Si alguno de los abogados que buscó convertirse en juez civil o penal se inconforma con los resultados y pide que se respeten los resultados de las evaluaciones, es muy probable que se caigan las designación de esos funcionarios que anoche llevaron a cabo con total sigilo los magistrados del Tribunal Superior de Justicia, porque es obvio que no llegaron los mejores perfiles y los que obtuvieron las más altas calificaciones, sino los amigos e incondicionales de aquellos que hoy en día se sienten los dueños del Poder Judicial de Tlaxcala.

El servicio profesional de carrera en el Poder Judicial es una farsa y no se diga de los procedimientos realizados para designar a jueces y funcionarios, pues simplemente la preparación y los conocimientos en las diferentes ramas del derecho no importan, porque lo que realmente se valora y pesa es quién te recomienda, protege y promueve para escalar en la estructura administrativa del TSJ.

Si uno revisa los nombramientos de los nuevos jueces penales, es muy probable que llegue uno a la conclusión que la magistrada Rebeca Xicohténcatl Corona se sirvió con la cuchara grande.

Violeta Fernández Vázquez se convirtió anoche en jueza penal sólo por el hecho de ser “super amiga incondicional” de Rebeca Xicohténcatl. La nueva impartidora de justicia es esposa del ex priista y hoy morenistas y lorenista de hueso colorado, Ricardo Amaro.

Esa caprichosa y vanidosa magistrada también impulsó a Noé Cuecuecha, cuyo nombramiento quedó bajo reserva, sin embargo todos saben que es un litigante que obedece ciegamente a la engreída presumida Xicohténcatl Corona, quien también logró colocar como juez penal a Aida Báez.

Pero así como esa altiva mujer pudo ubicar a sus recomendados, también dicen que lo hizo el presidente de TSJE, Mario de Jesús Jiménez Martínez, quien impulso como jueces penales a Gabriel Flores Alvarado, Rodolfo Alfonso Méndez Acametitla y Alfonso González Martínez, quien también se quedó su nombramiento bajo reserva.

La magistrada adicta al reflector Elsa Cordero Martínez también hizo valer su peso y pudo lograr un espacio para una de sus chalanas de nombre Rossana Rubio Marchetti.

Y para seguir con el reparto entre amigos, en la Sala Civil se designó a Omar Cuapantecatl, quien es un abogado ajeno a la estructura del Poder Judicial de Tlaxcala pero que para su suerte cuenta con el afecto de un padrino como José Aarón Pérez Carro, secretario de Gobierno, quien ya demostró que no sólo puede meter a trabajar al gobierno a sus parientes, sino a sus amigos en el Tribunal Superior de Justicia.

Los secretarios proyectistas de algunas salas del TSJE que pudieron brincar de cargo para ser jueces civiles más por recomendación que por méritos son Dora María Espejel, Beatriz Eugenia Bello Hernández y Danielvira Ramírez Jiménez, quienes son una burda cuota de los magistrados Mary Cruz Ornelas, el triquiñuelas Fernando Bernal Salazar y la soberbia Elsa Cordero.

Tales comportamientos explican claramente porque la impartición de justicia en Tlaxcala está como está y porque nadie confía en el Tribunal Superior de Justicia.

Es más que evidente que la comida del viernes pasado entre magistrados del TSJ con el inútil y avorazado José Aarón Pérez y el nefasto procurador José Antonio Aquiahuatl Sánchez dejó buenos dividendos.