Al PRI le fue interesante valerse del PAN o del PRD para que grupos comandados por Sánchez Anaya (1998-2004) y Ortiz (2004-2010) ganasen. Hoy no son negocio, y van a desaparecer
La oposición tuvo en sus manos la oportunidad de crecer ante la impopularidad del priísta Mariano González Zarur. No la aprovechó. Al contrario, entró al festín organizado por una clase política responsable de la parálisis en la que se encuentra la entidad.
El PAN por ejemplo, se perfilaba como un importante contrapeso. Al principio demandaba transparencia, tenía de su lado a constructores inconformes con la inequitativa distribución de la obra pública, disponía de información valiosa para meter a los grupos priístas empoderados en cintura.
En 2015, Mariano, coordinador de esos esfuerzos, despojó a perredistas inútiles a su causa del negocio que en realidad es la aprobación de las cuentas públicas, y se lo dio al PAN. Cambió a los conflictivos amarillos por los puritanos que con el tiempo serían presas del delirio de poder. Hace poco veríamos a uno de esos potentados del sexenio, alardeando de poder en la casa habitada por su propia familia. A ese extremo llegó la descomposición del gran proyecto encabezado por Manuel Gómez Morín.
Paralelamente apoyó una obesa burocracia dedicada al análisis de la cuenta pública. La dotó de un ostentoso edificio a un costo infladísimo, pero no detonó la digitalización, pues entonces semejante aparato habría dejado de justificarse. Obligan a los ayuntamientos a llevar cientos de cajas con papelería, estorbosa y anticuada.
En realidad creó un monstruo con una actividad paralela a la de la comisión de finanzas del Congreso, en el contexto del festín protagonizado por esa clase política, determinada con Mariano a no dejar en Tlaxcala piedra sobre piedra.
Consiguió su confianza
Panistas, perredistas y uno que otro de la chiquillada, útil a estos intereses, utilizaban sus horas en devorar grandes cantidades del migajón arrojado en calidad de embutes. Y se volvieron dependientes de esas mesadas. Despareció cualquier interés por criticar a un gobernador sirviéndose con la cuchara molera, y también alimentando a los paleros, pobres en su mayoría que, de la noche a la mañana lograron su sueño americano con este raro concepto de política.
Se convirtieron en unos cerdos en engorda cuya felicidad se veía ensombrecida por la inminente llegada de las elecciones.
Unos y otros sintieron amenazado el pesebre. Y comenzaron una disputa con los resultados que hoy podemos apreciar: una oposición que se esmera en dividirse, en tanto maniobra que hace ganar a unos cuantos, los líderes, y tiene confundidos y decepcionados a los militantes.
¿De qué otra manera podríamos explicarnos la oposición inamovible para conformar una alianza, en primera instancia, o una candidatura común como última alternativa?
Está muy claro. Quienes hicieron el papel de obstáculos a dicho mecanismo para competir con el PRI, cumplieron con la encomienda hecha en esas altas esferas donde las plazas se negocian con meses, a veces años, de antelación.
Y se declararon derrotados aún antes de ir a las urnas.
Ah, pero eso sí, nos hacen creer que dan una lucha férrea, por ejemplo como la panista mejor posicionada según sus encuestas, pero incapaz de venderse como producto aceptado por las mayorías.
Del PRD ni hablar. Creo que la virtual candidata se halla en el lugar equivocado, a la hora errónea y con el partido que menos le conviene. ¿El resultado? El grave riesgo de caer a niveles insospechados tras la elección de junio.
Y si no fuera por la muy probable intervención del gobernador poblano Rafael Moreno Valle, para impulsarla, luego de la derrota propinada a manos de Ricardo Anaya (al que tanto apoyó) y del ex presidente Felipe Calderón Hinojosa, convertido en sparring de su esposa Margarita Zavala, el PRD y su candidata pudieran estar en riesgo de hacer un papel peor que el conseguido en Colima, donde su votación no llegó al dos por ciento del padrón, y por lo tanto habrán perdido su registro.
Tulio diría, la chin… nos arrastró buen trecho
La picardía del ex gobernador Tulio Hernández Gómez, es una buena forma para explicarnos el comportamiento de la oposición.
A panistas y perredistas, la chingada (expresión del simpático ex de Silvia Pinal) los arrastró un buen trecho. ¡Todavía no se los lleva en forma definitiva!
Y si no ha ocurrido es porque son necesarios en este particular sistema democrático a la tlaxcalteca, en el que los partidos de oposición dejaron de ser interesantes para los políticos priístas quienes en su momento los adquirieron a manera de franquicias y a través de sus registros nacionales ganaron el poder ejecutivo.
Alfonso Sánchez Anaya, con el PRD en 1998; Héctor Ortiz con el PAN en 2004, utilizaron dichas siglas, porque sus miembros eran tan débiles y tan pobres que, los enloqueció la posibilidad de convertirse en autoridades.
Ahí tienen ustedes a Adolfo Escobar Jardínez, un secretario de gobierno de utilería en tiempos del orticismo. Con el tiempo acumuló riqueza, dio la espalda a su inventor y hoy, hasta anhela competir por el gobierno.
Así que la oposición ha entrado en una irremediable purga. Tiene que desaparecer para que en un futuro, cuando carezca de militantes un poco ricos y un mucho conflictivos, el PRI la pueda volver a utilizar como mecanismo de llegada al poder.
Por lo pronto, se trata de unos cerditos obesos y peleoneros que de poco sirven al ranchero Mariano para dar prosperidad a su proyecto personal.
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