La actual administración estatal se encamina a cumplir sus primeros once meses en el poder, sin embargo lejos de observar a funcionarios comprometidos y dispuestos a defender el proyecto de la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros, vemos a colaboradores extremadamente sensibles a la crítica e incapaces de sacar la cara por su trabajo y el de sus dependencia.

 

 

Los funcionarios que rodean a la mandataria morenista están más preocupados por su imagen y su futuro político que en cobijar y propugnar por el lorenismo y su proyecto de gobierno.

 

Lorena Cuéllar es una gobernadora sola a la que se le cargan todos los problemas del estado como si ella fuera la única responsable de lo que pasa o deja de pasar. Sus esfuerzos y acciones para mejorar las condiciones y alentar el desarrollo de la entidad no son reconocidos, cuando es evidente que está trabajando para transformar el sistema de salud y establecer diferentes programas que lleven bienestar a la población.

 

Su equipo de trabajo abusa de su noble carácter y de su entrega. Han pasado diez meses y sus colaboradores y colaboradoras no quieren dejar la zona de confort en la que se encuentran, de ahí que si se trata de presumir o destacar alguna acción de gobierno aparecen, pero si se debe defender y asumir posibles críticas, fallas o errores se esconden y dejan que pasar todo mientras no los toquen a ellos.

 

El mejor ejemplo de lo anterior se vio en esta semana cuando se registraron varios hechos violentos que implicaron la muerte de personas o la ubicación de un cadáver en una construcción cercana a la vía corta Puebla-Santa Ana. De inmediato hubo quienes recurrieron a la apología del crimen y a destacar la presencia de la delincuencia organizada, elementos que se utilizaron para desacreditar la estrategia de seguridad pública en Tlaxcala.

 

Es obvio que resulta preocupante el asesinato a balazos de un presidente de comunidad de Ixtacuixtla o la aparición de otro cuerpo en la zona de Tenancingo que resultó la víctima de un secuestro cometido en el vecino estado de Puebla, pero tampoco quiere decir que en Tlaxcala hay un Estado fallido.

 

El problema de la seguridad si bien se heredó de la pasada administración, también es un hecho que en la actualidad no se han tenido los resultados esperados. La llegada del ex militar Raúl Ruiz García a la Secretaría de Seguridad Ciudadana, no se ha traducido en ningún cambio favorable para la entidad o esa dependencia.

 

Su arribo generó expectativas, pero con el paso de los días se diluyeron porque se comprobó que no todo lo que brilla es oro. Además, es un funcionario blandengue al que sus subordinados ya le tomaron la medida, carece de capacidad para enfrentar los medios de comunicación y sobre todo de valor para asumir su responsabilidad y aceptar el desgaste que le tocaría enfrentar.

 

El secretario de Gobierno, Sergio González Hernández, hábil y ladino evita a toda costa salir de su zona de confort. Dice atender y ver los problemas del estado, pero desde la comodidad de su oficina donde opera para que otros enfrenten la crisis de seguridad.

 

Tal y como lo hace la ineficiente procuradora de Justicia de Tlaxcala, Ernestina Carro Roldán, quien sigue acumulando expedientes y mostrando que carece de habilidades para resolver los casos no sólo de alto impacto, sino los comunes.

 

Si se trata de presumir cifras y destacar que Tlaxcala es considerado como uno de los estados más seguros de país si salen a dar la cara Sergio González, Ernestina Carro y Raúl Ruiz, sin embargo ante hechos violentos y la falta de resultados se esconden y dejan que las críticas y señalamientos se centren en su jefa la gobernadora.

 

Pero no crea que sólo se presenta ese caso en cuestiones de seguridad, porque lo mismo sucede en el rubro de la salud donde el encargado de esa área, Rigoberto Zamudio Meneses, le encanta declarar y presumir supuestos logros, pero cuando se trata de enfrentar el desabasto de medicinas e insumos en las clínicas y hospitales que están provocando una pésima atención a los ciudadanos se pierde y se escabulle para no ser señalado o criticado por su deficiente trabajo.

 

Lorena Cuéllar es una gobernadora querida y respaldada por los ciudadanos y las ciudadanas, sin embargo se le ve sola y sin respaldo de su equipo de trabajo que sigue sin comprometerse con el proyecto de su jefa y el de la Cuarta Transformación.

 

En 53 días cumplirá su primer año de gobierno y quizá a la mandataria tlaxcalteca le convenga revisar a fondo el desempeño de sus colaboradores y colaboradoras para determinar qué áreas requieren cambios, pues estará en la mejor oportunidad de relanzar su administración que requiera una sacudida.

 

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