LA CORTE DE LOS MILAGROS

Roberto Rodríguez Acosta y la fuga de información del centro de espionaje

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¿Quién es Roberto Rodríguez Acosta, el personaje que fue grabado por el ex agente del Cisen Rodolfo Raúl González Vázquez, y que en los audios que este miércoles fueron difundidos en distintos medios (como los noticiarios de Ciro Gómez Leyva y Carmen Aristegui) implicó al diputado federal Eukid Castañón Herrera, y al ex gobernador Rafael Moreno Valle como los patrocinadores de un centro de espionaje que se encargó de intervenir comunicaciones privadas de decenas de políticos locales y nacionales?

 

Lo primero que habría que decir es que se trata de un ex agente del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) que en Puebla se convirtió en el brazo derecho del extinto Joaquín Arenal Romero, quien era la cabeza de un clandestino centro de espionaje al cual se le asignó, a partir de 2013, la tarea de intervenir teléfonos, computadoras, mensajes y el correo personal de decenas de políticos, funcionarios, activistas, periodistas y dirigentes empresariales y sindicales, con el inequívoco propósito de espiarlos.

Roberto Rodríguez es quien tras la enfermedad de Joaquín Arenal y su posterior fallecimiento, el pasado domingo 4 de junio en la Ciudad de México, asumió la dirección operativa del centro de espionaje, y quien heredó la maleta que contiene lo más selecto y explosivo de las investigaciones de campo, audios y transcripciones de llamadas telefónicas obtenidas ilegalmente de 2013 a 2016, y que su ex jefe guardaba con tanto celo por representar una especie de salvoconducto que le garantizaba inmunidad frente posibles denuncias, cargos, venganzas, penas, represalias o procesos judiciales en contra suya.

Y es también el responsable de la fuga de información de este centro de espionaje, por diferencias internas con otros miembros del equipo como José Antonio Celorio Mansi —responsable directo de la infección de equipos de cómputo y teléfonos celulares de los personajes objetivo a través del Sistema de Control Remoto Galileo adquirido a la empresa Hacking Team—, Gilberto Sebastián Bravo Romano y Gerardo Ballesteros.

Son estos conflictos al interior del grupo, la causa de la fuga y robo de información que, como ya lo he mencionado en anteriores columnas, se vendió o entregó en USBs a políticos del PRI, Morena y hasta del propio PAN, enemistados o distanciados del ex gobernador Rafael Moreno Valle y el diputado federal Eukid Castañón.

Los archivos contenidos en esas USBs fueron extraídos por empleados resentidos del centro de espionaje que fueron despedidos sin liquidación o se quedaron sin trabajo cuando Joaquín Arenal enfermó y fue sometido a un trasplante de riñón del que ya nunca se recuperó.

Dicha información, a la que este reportero tuvo acceso a finales de junio de este año, no me fue proporcionada por Fernando Manzanilla Prieto, ex titular de la Secretaría General de Gobierno y cuñado del ex gobernador Rafael Moreno Valle, ni por algún empleado o colaborador suyo, sino por dos distintas fuentes que, seguramente, ya también la compartieron a otros periodistas y columnistas, lo que explica la amplia difusión de estas ilegales grabaciones.

Por todo esto puedo anticiparle que el espionaje se convertirá en uno de los grandes temas de la campaña electoral del próximo año, y que éste podría echar abajo la nominación de la esposa de Moreno Valle a la gubernatura de Puebla, no sólo por lo que hasta ahora se ha revelado, sino porque los audios de conversaciones telefónicas muy picantes y comprometedoras de diferentes actores políticos, seguramente llenarán de mierda la honra, imagen pública y reputación de decenas de dirigentes partidistas, empresarios, periodistas, líderes sindicales y servidores públicos en funciones del ámbito local y nacional. 

 

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