Aunque para muchos les parecerá una exageración, la realidad es que a partir de las actuales celebraciones de las fiestas patrias inicia la cuenta regresiva para los y las presidentas municipales de Tlaxcala, pues hoy darán su penúltimo Grito de Independencia porque el del siguiente año será el último.
Muchos alcaldes y alcaldesas aún andan con la borrachera del triunfo electoral alcanzado en 2021, pero siguen sin asimilar que ya ejercieron uno de los tres años que tienen en el poder y que en diciembre estarán casi llegando a la mitad del periodo para el que fueron electos.
La escasez de obra por parte de sus administraciones, la contratación de familiares, novias y recomendados, así como la necedad de recurrir a empresas factureras para malversar los limitados recursos públicos pronto los pondrá en una situación difícil, porque ninguno estará en condiciones de buscar la reelección o aspirar a otro cargo de elección popular.
Una serie de estudios demoscópicos a nivel municipal con implicaciones estatales arrojó que a un año de que los actuales presidentes y presidentas municipales asumieron el control de sus ayuntamientos, ninguno logra el nivel de aprobación de la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros que ronda entre el 55 y 60 por ciento no sólo en los municipios sino que esa cifra se replica a nivel estatal.
El mejor alcalde o alcaldesa evaluada apenas si rasguña los 40 puntos porcentuales, pero la gran mayoría de los que fueron sujetos al estudio obtiene un nivel de aprobación que va de los 21 puntos porcentuales hasta los 36 puntos porcentuales.
Los ciudadanos y las ciudadanas sencillamente no están conformes con el desempeño de sus autoridades municipales. En promedio casi siete de cada diez personas se queja de la seguridad y de la falta de respuesta de los ediles para atender y resolver ese problema.
En promedio también casi el 50 por ciento de los entrevistados consideró que la prestación de los servicios públicos ha empeorado con relación a las anteriores administraciones y que la ejecución de obra en sus poblaciones disminuyó con relación a la realizada por los últimos ex presidentes municipales.
La percepción de que hay corrupción y malos manejos logra un porcentaje importante, ya que entre el 47 y el 56 por ciento de los sujetos que participaron en el estudio opinaron que en los ayuntamientos tlaxcaltecas siguen vigentes vicios como la contratación de aviadores, familiares, novias y recomendados, así como el pago de proveedores que elevan los precios de sus productos y servicios, sin dejar de existir la auto contratación de empresas constructoras que tienen algunos presidentes municipales.
Los alcaldes y alcaldesas han aprovechado muy bien el relajamiento de las medidas sanitarias de la pandemia de Covid-19 para invertir millones de pesos en ferias y para celebrar hoy en grande las fiestas patrias, pensando que al pueblo se le puede seguir dando pan y circo, sin embargo muchos se equivocan si creen que con esos gastos superfluos obtendrán el respaldo popular.
Lo que no ven es que la pobreza sigue creciendo, al igual que la economía informal, aspectos que indican que no se está haciendo bien el trabajo para apuntalar el desarrollo de los municipios y el de la entidad.
Muchos bajo el pretexto de rescatar financieramente a sus ayuntamientos han perdido un tiempo valioso para trabajar y dar resultados. Un número importante de alcaldes y alcaldesas carga ya un estigma de ineficiente y corrupto, situación que se empezará a convertirse en un problema porque el malestar de los gobernados no tardará en hacerse evidente.
No sería nada raro que uno que otro presidente o presidenta municipal recibiera muestras de desaprobación al momento de dar el Grito de Independencia.
Muchos muy pronto entenderán que es inexorable el paso del tiempo y que la cuenta regresiva para ellos ha comenzado.
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