Sin que los priistas tengan un panorama claro sobre su participación en la conformación del bloque opositor amplio que impulsa el PAN, el PRD y el PAC, porque el ex partidazo a través de su mediocre dirigente Noé Rodríguez Roldán quiere imponer su voluntad y quedarse con la candidatura al gobierno del estado sin ningún argumento válido o de peso, la disputa por la nominación a la alcaldía capitalina crece cada día y amenaza con provocar una fractura interna que debilitaría aún más a ese instituto político rumbo a los comicios del 2021.
Mientras los dirigentes priistas estatales y nacionales resuelven la participación del partido en el bloque opositor, la pelea por la candidatura a la presidencia municipal de Tlaxcala se ha intensificado como si los tiradores a esa posición asumirán que el PRI goza en la actualidad de una posición ventajosa y que tiene amplias posibilidades de retener ese ayuntamiento gobernado por Anabell Ávalos Zempoalteca.
El PRI no encabeza las preferencias por la presidencia municipal de Tlaxcala y está lejos de poder ubicarse en una zona de competencia, de ahí que la lucha interna por esa candidatura no se justifica ni se entiende, sobre todo cuando uno que otro aspirante como el junior Héctor Martínez Zamora o la marioneta de Pedro Bañuelos Morales se dedican a descalificar a sus contrincantes bajo el pueril argumento de que ellos controlan la estructura del ex partidazo.
El primero ha tenido una gris presencia política gracias a la sumisión, disciplina y lambisconería de su papá Héctor Martínez García, quien gracias a esos atributos pudo ocupar a lo largo de su vida diferentes cargos y posiciones en el gobierno, sin que nunca tuviera los tamaños ni el talento para realmente hacer realidad su sueño de convertirse en alcalde capitalino.
El segundo es un “Godínez” que ha aprovechado su posición para beneficiarse a través de terceros con jugosos contratos de obra pública. Carece de liderazgo y capacidad política. Es un personaje alentado y manipulado por el voraz y siniestro Carlos Bailón Valencia, responsable de la Secretaría Técnica de la oficina del gobernador y por varios ex presidentes municipales de Tlaxcala.
Otros que también buscan la candidatura del PRI a la alcaldía capitalina es el ex subdelegado de la Sedesol, Agustín Bretón Stanquiewicz, quien sin el cobijo o el estigma marianista realiza un trabajo a ras de tierra que le ha permitido ganar simpatías entre la auténtica estructura del ex partidazo. También está José Antonio Carvajal Sampedro, actual presidente del Patronato de la Feria de Tlaxcala, quien sin tener una militancia de años ha ganado terreno y presencia entre los militantes del tricolor que lo mencionan como una opción diferente para ocupar ese cargo de elección popular.
Hay otras opciones que se han mencionado en los últimos días, pero que en realidad se trata de cartuchos quemados como la actual secretaria de Turismo, Anabel Alvarado Varela y Fabricio Mena Rodríguez, hermano del gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez.
En el PRI están hechos bolas y a poco más de nueve meses de las elecciones del 6 de junio del 2021 al partido no se le ve rumbo ni estrategia.
Noé Rodríguez resultó una vil caricatura como líder estatal y para mala suerte de los priistas sólo aprovecha su cargo para promocionarse y tratar de conseguir la candidatura del PRI al gobierno del estado, lo cual es absurdo porque su proyecto es el más débil y sin ninguna posibilidad de volverse competitivo.
Los aliados que tuvo el PRI para retener la gubernatura en las elecciones del 2016 hoy están libres y muchos ya han empezado a sumarse a otros proyectos políticos, un claro ejemplo es el Partido Socialista que controla Rosalía Peredo Aguilar, quien no descarta sumar a sus huestes al bloque opositor amplio que están armando el PAN, el PRD y el PAC.
No cabe duda que el peor enemigo de un priista es un priista.
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