En este titubeante inicio de gobierno, cuánta lástima nos da haber tirado al caño cinco meses y doce días que, pudieron aprovecharse para un proyecto cercano a la perfección; en el inter, llena el hueco ganar minúsculos debates, siempre contra los más débiles.
Es debilidad recurrente de una cierta casta, poseer la razón, su razón y, alardear en función de ello ante miradas solidarias por necesidad o por ausencia de opciones; en el peor de los casos, pasivas, aceptando el trato merecido y a veces inmerecido.
Mariano González Zarur, triunfa en debates no prioritarios. Emplaza a quien resulte responsable a la no tergiversación de términos como solidaridad, ideales en su discurso en tanto generosa disposición de las personas para hacer equipo con el gobierno; deja abierta, sin embargo, la evocación de Carlos Salinas, como autor de dicho término, y al mismo tiempo reprende a quienes queriendo o no, caen en errores de apreciación con dicho tema.
Debiera recordar que los triunfos efímeros y constantes, limitados e invariables, no son indicativo que le asista la razón.
Dibuja, eso sí, la nula disposición a ceder, aunque sea tantito, porque en los hechos, sus hechos, nadie tiene la razón pues, su perspectiva solo sería vista por arriba del hombro.
Malo no es, pues detenta el don de mando, tan históricamente necesario en esta parcela, permanentemente a la orilla del caos.
Mejor sería si la apuntalase con el antecedente de aprovechar cada etapa de una edificación bien cimentada.
Hoy la advertencia es que vamos contra reloj. A todos nos mete en ese redil.
Mas dispuso desde el cinco de julio para el diseño de un Ejecutivo cercano a la perfección. Cinco meses y catorce días, desperdiciados en prolongado convivio con Narciso.
Y de eficiencia qué hubo.
Nada.
Porque ese lapso pasó de noche para un Tlaxcala a merced del orticismo. Mientras, el hoy gerente de la entidad se dedicó a señalar con la palma en vertical un, vas a ver no más que sea…
Pues ya es. Y el vas a ver lo habría esperado en una especie de paso de la muerte, de caballo a caballo en plena carrera, con el lucimiento ideal quien ejecuta esta suerte tan conocida por nóveles embotados en esto del servicio público, como ocurre con el charro Jonathan Bretón Galeazi.
Y tuvimos que comenzar de cero. A veces de menos diez. ¿Por qué?
Ello es el lado opuesto a la eficiencia.
Lo malo es decirnos a todos que vamos contra reloj.
El llamamiento es válido, pero para ellas, las autoridades aletargadas por la larguísima hibernación, y hoy con un ojo pegado, por eso se les dificulta ver los colores en todo el esplendor que les demanda actualizarse.
La teoría de los seis meses tiene un gobierno de asombroso arranque, con todas las posiciones dadas, aceitadas y afiladas.
Sobre las rodillas se nombra a la chica verde como coordinadora de Ecología. Al cuarto para las doce se presenta una terna para la procuraduría, a la que se suma un trágico nombre, como represa fracturada de un crimen organizado, listo para tomar sus posiciones en la cancha donde el debate ganado, ese al que aludimos al inicio de esta entrega, se da contra los más débiles, pero se convierte en complicidad entre compadres, al medir el agua a los tamales de quienes perviven en medio de un cuestionable desempeño.
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