Y en esta vorágine de impunidad la alianza PRIAN ha sido capaz de aprobar 28 cuentas públicas sin mayor observación en apenas tres sesiones.
El millonario profe don Carlos Hank González, acuñó aquella inolvidable frase: un político pobre es un pobre político. Oigan, pero con su dinero, verdad, porque da la casualidad que en estados como Tlaxcala hay una tradición muy encriptada de una voraz clase política, decidida a dejarnos en la miseria.
No valen esos discursos –ya tan desgastados- sobre la caja de cristal con la cual se conduciría este régimen a punto de finalizar.
Los hay –servidores públicos, unos vigentes y otros en la banca- con pistas bien puestas para los próximos sabuesos… y otras instancias superiores, ávidas de descubrir a desleales, enriquecidos hasta decir basta.
Con sorprendente facilidad esos nuevos millonarios se apartan de los menos favorecidos. ¿Cómo?, pues entre otras acciones se han dedicado a construir muros tan ofensivos como el de la frontera norte, con el cual los desbordados republicanos piensan mantenernos a raya, tras echar a miles de indocumentados mexicanos.
Las construcciones onerosas saltan de San Damián Texoloc, a Zacatelco (en la ex hacienda de Santa Águeda), a Huamantla. Hay casas y ranchos surgidos de repente, y yo creo que en todas estas fincas pueden haber ido a parar las ganancias, por ejemplo de aquellas 11 mil toneladas de fertilizante, o de las veintiocho cuentas públicas aprobadas así, rapidito, sin hacerla cansada.
Solo en la conciencia de este puñado de saqueadores se encuentra a detalle la manera como fueron creadas cuentas fantasmas, los nuevos estilos de triangular, las comisiones por adquisiciones y compras, entre diez y hasta 22 por ciento, dependiendo de los productos o servicios.
Hoy, voceros habitan casonas del gobierno. ¿Pagan renta?. Nos dicen que hay un secretario (el de oro) nada dispuesto a sufrir. Vive cómodamente en las suits del hotel Posada San Francisco, ahí come, y seguramente ahí trae a su familia. Total… pásenme la cuenta, ha de decir a meseros, empleadas y administrativos de ese negocio del gobierno.
Aquí no se vive mal. Hay un grupo privilegiado en la opulencia.
Me recuerdan al gobierno de Andrés Granier en Tabasco. Cada desayuno para la familia del hoy gobernador procesado, costaba decenas de miles de pesos al erario. ¿Pues qué comían?
El asunto es: la seguridad es tan mala que el hecho de conocernos entre nosotros nos permite solidarizarnos por la pena causada a tal o cual familia, secuestrada, robada, extorsionada.
Para fortuna nuestra no ha llegado la esposa de Joaquín López Dóriga, a extorsionar a los constructores. Dicen que suele hacerlo en la Ciudad de México. Y como tiene el apoyo del poderoso güero polvos, a ver, quién se le opone.
Desprecio a la fiscalización
En este contexto de latrocinio impune nos decepciona el papel de los representantes populares con la encomienda social de ser el contrapeso del poder.
Qué va. Hoy, entre la euforia de sus triunfos políticos y los favores entre grupos, la alianza PRIAN, produjo también a los nuevos ricos.
Su labor es relativamente sencilla. Actúan como diputados. Debaten, imponen y votan. Y puntualmente cobran. Esa no es la esencia del PAN. Revisemos sus documentos para ver si en algún apartado se permiten las alianzas facciosas para perjudicar el patrimonio del Estado.
En ninguno.
Hoy usan loción fina. Tienen autos nuevos en la cochera, y hasta dos casas (con sus respectivas familias). Hoy, las cirugías estéticas cobran vigencia entre esta estirpe a la cual los excesos despertaron una despreciable arrogancia.
Así, con ese desgarbo actúa el recién llegado panista a la Comisión de Fiscalización y Finanzas.
Con qué cara explicará a sus electores la forma como procede, aprobando 28 cuentas públicas en apenas tres sesiones. ¿Eso es eficacia? Eso es una red de complicidades. Es dinero mal habido a costa de la comprobación de obras no hechas o mal hechas. Ya vendrán otros a medir la temperatura de este infierno.
Pamplinas con la caja de cristal.
Al contario, otros antes inmaculados sucumbieron a la podredumbre.
No les ha costado trabajo incorporarse al concierto devaluatorio de nuestra economía.
El dólar, a más de diecisiete pesos. Y estos nuevos ricos, brincando de felicidad.
No hay medicamentos en los hospitales. No hay suficientes patrullas. No hay buenos caminos.
Así se las gastan.
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