De persistir el mutismo, los desplantes y la calidad de huraño ante la clase política, el engranaje se activará aun sin su visto bueno, como pasó ayer en el CEN de Insurgentes, donde se cumplió el conjuro de hacer líder del PRI en el Congreso a Héctor Martínez García.
Te acuerdas que la muchacha bonita de aquellos tiempos, se aislaba, se reservaba a un grupito de incondicionales que hasta el baño la seguían. No le vaya a pasar así al que ganó la elección. Su mutismo –no solo hacia la prensa sino a la clase política – pasó de la evasión al insulto, pasando por alto que el tricolor es una maquinaria.
Así que los engranes tuvieron que activarse y no tuvieron más alternativa que trasladar el aquelarre para elegir al líder del grupo parlamentario tricolor a las instalaciones del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del PRI, donde el team de Beatriz Paredes, se despachó con la cuchara grande, mientras su lideresa anunciaba la publicación de la convocatoria para renovar la presidencia de su partido en cosa de tres semanas.
Oigan, es ocioso ignorar que ese anuncio puede tomarse como advertencia para el priismo tlaxcalteca, en el sentido de que una vez en marcha, la maquinaria no se va a detener porque la muchacha bonita, esa que recordamos en el primer párrafo siga de huraña.
Otra muchacha, que ha salido respondona y con un súbito beatricismo a toda prueba es la diputada electa Lorena Cuéllar Cisneros, quien hace poco nos reveló el abandono en el que Mariano tiene a la clase política.
Como que el ganadero gobernador ha cometido el error de sustraerse, a tal grado está quedando solo, pese a los gravísimos costos políticos de tal actitud. El Ejecutivo no lo es todo. Sin el concurso de diputados, alcaldes y los demás liderazgos de su partido, su vulnerabilidad es un hecho ineludible.
Lo malo es la tozudez en su comportamiento. A estas alturas y con semejante nivel de debilidad como si fuese una inmolación, estamos en la antesala de una administración compleja debido al daño causado por los propios demonios de quien la ha de encabezar.
Un escenario ideal sería el liderazgo a toda prueba y en cada ámbito. Dejar pasar eventos tan significativos como la elección de Héctor Martínez García, como cabeza del grupo parlamentario priísta, no tiene más fondo que la temporal lucha para deteriorar la imagen de Beatriz Paredes, debido al oculto ataque suyo para posicionarse.
Hay que ver a Enrique Jakcson, despotricando contra la tlaxcalteca en cada espacio donde le dan micrófono. Ahora, si atamos cabos, veremos que dicho personaje es uno de los modelos a seguir de Mariano, quien por añadidura suma su actuar a semejante campaña destructiva.
Nada productivo, verdad, para el gran proyecto de su vida, que es gobernar a su estado.
Así quiero verlo y no, como su turno al timón debido a que era el único de la foto con Emilio Sánchez Piedras, a quien faltaba ocupar la silla grande de Palacio.
El silencio actual tendría que ver con la necesidad de sacudir a quienes sueñan con ocupar un espacio en el nuevo gobierno, mas ignoran que el cuadro estaría hecho, cada puesto otorgado y, en consecuencia, las puertas herméticamente cerradas a las nuevas generaciones.
Aun peor. Recuerdo el anuncio, o ¿amago?, de Mariano, cuando cayó en la tentación de anunciar el retorno del viejo PRI.
Mire si no es para pensarse. Además de limitarse a los viejos políticos llenos de polilla y con expedientes al modo de Rubén Flores Leal (ex presidente del PRI), echa por tierra la oportunidad a los jovenazos entusiasmados con el mentado cambio, tras seis años con el estilo personal de Héctor Ortiz, en absoluto monedita de oro.
Ya caemos. El silencio, el desdén, el exclusivismo, tiene más fondo de lo que se nos muestra. Urgen cambios, un verdadero nivel de caballerosidad y el convencimiento de que se es gobernador de todos y para todos, no nada más para esa clase irónica, al estilo de Jaksons y compañía.
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