Cuando Morena y sus aliados el PT y el PES lograron en las elecciones del pasado 1 de julio la mayoría en el Congreso del Estado, nació la esperanza de hacer realidad la separación de poderes en Tlaxcala y lograr que los diputados locales se convirtieran en un contrapeso del actual gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez, situación que nunca pasó ni pasará por el comportamiento sumiso que mostraron los nuevos residentes del inmueble de Allende.
Sin tener una personalidad y un liderazgo social, los legisladores locales ayer optaron por ratificar el papel de damas de compañía que decidieron asumir hace poco más de un mes ante el mandatario priista Marco Mena, quien los despreció en la instalación de la actual legislatura al convertirse en el primer gobernador en no asistir al arranque de los nuevos trabajos de los diputados y en tratarlos como invitados de segunda en la ceremonia del 15 de septiembre y en el encuentro que sostuvieron con él y el presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador.
El entreguismo de los diputados locales es tal que pareciera que el PRI tiene el control del Poder Legislativo, pero resulta que el ex partidazo y sus compinches apenas si cuentan con tres legisladores que son suficientes para contagiar y multiplicar la sumisión y obediencia que están acostumbrados a seguir ante un gobernador.
Los diputados de Morena y sus aliados ya demostraron que recurrirán a los discursos llenos de vaguedades, a la diatriba y a los llamados a comparecencias de funcionarios estatales para montar una ilusión sobre su supuesto trabajo y aires de cambios que pretenden concretar para combatir la corrupción, lograr la rendición de cuentas y la transparencia, así como otras reformas legales de gran trascendencia.
El diminuto líder de los legisladores de Morena y vapuleado presidente de la Junta de Coordinación y Concertación Política del Congreso local, Víctor Báez López, evidenció su limitada capacidad al pronunciar un hueco discurso durante la sesión extraordinaria y solemne del Poder Legislativo para celebrar el centenario de la Constitución de Tlaxcala. El morenista se quejó de las reformas efectuadas a ese documento que, según él, han vulnerado la democracia y han concentrado el poder en un gobernante.
Sin precisar los cambios y nombres de los involucrados en esas “terribles modificaciones legales”, el mal recordado ex alcalde de Zacatelco lamentó no sólo los cambios constitucionales, sino a otros ordenamientos legales, porque de acuerdo con la postura de ese diputado se trató de reformas retrogradas que atentaron contra los intereses de las mayorías y limitaron la toma de decisiones.
Víctor Báez más allá de quejarse y de balbucear para describir una serie de ilusiones que nadie le cree, tuvo la oportunidad de fijar ante el mandatario tlaxcalteca cuál sería la postura de la actual legislatura en torno a la separación de poderes y al combate a la corrupción y la rendición de cuentas.
La pasada legislatura aprobó cuestionadas cuentas públicas no sólo de dependencias estatales con sospechas de malos manejos financieros como la Secretaría de Educación Pública, la Secretaría de Salud y la Secretaría de Obras Públicas, Desarrollo Urbano y Vivienda, entre otras. También hay indicios de corrupción en ayuntamientos y en el propio Congreso del Estado que involucra a los anteriores diputados encabezados por Mariano González Aguirre.
El gris diputado local no se comprometió a nada y bien pudo aprovechar la presencia del gobernador para comprometerse a revisar la integración del Sistema Estatal Anticorrupción que difícilmente dará resultados por la forma en que fue conformado y por las personas que fueron incorporadas.
Por lo que se ve el gobernador Marco Mena no extrañará a los diputados de su partido y tampoco se preocupará de que el Congreso del Estado se mueva bajo las órdenes de Morena, el PT y el PES, pues los diputados de esas fuerzas políticas resultaron más dóciles y sumisos que los priistas y panistas.
Si usted pensó que con la llegada de Morena y sus aliados al Poder Legislativo se daría un cambio, creo que se equivocó al igual que yo. Qué lástima, o no.
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