¿Se puede ser tan ingrato como para hacer añicos del partido que lo llevó al poder? Sí, nada más vea a Pedro Pérez Lira y observe cómo nada hay por encima de su liga filial… oiga, qué peligroso.

Estamos ante un caso de amor filial tan agudo que no ha reparado en destruir al PRI y a su candidato a la alcaldía de Tlaxcala, Ramiro Pluma Flores (cuyo origen es Flores Leal).

El gemelo Pedro se ha indignado tanto porque a su carnal, el gemelo Geovanni le dieron, y luego le negaron unas firmas para poder registrarse ante su partido que, convertido en un energúmeno despotrica cuantas veces puede en contra del instituto político que lo llevó al poder.

¿Se puede ser tan ingrato?

Vemos que sí. De ese tamaño es el vínculo gemelar en el Ayuntamiento de Tlaxcala. Nada hay más fuerte que la liga familiar entre estos dos personajes, a quienes se les agota el efímero pasaje por estas senadas de la grilla.

Primero, el que se enoja pierde. Luego, parte de un corporativo como el tricolor, estos dos deberían saber que sólo conforman un engranaje, mas no el piñón que mueve al sistema de tracción. Y hoy que les ha tocado perder no conocen la conformidad. ¿Qué tal cuando ganaron?

La lisonja entre ambos los hizo verse sustitutos de Mariano. Un carnal dice una cosa, el otro le completa y ahí van… trastabillando con malos números ante el Órgano de Fiscalización Superior (OFS) pero sintiendo en su interior como si fuesen casos extraordinarios en la política tlaxcalteca.

El PRI ha andado tan ocupado contando los billetes de las candidaturas a alcaldes que, se les ha pasado iniciar el proceso de expulsión al presidente municipal de Tlaxcala (y también a su carnal).

Y el candidato Ramiro Pluma Flores, ha preferido guardar ese silencio cruel, tan de su grupo, encabezado por Rubén Flores Leal, a quien con esta decisión marianista le cerraron también el camino al Congreso, vía las primeras pluris, para contener la frustración iracunda de perder su notaría en la eterna espera de ser secretario de gobierno.

O sea, Ramiro no es parte de una generación espontánea. Ni lo puso Lorena en órbita cuando dejó su curul aquí para hacerse senadora allá. Pero que trae un antimarianismo multivalente, eso nadie lo puede negar. Casi estoy seguro que es parte de la etapa adversa del coordinador de los esfuerzos.

Claro, primero tiene que derrotar a Adolfo Escobar Jardínez, a Paco Hernández y a otros haciendo fila, como Abel Hernández, Guillermo López… en fin, la lista es larga.

De conseguirlo, primero conservaría la capital Tlaxcala para el PRI.

Luego, supongo que sería el mecanismo para materializar aquél mal augurio planteado a don Manchis allá por noviembre del año pasado, en una de las mesas de La Cabaña, de la Feria de Tlaxcala, cuando el controversial peseta negó feamente sumarse al marianismo como operador del Congreso en el clandestinaje, y al contrario, mostró sus cartas, en pro de Lorena Cuéllar, y de conseguir una Legislatura mayoritariamente antipriísta, antimarianista…

El otro eje de ataque se ubica en lo legal.

Ya ve qué exitosos procesos ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

¿Quien, al frente de ellos?

Dicen que José Juan… ¿quién más?, como parte del plus conseguido tras el reencuentro entre don pesesta y JJ, con motivos de sobra para cobrar viejas afretntas al que despecha en la oficina más grande de Palacio.

Sobre advertencia no hay engaño

Hace unos días, en una casa de Santo Toribio Xicohtzinco explotó un polvorín. El enésimo que pasa ante la nariz del director del Instituto Estatal de Protección Civil (IEPCET) sin inmutarlo.

Sólo hubo un lesionado.

¿Por qué no ha renunciado ese funcionario estatal de quien sobran razones para pensar que es un bueno para nada?

¿Por qué seguimos arriesgando a la feligresía con cohetes, cohetones y esos productos, cierto muy de la fiesta, pero manejados con irresponsabilidad?

¿Hacen falta más muertos, más mutilados, más familias rotas?

No. Lo que hace falta es autoridad.

Nuestro secretario de Gobierno es viejo y torpe. No más que el director de Protección Civil. Son incapaces de mover una empresa del tamaño de la seguridad de los tlaxcaltecas.

Desde luego que su mando superior también es viejo. Además, neurótico. Ofensivo, respondón, golpeador, misógino y demás gracias que, a la hora de pedir cuentas, pagan con valiente.

Pregúntenle al altísimo su opinión sobre otra explosión pese a la amarga experiencia del 15 de marzo en Natívitas.

Verán cómo les responde con una especie de: «¡qué pena me dan!».