Al oneroso desmantelamiento de los ortinotarios sigue el de numerosas dependencias, algunas de ellas impensables, como el Instituto Tlaxcalteca de la Cultura, el de la Mujer y ¡el de Personas con Discapacidad!…
Qué buen momento para sentarse y reflexionar respecto al poder que en sus manos crece cada día. Las ideas del gobernador Mariano González Zarur, pasaron a obsesiones, que responden a los planteamientos personales en el marco del efímero sueño de mandar a todos, por cierto, ilusión que se hizo realidad mucho tiempo después de aquella plenitud sanchezpiedrista. La duda es si en aquellos tiempos la violencia desatada por el mandatario en contra de todo y todos a los que considera sus enemigos, habría sido aún peor.
El caso es que hoy, tras la sospecha de haber dispuesto de cantidades monstruosas (hay quien menciona más de cien millones nada más en el pleito para desaparecer a los notarios orticistas), el estado no es mejor de cuando asumió el poder, allá por los inicios de 2010.
Combina el enojo con la desesperación de hacerlo ahorita mismo, aquello de dejar sin chamba a las más personas que pueda… es una especie de placer bizarro el ver que muchos sufren, sin trabajo, o teniendo que llevar sus habilidades a otras latitudes porque aquí, cualquier puerta está cerrada.
Esos con la creencia de que el poder se da para hacer amigos andan desorientados. Al menos en el capítulo de quien hoy aquí detenta el mando.
Pasa el tiempo y cada vez es más difícil comprender los orígenes ideológicos que mueven al hacendado gobernador a actuar como lo está haciendo.
Con la línea dictada por Peña Nieto no, definitivamente no. El Presidente y su equipo, apuestan a la integración, con eso que se llama Pacto por México. Y su partido prioriza las causas sociales.
Lo digo porque aquí, lo que pudiéramos entender como el fundamento de dicho Pacto, es el desprecio por los partidos y sus personajes. Antes de cualquier diálogo con los componentes del tejido social, está pactar o amenazar a sus superiores jerárquicos, buscando la parálisis y muchas veces consiguiéndola.
En el partido es peor. Siendo la línea dictada en Insurgentes, convencer a la buena bajo la premisa Democracia y Justicia Social, aquí el partido se convirtió en el supermercado de las precandidaturas, donde el pez grande devoraba al chico, donde a todo se le impuso un precio, siempre alto. Y la mentira de las encuestas, casi como si se tratase de una pelea de gallos con chapuza.
Pues al adelgazamiento burocrático que nos lleva a la constante pregunta: ¿y dónde están los fabulosos ahorros?, y al desmantelamiento de notarios orticistas, con la consabida polarizacion de odios de parte de un creciente grupo político, le sigue lo impensable.
Está en la agenda de los destripamientos desaparecer:
1.- Al Instituto Tlaxcalteca de la Cultura. Tras haber retirado cualquier beca o recurso a los creadores de Tlaxcala, la administración González tiene en puerta fusionar a este organismo con la Secretaría de Educación Pública.
2.- Al Instituto Estatal de la Mujer. Aquí ha dejado de contenerse la misoginia del sexenio. Es más vigente que nunca el desprecio de género, y el ir pensando dónde ponen, a esa bola de fulanas revoltosas porque el gobierno es cosa seria… el gobierno soy yo, estas son las frases sugeridas en dicho despropósito de gabinete.
3.- Al Instituto Estatal del Deporte. Porque, dígame, a quién le interesa el ridículo tema ese que a Tlaxcala lo asista contar con muchachos y muchachas con un alto rendimiento en sus disciplinas deportivas. No, esas son fregaderas, también hay que fusionarlas con la oficina de Tomás Munive. Él ya tiene instrucciones.
4.- No lo tenemos confirmado, pero en el mismo sentido va el Instituto de Personas con Discapacidad. Lo que piense el verdugo lo consideramos un tema de mal gusto y por eso nos lo reservamos.
¿Qué quedará del gobierno?
Aquella evocación del gobernador a bordo de un auto setentero, con un chofer, que al mismo tiempo era su director de tránsito, un secretario, que al mismo tiempo era su secretario de gobierno y un procurador, como acompañante y al mismo tiempo guarura.
Nadie duda que al día de hoy, de quien hablamos concentra el poder como suele ocurrir a estas alturas de la administración en cualquier estado de la República.
El caso es aprobar las evaluaciones electorales.
La primera fue un rotundo fracaso.
Viene la segunda y más importante. Ya lo veremos.
La otra evaluación: el número de empleos, la seguridad, la gobernabilidad. Creo que tampoco la aprobamos.
¿Para esto es tanto poder?
Creo que es un desperdicio.
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