Entre hoy y el próximo veinte de febrero, se espera el peor cochinero en la elección del nuevo presidente del PAN. Si no aprovechan ahorita que va a haber apoyo calderonista en 2012, para más adelante nada habrá de donde disponer para presumir que siguen vivos.
Cierto, cuando detentaron el poder, lo dilapidaron; hoy les apremia 2012, después de esa fecha nada les quedará.
El diputado federal Sergio González Hernández, dice una gran verdad al reconocer que los panistas se comportaron como unos patanes con su partido mientras saborearon las mieles del triunfo.
Conscientes como debieron estar que eran un instrumento legal del orticismo para lograr posiciones, los grupos albiazules que dieron fuerza a este instituto político hicieron a un lado cuestiones doctrinarias y se dedicaron a disfrutar la dolce vita.
Hay ejemplos patéticos, como el aún presidente estatal de ese partido, Benjamín Ávila Márquez, a quien le dio por ponerse chachalaco cada que podía, ya sea en su papel de secretario de la función pública (claro, de utilería) o como el líder abierto, dispuesto a recibir órdenes de Héctor Ortiz y, procesarlas ante sus compañeros de partido como las acciones pragmáticas que más les convenían.
Y así se les pasaron seis años.
Algo ha de tener de aburrido que las panistas prefirieron mantenerse alejadas del cochinero que se espera entre hoy y el 20 de febrero, cuando este estupendo partido (ajá) cuente con un nuevo líder, cuyo principal reto será unir a los grupos, sometidos al peor desgaste de su historia.
Vera usted. Muchos de los panistas tuvieron que esperar sentaditos durante estos seis años en que su partido detentó el poder en Tlaxcala, para que al final del sexenio se dieran color que todo fue inútil, porque todo se fue por la borda. El PAN perdió la elección y con ello se acabó la esperanza para convertirse en relevo en alguna chambita, donde pudiesen aplicar la máxima de Por una Patria ordenada y generosa.
Eso quedó atrás. Hoy son dos los grupos en plena batalla, empeñados en no ceder ni un ápice con tal de conseguir el tan deseado escritorio en el edificio de Independencia (sí del que nunca se supo quién lo mandó a construir).
En esta esquina, los incondicionales de la ex candidata al gobierno, Adriana Dávila Fernández: comenzando por el diputado federal, Sergio González Hernández, con Ángelo Gutiérrez Hernández y José Gilberto Temoltzin Martínez.
En el otro lado, bajo el auspicio de Adolfo Escobar Jardínez, se encuentran Tomás Degante Arenas, Damián Mendoza Ordoñez y Rolando Romero López (este último rete amohinado porque se quedó sin chamba gracias a la tremenda grilla de la Dávila a nivel central).
Pues ahí tiene usted a los seis. Puros hombres; bueno, todos del sexo masculino, para no emplear el término de hombre como si se tratara de personajes íntegros, pulcros, de palabra, vamos todos unos caballeros.
Esta será la disputa más reñida de la historia panista en Tlaxcala.
No la puede perder Adriana. ¿Se imagina a la ex abanderada del PAN levantando el brazo a alguno de sus adversarioa?, No, ese escenario es imposible, al menos para la asesora de Hacienda que este fin de semana anduvo de pata de perro con Marquitos Covarrubias, en Baja California Sur, donde el ex perredista patrocinado por el partido de Calderón se alzó con un escandaloso triunfo sobre el PRI y la incredulidad de Peña Nieto y Beatriz Paredes.
No es por señalar que la suerte esté echada para ambos grupos del albiazul. Sería menos hipócrita sostener que ese partido atraviesa por la etapa de peor divisionismo en su haber con la desventaja que ya no tienen acceso al presupuesto vía Héctor Ortiz.
Hace poco, que Mariano les ofreció la secretaría de la Función Pública, se pusieron fresas, no porque no les conviniera, sino porque la ganona iba a ser Aurora Aguilar Rodríguez, por quien Adriana es capaz de armar una revolución con tal de destruirla.
De hoy al veinte de este mes se espera de todo. Compra de voluntades, reparto de dinero dentro de programas federales y pasamiento por el arco del triunfo las advertencias esas sobre lo prohibido que está utilizarlas para beneficiar un proyecto, ni siquiera en una elección constitucional, sino en un vil proceso interno del partido más débil de Tlaxcala, pero eso sí, sometido al peor castigo por sus propios pilares.
Nuestro más sentido pésame
Al ex senador Joaquín Cisneros Fernández, por la muerte de su querido hijo Juan Pablo Cisneros Sánchez. Descanse en paz.
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