Noviembre, mes de la convocatoria para renovar a la Caiptlax, que los nuevos comisionados tengan el único compromiso de garantizar la transparencia y no de servir a quienes los proponen.

Con la nueva administración, a partir de enero de 2011, una parte fundamental del contexto democrático en el que intentamos introducirnos, la Caiptlax, contará con nuevos comisionados, tras el proceso de renovación que inicia en noviembre, con la convocatoria respectiva.

En un esfuerzo por conducirnos con objetividad, tratamos de respondernos al siguiente cuestionamiento: ¿cuál de los dos gobernadores tendrá manga ancha en el palomeo de los aspirantes?

El régimen que llega a su fin, acostumbrado a una profunda injerencia en cada ámbito donde cabe la mínima posibilidad de introducir la nariz, detenta la prerrogativa de la selección.

Digamos que es un montaje tan bien realizado que, consigue niveles aceptables de credibilidad.

Pero, honestamente, el papel de este ente se ve limitado a la permisividad que conviene al tlatoani y a su burbuja. De tal suerte que los comisionados pueden considerarse fuertes candidatos a recibir un Ariel, mientras los verdaderos alcances de una institución con semejante poder, tienen para subsistir que, ceñirse a la vara más alta.

Mariano o Héctor, serán el tronco del cual surjan las nuevas ramas del acceso a la información. El primero, en un alarde de promesas por transparentar, se ha encargado de generar la expectativa de un gobierno realmente dispuesto a permitir la operación de una comisión como la que nos ocupa.

Hasta dónde su palabra se va a cumplir, eso no lo podemos saber ahora, cuando comienzan a aparecer nubarrones de un doble discurso; el del desdén por reunirse con el mandatario en funciones y, el que nos habla de varias mesas de diálogo, teniendo al gober precioso como convocante de ambos protagonistas. (ya hasta se habla de premiar a Miguel Ángel Marín Torres, con la Secretaría de Salud, por el logro de su carnal).

Ortiz, no dejará de aprovechar la oportunidad de meter mano en el listado de aspirantes. Lo ha hecho en cada convocatoria, bajo la premisa de que en Tlaxcala el viento no mueve a una hoja del árbol, sin su voluntad.

Cuando hemos dicho que el de González, será un gobierno acotado, no lo decimos de broma.

Aun con sus estruendosos silencios y sus hostiles declaraciones, es incapaz siquiera de sobreponerse a la fuerza propia que trae consigo la nueva legislatura, mayoritariamente tricolor.

Y si partimos de la complejidad en la relación con los nuevos diputados, cuya lealtad debería ser incuestionable, ya imaginará usted en los restante ámbitos, el nuevo inquilino de palacio no la tiene fácil.

De todo esto, lamento que la democracia sea en nuestra entidad una asignatura, si no pendiente, sí con muchísimos obstáculos.

La voluntad popular se negocia en mesas previas de élites que inciden en los triunfos o derrotas. Y si para eso se dispone de millones y, se nos hace creer que ahora sí nos ha llegado el alto nivel de libertades con el que tanto soñamos, pues triste nuestra calavera al darnos cuenta que lo más a lo que aspiramos es, al cambio de las estrategias para el mismo fin, el fin de manejar los presupuestos a su conveniencia, mientras a nosotros nos den un trato de perrada, sin más derecho a opinar que nuestras expresiones en medios como el presente.

Verdaderos votos porque la elección de los nuevos comisionados sea un real ejercicio ciudadano. Porque el nuevo gobierno no se represente con un tirano, mentiroso y perverso.

Porque nos provoque verdadero orgullo el nuevo trío que se ostente bajo las siglas de la Comisión de Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (Caiptlax).