El secretario de salud se deshizo en loas a la, “transpariencia” de la administración marianista… tenía que asomar la cabeza, consciente del momento delicado que vive su gestión en el sector.
Tan graciosa es la ortografía del secretario de Salud, Jesús Fragoso Bernal, como la burla en que resulta una administración transparente (la suya) elogiando a otra igual de nítida (la de su patrón).
Dos diarios locales reprodujeron tras el informe ciudadano del gobernador Mariano González Zarur, un desplegado bajo la orden del gastroenterólogo del Hospital Central de Apizaco, quien también se desempeña como secretario de Salud en Tlaxcala, a saber:
“Personal directivo y colaboradores de las diversas áreas dependientes de la secretaría de Salud en el estado, nos sumamos la comunidad tlaxcalteca para externar nuestro sincero Reconocimiento a…” (sí claro, al gober)
Hay que ver el siguiente párrafo:
“Un gobierno incluyente, participativo, de puertas abiertas, que privilegió la transpariencia y la corresponsabilidad. Ese ha sido su legado…”
Así apareció en El Sol de Tlaxcala y en Síntesis.
Suponemos que la palabra, “transpariencia” (pagada con recursos de la institución), sugiere algo así como, “cuentas un poco claras”, idea que equivale a, “cuentas un poco obscuras”, colocando sobre la mesa de la discusión la cualidad que, “maraca la diferiencia”, con base en una, “concencia lympya”, mediante la cual uno puede explicarse, “la exceliencia y la eficencia de la dependiencia”.
Una felicitación al raro informe ciudadano del mandatario tlaxcalteca, ordenada por el organismo de la opacidad, “por antonomiasia”, es la pieza que faltaba para completar el rompecabezas del caos.
Así, uno se puede explicar las causas del desabasto de medicamentos, las escandalosas comisiones –con autos último modelo y toda la cosa- y el presunto enriquecimiento de personalidades de la talla del tristemente célebre Loncha Vázquez Soto, así como del propio cirujano que insiste en permanecer en el ojo del huracán.
Mire que utilizar recursos provenientes de la federación para liquidar personal y, pagar cantidades monstruosas a despachos externos, dispuestos a prolongar líos laborales cuya suma rebasa los 300 millones de pesos, no sólo habla de graves responsabilidades, sino de una desafiante actitud que anima a este grupo apizaquense enquistado en el sector salud, a ver la cara de tonto al pueblo tlaxcalteca (al menos a hacer el esfuerzo por conseguirlo).
Ahora, cuando corre la noticia de la inevitable comparecencia, tanto de Jesús Fragoso como del secretario de Finanzas, Ricardo García Portilla, a más tardar el próximo viernes 20 del actual, se enciende una pequeña flama en espera que el llamado de los diputados a este par, con motivo de la glosa del informe, no sea un acto más dentro de la colección de frustraciones, a la que lleva el papel light asumido en forma súbita por aquellos que en su momento parecían dignos representantes del pueblo de Tlaxcala.
Una vez más los despachos externos se alzan como la asignatura pendiente de este gobierno, pues de ellos nada se informó en el besamanos reciente, aunque el aparato burocrático se muestre receloso e indignado ante las carretillas de dinero pagadas a aquellos, a costa de recortes inmisericordes y el consecuente empobrecimiento que ocasiona su operación.
La inversión que no existió
Mire que hablar de un incremento de 337 por ciento en inversión extranjera directa (IED) cuando la información de la Secretaría de Economía (SE) registra el equivalente a 0.02 por ciento de la inversión captada a nivel nacional (algo así como 800 mil dólares), suena a parte del lucimiento personal de quien activó el aplausómetro tras haber amordazado a quienes les asistía el derecho constitucional de cuestionarlo.
Desde luego que esa cifra arrancó expresiones de elogio. Más nunca se aportaron las pruebas.
Es una muestra de los deseos cumplidos del Ejecutivo local, relativa a la política autoritaria que, lo mismo puede echar mano de datos inexactos que, de un manejo arbitrario de los recursos para darles un uso en detrimento de la economía estatal.
Diputadas y diputados tienen en los despachos externos un material de análisis obligado pues, si bien habrían aceptado el cohecho como condición para guardar un silencio cómplice o de plano ausentarse del acto de lucimiento personal –llamado informe ciudadano- son en consecuencia partícipes de una afectación monumental al erario.
Vamos, el reclamo podría hasta darse en términos de inequidad en el reparto de la riqueza. Mientras unos, generalmente establecidos en otras entidades estarían llevándose la tajada grande del pastel, los de aquí han acabado por conformarse con las migajas.
Y ello se traduce en el estancamiento.
¿Quién, en el futuro inmediato será capaz de reclamar ese comportamiento a quien ha resultado el artífice de un cínico sangrado al presupuesto?
De los viajes al Japón y a Nueva York, no hay nada en concreto. Se les pretendió justificar como jornadas de promoción, pero las estadísticas son frías y deprimentes.
A final de cuentas fue dinero, mucho dinero empleado según se juzga, para viajes de placer.
De la presión tricolor
Resulta que la manifestación de integrantes del Sindicato Siete de Mayo, efectuada la semana anterior habría sido operada por la legisladora priísta Lorena Cuéllar Cisneros, como parte del paquete de presión para hacer efectivo el convenio cupular pactado con el entonces precandidato al gobierno de Tlaxcala (y después ganador de la elección) para conseguir la candidatura al senado.
Es una clara advertencia de ruptura en caso de incumplimiento del pacto aquél para contar con puestos en el gabinete y con la mencionada candidatura, a cambio de no participar en el proceso interno del cual Mariano González Zarur, resultó ungido abanderado al gobierno.
¿Es acaso un adelanto del abandono lorenista a las filas tricolores?
Reiteradas ocasiones ha expresado la oferta de partidos distintos al PRI para impulsar su carrera, que busca contender por la gubernatura, pero antes asegura su participación en la elección federal del primero de julio próximo.
De persistir la cerrazón en el PRI y en su comandante, la Cuéllar viviría condiciones muy parecidas a las que por ahí de 1998 tuvo Alfonso Sánchez Anaya y su aparatosa renuncia al tricolor.
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