Lo bueno para el panista es que no irá sólo a la cárcel. Lo acompañará otro alcalde, el de Calpulalpan y varios regidores y presidentes de comunidad, quienes aceptaron sobornos con recursos de obras, salarios y servicios.
Suponer que se había burlado de todos, autoridades, jueces y ciudadanos, implicará el pago de un elevado tributo, tras las rejas. No es un evento para aplaudir. Es lamentable y a nadie se desea esta suerte, pero cuando median reiteradas motivaciones, uno qué puede hacer, sino reflexionar sobre la gravedad de este capítulo.
Existía la advertencia de privar de recurso económico alguno al “gobierno ilegal” de Alex Ortiz Zamora. Y él lo ignoró. Pasó por el arco del triunfo la cuenta regresiva. Prolongó una dolorosa agonía, pensando en la temporada de asueto como si esta fuese un cobertor con el cual, ocultara los cadáveres administrativos en su haber.
¿Qué movió a Ortiz Zamora, a tomar decisiones tan delicadas como aquella de vaciar las cuentas del Ayuntamiento de Apizaco y, distribuirlas –esa es la versión no desmentida por este grupo – entre regidores y presidentes de comunidad, cómplices de esta atrocidad legal, administrativa y política?
Creyó posible involucrar a esas personas, buscando enfrentar con compañía al rígido brazo de la ley. Creyó poseer la fórmula para provocar un levantamiento en la región, en protesta por haber atentado contra el caudillo que roba al gobierno para repartirlo entre los pobres (pero de espíritu).
Creyó que regalando fechas en la Monumental, al nuevo gobernador, aspiraría a una especie de clemencia cómplice y quien quita, hasta a un huesito en la nueva administración.
Una tras otra, las acciones observadas por este panista, lo hundieron, complicaron su situación legal y le aseguraron el peor lugar entre los sesenta alcaldes tlaxcaltecas, por cierto, con todo y gobernar al municipio más activo, próspero y hasta considerado como el ombligo político de Tlaxcala.
En Apizaco domina una máxima entre sus habitantes: trabajar, trabajar y trabajar. Por eso son factores de prosperidad.
No conozco a familia o grupo en esta demarcación, opuesta a cooperar con su autoridad, siempre y cuando reciban los servicios como los merecen.
Y Ortiz Zamora, contó siempre con el respaldo de sus paisanos. Le dieron pese a sus detalles personales, el beneficio de la duda y votaron por él, sin saber que con el tiempo devendría en escasa seriedad… en delicada broma como principio rector de sus actos.
Enloqueció al ver la mina interminable de oro en los negocios del Ayuntamiento.
Pero el dinero en exceso hace daño. He aquí el ejemplo más evidente.
Recursos y poder en manos de un débil mental, son dinamita.
Y esta tuvo que estallar. Y nos ha exhibido como gobernados por el PAN, a punto de salir de la peor pesadilla.
En Calpulalpan las cosas no son mejores. Auditoría tras auditoría, nadie pensaba encontrar pruebas incriminatorias del alcalde, Juan Antonio García Espejel. Cientos de cartuchos útiles de un rifle de alto poder, despertarían las sospechas de las autoridades, respecto al involucramiento del edil con el crimen organizado.
Las cuentas de cabeza. Auto préstamos imposibles de liquidar. El patrimonio municipal empeñado en plazas como Tulancingo. Lo que ocurrió con Calpulalpan es vergonzoso.
Últimamente sus autoridades han gustado del escándalo. Esta vez, ya hay orden de aprehensión en contra de García Espejel.
No es el PAN. Son estos elementos aislados los responsables de acabar con el partido.
Eso es una respuesta aventurada, pero predecible en dirigentes que ven al fracaso como sino inevitable.
Estoy seguro que la gente pensará muy bien en volver a dar un voto a este partido.
Era muy poco. Lo adquirieron como franquicia y subieron su estado de ánimo, al grado de provocar la auto destrucción, con candidatos triunfantes de la talla de estos que nos ocupan hoy.
La frialdad de una celda o, de andar a salto de mata, serán amplios y suficientes espacios para el arrepentimiento. Mire que malgastar la formidable oportunidad otorgada por el pueblo no tiene perdón.
Por eso lo han de pagar a la sombra.
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