer el tejido social.

La historia lo juzgará porque, ¿quiénes somos usted y yo para criticar el concurso de una parte importante del Legislativo postrada ante un ejecutivo a quien llena de orgullo lisiar la economía de un pueblo, actuando como su principal enemigo y no como el estadista que retumbaba en sus elucubraciones de inicios de esta juerga?

Uno llega a algún hospital o centro de salud y vive la miseria con intensidad. Da cuenta del resentimiento del personal, condenado a actuar bajo los preceptos de una élite… la de las inverosímiles comisiones, la del negocio a costa del sufrimiento de los demás, la que desmanteló al Hospital Infantil.

La cereza de este pastel abismal se ha dado en el Congreso; como parte de una despedida adelantada para que un grupo de representantes populares de muy especiales hechuras, recurriese a la roqueseñal para hacer fiambre de su credibilidad ante un pueblo que en estas circunstancias, toma nota, no tiene más alternativa… ya vendrá la oportunidad de algún desplante como los ha hecho en sendas oportunidades, en los procesos electorales recientes.

Lastimar así a quienes solemos curarnos en el sistema público, y luego expresar hasta el hartazgo frases acuñadas para aplaudir el papel de la administración, engrosa la decepción con rasgos de arrepentimiento que, tricolores o no, sentimos al presenciar el muy limitado papel del simpático líder condenado a las limitaciones de su naturaleza, y al vilipendio popular a causa de sus formas que van del diazordacismo, se nutren con el echeverrismo y estallan como fuego artificial al actualizarse en un beltronismo que hubo de pintar su cara con las bondades de Roque Villanueva.

La esencia de estos disimulos la tenemos acá, ciertamente aderezada con la rasposidad de quien ha remado a contracorriente para hacer de los toros el buen negocio que en otras condiciones lo condujo de varias formas a la bancarrota.

Demos gracias a la divinidad que aquí no llueve como en Guerrero y que el Zahuapan es un caballero, comparado con el Balsas. No quiero ni pensar en un escenario distinto, como aquél shock en el que cayó un gobierno que en pocas palabras no pudo prestar la ambulancia del gober para atender a los cientos de quemados de Jesús Tepactepec, en el municipio de Natívitas.

Dos de octubre, no olvidamos ni los orígenes del ganadero mandón, ni la constante bufonada al tejido social, gracias a cuyo movimiento hace cuarenta y cinco años fue posible colocar a Diaz Ordáz en el sitio donde la  historia ya lo juzga.

Entre Europa y Canadá

No hay inversiones, pero sí hubo fotos en cuentas de facebook, alardeando por gastar el dinero de Tlaxcala a manos llenas aunque los resultados nomás no lleguen.

¿Será que la actual super secretaria con más millas acumuladas y presidenta plenipotenciaria de la Feria de Tlaxcala carece de cualquier iniciativa que le denote así, así, de creatividad?

Términos como, «te vamos a sorprender», «el foro automotriz» y otros tantos, se originaron en el gobierno anterior. ¿Y el de hoy?, ¿y su sello personal? Se les fue Audi de las manos; Nestlé dejó la plaza, ¿qué ocurre con la señora Adriana?

Viene su mejor momento: la feria de Tlaxcala. ¿Su mejor momento? ¿Y las carretillas de dinero usadas en viajes internacionales, con o sin gobernador?… ¨Pues ya veremos a la gran promotora de Tlaxcala haciendo lo que mejor le sale: poniendo las mesas en la Cabaña, ese como premio a los organizadores ferieros, para saquear los bolsillos de quienes llegan a caer en sus manos.

Pero, ¿y la promoción del estado?