Por enésima vez el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, aclaró que los representantes válidos de su administración en los estados son los “superdelegados”, quienes después de trabajar por casi cuatro meses solos empezarán a ser reforzados por una estructura que ahora si implicará la salida de los aún delegados priistas y la llegada de nuevos funcionarios que darán vida y movilidad a las dependencias federales que se encuentran paralizadas.

Aunque nunca faltan los ilusos que recurren a psicólogos para tratar sus complejos y sacar sus traumas contra las mujeres que logran posiciones importantes, la realidad es que Lorena Cuéllar Cisneros, delegada de Programas de Desarrollo del gobierno de López Obrador y única representante de la administración federal, pronto asumirá el control de las 44 delegaciones de igual número de dependencias cuyos titulares se negaron a entregar sus áreas o simplemente optaron por no reconocer la autoridad de la que hoy es ubicada como la tlaxcalteca con más cercanía al presidente de México.

En una reunión de trabajo celebrada al inicio de esta semana en la Ciudad de México, el mandatario del país confirmó que sus únicos representantes en los estados son los “superdelegados” y que éstos serán reforzados con la designación de cuatro coordinadores que se encargarán de la Seguridad, la Economía, de las Comunicaciones y de los programas de Bienestar, quienes a su vez tendrán bajo su mando a los encargados de las delegaciones de las dependencias federales.

Hasta ahora se desconoce los nombres de los cuatro coordinadores y si éstos serán personajes ligados a los intereses de Lorena Cuéllar, pues a nivel nacional se habla que esas posiciones serán ocupadas por funcionarios vinculados a los secretarios del gabinete presidencial, de ahí que su trabajo se enfocará en entregar resultados y no a actividades políticas o electorales.

Donde quizá se logre ubicar a políticos identificados a Cuéllar Cisneros, es en los encargados de las delegaciones, posiciones a donde deberán llegar personas con la capacidad suficiente para operar esas dependencias que desde diciembre se encuentran paralizados por la actitud negligente de algunos delegados priistas que han hecho lo que han querido, como Perla López Loyo, quien tiene al ISSSTE en una permanente crisis por los pésimos servicios que ofrece a los derechohabientes.

Aunque ha sido lento el arranque del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, en los hechos ya se empiezan a ver su movilidad con la entrega de los recursos de algunos programas. La semana pasada Lorena Cuéllar se reunió con más de mil campesinos que avalaron a la administración federal y para este día se tiene previsto otro evento masivo en el municipio de Tlaxco donde también se repartirán fondos federales.

La actual “superdelegada” del gobierno federal ha cumplido con las instrucciones de su jefe el presidente de México y quizá por esa razón hoy en día goza de toda la confianza de Gabriel García Hernández, quien es ubicado como uno de los hombres de mayor confianza de López Obrador al mantener una cercana relación en los últimos 18 años como encargado de áreas financieras y de operación política.

Gabriel García es Coordinador General de Programas Integrales de Desarrollo, un puesto que se creó para que Andrés Manuel López Obrador controlara a los 32 “superdelegados” que operan los programas sociales y de seguridad ciudadana en las entidades y que además son los enlace entre los gobernadores y el presidente.

En los pasados comicios del 2018, García Hernández fue el coordinador técnico de la defensa del voto en todo el país, una estructura que coordinó a las bases para cuidar las casillas electorales y conseguir votos a favor de López Obrador.

Ahora que se conoce cuál será la estructura administrativa con que operará el gobierno federal en Tlaxcala, sólo falta ver que se realicen los nombramientos y empiecen a darse los anhelados cambios para que los ciudadanos perciban con hechos la transformación que está impulsado la gestión de López Obrador porque hasta ahora no termina por convencer.

Urge que las palabras se traduzcan en hechos.